PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 25 DE NOVIEMBRE DE 2014
No hay esclavitud más grande que la de
retocarse las raíces, ni pena más dura que la de intentar domar un pelo crespo.
Que me lo digan a mí, que lucho contra mis ondas más que las de Femen contra el
patriarcado: ya podían ir las compañeras a la puerta de Llongueras para
manifestarse a favor de la Liberación Capilar, que aquí una no se emancipa de
verdad hasta que no se deja las crines al aire. A los hechos me remito: la
Duquesa de Alba se hizo anarco aristócrata cuando pasó de alisarse el pelo a
dejárselo a lo loco, a lo peluca del payaso de Micolor en versión albina, y Lolita
se deshizo de su personaje rancio al dejarse la pelambre a todo lo que daba la
mata, luciendo con orgullo el poderío melenístico de las Flores. Yo aspiro a tener
suficiente personalidad como para deshacerme del yugo del patriarcado capilar y
convertirme en una de esas sesentonas que abandonan el tinte y lo apuestan todo
al blanco y al pelo corto, aunque se me ponga pinta de catalana cultureta.
Las mujeres se liberan cuando se sienten
dueñas de sí mismas, de su vida, de su aspecto. Dice Caitlin Moran: “¿Tiene
usted una vagina?¿Quiere hacerse cargo de esta? Cuando la respuesta a ambas
preguntas es “Sí”, felicitaciones, ¡es usted una feminista!”. Pues debo ser una
feminista de primera, porque yo quiero hacerme cargo de mi vagina y de todo lo
demás. Y algunos hombres también deberían hacerse cargo de su picha, que se piensan
que tiene vida propia y que no pueden controlarla: miren lo que le pasó a la de
Monago, que se desnortó y acabó en Tenerife, volando a nuestra costa. El pobre
Monago, que ha declarado que lo único que ha hecho es vivir en la carretera,
como Miguel Ríos, se ha visto puesto en cuestión por no poder dominar a sus
monaguillos. Así les luce el pelo a algunos, aunque sean calvos.
Y ahora les dejo, que tengo hora en la
peluquería. Sí, qué quieren: de mi vagina me hice cargo hace muchos años, pero mis
ondas no hay manera de domesticarlas. Probaré con la keratina, que ha hecho más
por la emancipación de la mujer que la píldora anticonceptiva. A ver si así me
libero, que si me dejo el pelo blanco y me lo corto, en vez de Rosa Palo voy a
parecer Rosa Tous.