viernes, 29 de junio de 2012

Amante de riesgo

PUBLICADO EL 29 DE JUNIO EN DETELE

Desayuno con “AR”. ¡Cof, cof! Se me atragantan los Special K: veo llegar a Pantoja a los juzgados. Cola repeiná, gafas de sol, beige monocromo (Isabel no ha evolucionado hasta el “nude”) y pañoleta al hombro. El pañoletismo es un concepto que no entiendo (como la mecánica cuántica, que tampoco), pero que está muy extendido entre las folklóricas: Isabel es muy de pañoleta de CH, y a María del Monte le tira más Loewe.
Superado el atragantamiento, cambio a “Espejo Público”. Demasiado intensos, zapping: en uno y otro lado comentan que Pantoja está mucho más delgada. Normal, porque en vista de que la Operación Bikini no le hacía efecto, se ha pasado a la Operación , que te cierra el estómago en cuanto ves llegar el juicio. Pero lo que no le adelgaza ni un gramo es la altivez, que Pantoja entra en el juzgado como una reina mora (con pañoleta).




Tróspidos: Segunda Generación

PUBLICADO EL 21 DE JUNIO EN DETELE

En esta búsqueda de especies raras que sigue Cuatro, vuelven los tróspidos más tróspidos que nunca. La selección de esta temporada se desveló el miércoles en “Bienvenida de solteros”. Vistos los especímenes, el programa debería de presentarlo David Attenmborough en lugar de Luján Argüelles.
- Javier, que a sus 30 años y con esa naturalidad incestuosa que te da tocarle el culo y las tetas a tu progenitora cuando se te pone en el flequillo, le pide a su madre que le afeite el culo. “¿Cómo te voy a depilar el culo si te estoy haciendo la merienda?”. Acumulación de tareas: la mama lo mismo te depila, que te corta jamón, que le manda videos guarros por WhatsApp a tus amigos (“Mira este bocadillo, les digo… y lleva una picha metía dentro”). Si el hijo escupe fuego, ella escupe perlas por esos labios tatuados: quiere una mujer femenina, ardiente, limpia, que sepa coger una plancha… “Una mujer, lo que es una mujer, vamos”. Sí. En 1912. Un cromo.


De "Entrevista a la carta" a menú del lunes

PUBLICADO EL 30 DE MAYO EN DETELE

“ABURRIDO”. No sé cuántas veces escribí esta palabra el lunes mientras veía “Entrevista a la carta”, el nuevo programa de  en La 1.


Tuve que convencer a mi santo de que no se acostara prometiéndole un episodio de “El Ala Oeste” cuando acabara la faena (quedan dos semanas para las elecciones y estamos en un sinvivir), porque  aburrió a las cabras, moviéndose todo el rato en lugares comunes, centrándose en no romper su imagen de torero bien plantao. Ni Julia ni el mismísimo equipo de interrogatorios de la CIA amenazándole con llevar a Lara Rodríguez al plató hubieran conseguido sacarle algo interesante.
Y, así, la pasó a ser un menú de lunes, y el misterio de Cayetano quedó desvelado: no tiene ninguno. Por eso hay personas que nunca deben de escaparse del papel couché; lo sabe muy bien Preysler

miércoles, 27 de junio de 2012

El tuétano de las crucíferas


PUBLICADO EL 26 DE JUNIO DE 2012 EN LA VERDAD

Dice mi vecino Puebla que hay más tontos que medusas. Y lleva razón: ha llegado un momento en que hay más tontos que cualquier otra cosa, ya sean medusas, botellines o piezas de Lego. Pensaba yo, en un vano intento por encontrarle el lado positivo a algo que no lo tiene, que la crisis actuaría como un filtro dejando fuera a los tontos y a sus tonterías, que el cagar (en alto) se iba a acabar, y que prestaríamos atención sólo a lo importante. Pues no: al igual que las medusas –puñeteras- se saltan las redes, los tontos también. Incluida servidora, porque ¿hay algo más absurdo que ver Canal Cocina mientras se está en plena Operación Bikini? Sí, encontrarse con un plato llamado “Ensalada de tuétano de crucíferas con vinagreta”. Así, tal cual. Una receta que necesita traducción del cocineri al español.

“La burra es usted por no saber lo que son las crucíferas”. Seguramente, pero ahora ya lo sé: las crucíferas son la coliflor, el brócoli y similares. ¿Y el tuétano? El tallo, amigos, el tallo. Pero en uno de esos restaurantes de postín donde el camarero te intimida más que Tony Soprano, poner en la carta “Ensalada de coliflor” es un anatema.

Hinchada por las flatulencias propias de las crucíferas, me encuentro una noticia que me produce más gases todavía. Leo que lo último de lo último es llevar una planta en el bolso. Ya no tiene que ponerse los nardos apoyaos en la cadera: ahora los puede transportar, con maceta y todo, colgando del brazo. O salir a dar un paseo por el parque y llevarse a su ficus para que interactúe con sus congéneres. Si coge el autobús en hora punta, no olvide echar al bolso un cactus de pinchos enormes: gozará de más espacio que nunca (eso sí, tenga cuidado cuando se ponga a buscar las llaves).Y todo ello por el médico precio de 155 dólares.

Estas tonterías son pecata minuta, lo sé. Con comerse la coliflor como le salga a usted  de la peineta y dejar al ficus tranquilico junto a la ventana, asunto resuelto. Pero déjenme a mí estas tontunas pequeñas que, para tonterías buenas, ya están los otros. Los listos. Los que de todo saben. Los que no nos explican las cosas porque piensan que no las vamos a entender. Los que nos tratan como si los tontos fuéramos nosotros. De esos si que estoy hasta el tuétano.

miércoles, 20 de junio de 2012

La hermana Tamara


PUBLICADO EL 19 DE JUNIO DE 2012 EN LA VERDAD

Todos los años me pasa lo mismo: es salir el número de ¡HOLA! que recoge la fiesta anual ofrecida por Carlos de Inglaterra a los Porcelanosos y escribirme encima. Pero este año me escribo más que nunca tras leer las palabras de Tamara Falcó Preysler: "Es posible que antes desprendiera una imagen más despreocupada, porque era cierto. No había encontrado mi espiritualidad. Pero hace un año cambió mi vida por completo al reencontrarme con mi religión". Estas declaraciones no las hace en la puerta de Cáritas, sino en el palacio del príncipe Carlos en Escocia, y las remata en la fiesta de Möet & Chandon: el año pasado acudió a la Feria del Libro (hecho ya sorprendente en sí mismo) y el único título que le llamó la atención fue La Biblia; no sé si era la versión ilustrada para niños, no me pregunten. Tras leerla, comenzó a ir a misa y a rezar el rosario con unas amigas. Y eso me admira: otra puesta en cumplir hubiera dicho que le cambió la vida leer “El secreto”, “El alquimista” o cualquier otro libro de autoayuda (autoayuda para sus autores, que se han forrado escribiendo chuminás) o que, tras conocer a un gurú indio y practicar el Bikram Yoga, un nuevo camino se había abierto ante sus ojos. No, Tamara ha vuelto a la Iglesia, que si algo bueno tiene el catolicismo es que lo mismo se te aparece Dios entre los pucheros y las ollas que entre las copas de champán. Las religiones hay que saber elegirlas.

Tras semejantes afirmaciones espero con ansiedad una exclusiva vía ¡HOLA!: Tamara en éxtasis místico, con hábito de Pronovias y estilismo de Naty Abascal, lanzando una línea de rosarios diseñada por la joyería Suárez. A este paso, más que heredera de Isabel Preysler lo va a ser de Pitita Ridruejo y sus apariciones marianas. Pero a Tamara, como a casi todos los conversos, se le ha ido la mano: le ha pillado a su madre “Cincuenta sombras de Grey” en la mesilla de noche y se la ha tirado a la basura. A ella. A la Presly, que decía mi abuela. Y si mi abuela hubiera leído las declaraciones de Tamara, hubiera dicho que sí, que ésa se va a meter a monja de San Andrés, que se acuestan con uno y se levantan con tres. Pero es que mi abuela era una descreída.

miércoles, 13 de junio de 2012

Insomnio


PUBLICADO EL 12 DE JUNIO DE 2012 EN LA VERDAD

A mí nadie me quita el sueño, que ya me lo quito yo, gracias: de noche oigo un ruido y me entra taquicardia, se me ponen los ojos como a Özil y me tapo hasta las orejas, que el miedo es capaz de convertir unas sábanas de Zara Home en el escudo del Capitán América. Qué quieren, duermo sola. Bueno, mi santo me acompaña pero, como diría Kiko Hernández, él está de cuerpo presente, porque antes de que Benito Moreno llegue a lo de “Hincha, tú eres el mejor”, el hombre ya está durmiendo. Y ahí me quedo yo con Joserra, Maldini y el resto de la panda, planazo total. Y a leer. Y a darle vueltas a la columna del martes y a qué voy a hacer de comer mañana. Y a oír ruidos que no existen, y a ver sombras extrañas. Y, cuando acabo de coger el sueño, él se desvela y pone el aire acondicionado a toda pastilla, que yo no sé si habremos vivido por encima de nuestras posibilidades, pero lo que está claro es que los hombres viven cuatro grados por encima de nosotras.

No soy la única que no duerme. Rajoy y su mujer, tampoco: antes, nada más cerrar los ojos, Rajoy se despertaba sobresaltado porque se le aparecía la prima de riesgo convertida en la niña de “The Ring”; ahora el matrimonio pasa las noches buscando sinónimos de la palabra “rescate”. “Salvamento, reparación, resarcimiento… ¡reconquista!”, dice Elvira, que eso de llamarse como una de las hijas del Cid imprime carácter. Rajoy se mosquea, enciende el iPhone y el parpadeo de la luz del móvil transforma el dormitorio en una boite. Elvira ya no conciliará el sueño.

Ana Botella también pasa malas noches: sólo la falta de descanso explica su desafortunada intervención en el debate sobre el Estado de la Ciudad de Madrid, confundiendo Andalucía con Asturias, hablando de un tripartito constituido por "dos partidos" y liándose al explicar el funcionamiento del sistema tributario. El Touch Éclat podrá disimular las ojeras, pero no los errores. Ni siquiera los tapa el corrector de Deliplus que compra Botella en el Mercadona de Serrano, que las serranas se han vuelto muy fan de Juan Roig… ¡Esperen, he oído algo!… ¿qué es eso? Nada, falsa alarma; es mi hijo dando vueltas en la cama. Duerme. Qué suerte. Los niños son ahora los únicos que pueden dormir y soñar.

Que alguien me cante una nana, por favor. Buenas noches.

viernes, 8 de junio de 2012

"Girls": Hanna y sus amigas

COLUMNA PUBLICADO EL 8 DE JUNIO EN DETELE
Siguiendo las recomendaciones de Ricardo Saavedra, que no se pierde una serie y cuyas sugerencias sigo a pies juntillas, requeteprogramo el iPlus para grabar “Girls”, estrenada el domingo por la noche en V.O.S. La serie prometía chicas neoyorquinas como usted y como yo (bueno, más bien como usted, porque yo de chica tengo poco y, de neoyorquina, ni les cuento). Quiero decir chicas de verdad, de las de celulitis en el muslamen, no unas locas que cabalgan sobre sus Manolos hasta para ir al campo, que van siempre perfectas, impecables, idealas, que están delgadísimas a pesar de ponerse de cupcakes hasta el Vuitton. O lo que es lo mismo, “Girls” la han vendido como el paso de la serie aspiracional a la serie real: si “Sexo en Nueva York” era la cara, “Girls” es la cruz, que harticas estábamos de intentar averiguar cómo Carrie Bradshaw podía llevar ese tren de vida con una columna semanal, que ya lo decía el cuplé: “¿De dónde saca pa tanto como destaca?”

Así que veo la serie esperando ver una colección de ¡ARGS! de la Cuore, y lo que me encuentro es a mí misma y a mis amigas hace (¡ay!) 20 años. Sin Twitter, sin iPhone, sin WhatsApp (sí, podíamos vivir así), pero con los mismos problemas: los novios, el sexo, la falta de pasta, el cumplir con las expectativas, los problemas laborales, las relaciones con las amigas, con los padres… tener la vida por delante y no saber muy bien qué hacer con ella. Si el retrato generacional en “Girls” se hace con Instagram, el mío se hacía con una Kodak. Pero, básicamente, las cosas no han cambiado tanto, y menos ahora que vivimos en una adolescencia perpetua.

Lena Dunham es la guionista, directora, creadora y protagonista de la serie, y viene apadrinada por Judd Apatow (sí, me gustó “Virgen a los 40”) y bautizada por la HBO. Dunham  interpreta a Hanna, una veinteañera becaria a la que sus padres le van a cortar el grifo. Hanna es rápida, ingeniosa y verborréica y, efectivamente, le sobran kilos: después de que dijera de Adele que “Está un poco demasiado gorda”, si la ve Karl Lagerfeld la apunta al Natur House ipso facto. Pero a diferencia de otras (servidora de ustedes) Dunham tiene el atrevimiento de mostrarse como es. Y eso, en un mundo donde tienes que cumplir todos los requisitos de la belleza convencional, es un acto de rebeldía y de autoafirmación. En esta serie  la “it girl” se ha convertido en una “eat girl”. Veremos si aguanta el tirón o acaba poniéndose a dieta.

Más real que la vida misma: en “Girls” las amigas no están abrazándose cada cinco minutos, no corren por Manhattan a -5º sin medias y el sexo es antilujuria, tan descarnado, rápido o cutre como puede serlo en la vida real (si quieren ponerse como una motoreta, vean “Juego de Tronos”). No creo que Hanna sea la versión femenina de Woody Allen y no sé si llegará a serlo, pero la cosa promete. Le seguiremos la pista a Hanna y sus amigas… aunque de vez en cuando pille las reposiciones de “Sexo en Nueva York” y me encante viendo los estilismos inalcanzables de Carrie. La carne es débil.

Las protagonistas de "Girls"

miércoles, 6 de junio de 2012

Conozca su región


PUBLICADO EL 5 DE JUNIO DE 2012 EN LA VERDAD

Siempre que me hablan de ir al campo me imagino paseando por la Toscana con un vaporoso vestido de estampado liberty, esparteñas a juego y el sol del atardecer cegando mis ojos. Pero luego me topo de bruces con la realidad (y con algún que otro pedrusco): sin maquillar, con los pelos de loca y las piernas llenas de picotazos, lo que era una escena bucólica de Bertolucci se convierte en una película de terror de Wes Craven. Así que, cuando nuestros amigos se van de acampada, nosotros buscamos un lugar próximo donde alojarnos, con su ducha, su espejo y su conexión a Internet. Nada, una cosa sencillita de 4 estrellas (que eso no es un hotel de lujo, según Carlos Dívar). Y que los bichos se los coman a ellos.

Es tal mi incapacidad de adaptación al medio que, cuando nos propusieron ir a Cieza para bajar el Segura en balsa, me temí lo peor: servidora convertida en una versión de Martin Sheen en “Apocalypse now”, rodeada de mosquitos XXL y de charlies asesinos, que los críos con un remo en la mano son más peligrosos que el Vietcong. En cambio, me quedé con la boca abierta (y me entró un mosquito) al comprobar cómo algo que tenemos tan cerca puede ser una maravilla. Y me dejé llevar por la corriente, las garzas y los sauces llorones.

“Con lo preciosísimo que es esto y tú empeñada en ir a Nueva York”, me decía mi santo poseído por Paco Martínez Soria, que tiene el hombre no sé qué pesadilla en la que llega al aeropuerto JFK y un negro como un armario con un guante de látex le da una más que cariñosa bienvenida. Claro que, cada uno tiene sus propios temores: el crío tirándose por un salto de agua que a mí se me antojaba las cataratas del Niágara y yo corriendo detrás, que se va a hacer daño, que no sabe nadar bien, que se va a ahogar… no hay nada más castrante que una madre histérica a la que el miedo le hace olvidar que ella se escapaba nadando sin manguitos porque quería llegar más allá de las boyas, hasta la línea azul. Y no hay nada más hermoso que un niño agotado, con una sonrisa de felicidad, durmiendo en el asiento de atrás del coche. Mientras tengamos ríos por los que navegar, Nueva York puede esperar. Ya cruzaremos el Hudson.