viernes, 12 de enero de 2018

MONOTEMA

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 7 DE NOVIEMBRE DE 2017

Me dice una lectora en Twitter que con "todo lo que está pasando" voy a tener para veinte columnas. Pues no, no tengo ni para media. Porque "todo lo que está pasando" sucede a tal velocidad que cualquier cosa que escriba está fuera de onda en veinticuatro horas. Qué frenesí. Qué mogollón. Es todo tan loco que, aunque sea real, resulta inverosímil. Me lo creería más si fuera un episodio de "Cuéntame", con Antonio Alcántara huyendo a Bruselas y dejando a Merche colgada en su tienda de ropa del Paseo de Gracia. O uno de "La que se avecina", con los veganos mosqueados con la butifarrada de la Assamblea Nacional Catalana y el compañero de celda de Jordi Sánchez pidiendo que lo saquen de ahí porque no aguanta más la matraca independentista. Es el despatarre, el desparrame y el despepite. No hay ficción que supere eso.

Lo sorprendente es que ese "todo lo que está pasando" no admite interpretación: sabemos que hace referencia al monotema. Y estamos tan hartos de él como los norteamericanos de su presidente: la semana pasada, Donald Trump se quedó sin cuenta de Twitter durante once minutos. Se la desactivó un empleado de atención al cliente en su último día de trabajo, que llevó a la práctica lo de "pa lo que me queda en el convento, me cago dentro". Once minutos en los que Trump tuvo la boca tapada con cinta americana y en los que medio mundo respiró aliviado. Lo raro es que nadie saliera diciendo que estaban censurando a Trump igual que los fascistas españoles intentan callar al pueblo catalán. Porque, digas lo que digas, siempre volvemos a lo mismo: mencionaba Mikel Iturriaga en Twitter a un restaurante en Barcelona donde había comido estupendamente, y un señor con problemas de acentuación (entre otros) le contestaba "No hacer referència al atentado contra la democràcia le da a usted imagen de cínico". Si le tiras al cuello a Paquirrín por haberse ido de farra con unas tipas en Punta Cana, alguien te tachará de totalitaria por criticar a un señor que, en el ejercicio de su libertad y de su derecho a la autodeterminación, decide pegarse una fiesta y ponerle los cuernos a su santa. A este paso, la que se va a independizar va a ser su mujer. De Paquirrín y de "Cantora", que eso sí que es un estado opresor.   

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