Publicado el 29 de mayo de 2012 en LA VERDAD
Necesito un Kit Kat. Mental, claro, que los otros los tengo
prohibidos hasta que pase la “Operación Bikini”. Pero lo necesito de verdad: mi
santo me ha hecho notar que últimamente empiezo las columnas con ganas de
juerga y acabo con un tono desesperanzado y crítico. “Al final, la moraleja”, me
dice. Y es cierto: si escojo un tema tan apasionante como los pies en verano para
pegarme unas risas a costa de mis pinreles monocotiledóneos (“Tienes los dedos
como habichuelas”, me dice siempre la mala de mi amiga A.), termino
convirtiéndolo en una metáfora pedestre sobre LA SITUACIÓN, utilizando los cortes
en la planta del pie y las pinchas de erizo como reflejo de nuestro actual
estado de indefensión, o comparando el sufrimiento que supone andar descalzos por
una playa llenetica de guijarros con este camino que tanto nos está costando
recorrer. No pongan esa cara: ya les he dicho que la metáfora era muy pedestre
en todos los sentidos, no me pidan más que no soy Góngora.
Tampoco Eurovisión nos da respiro: si antes era un curso
acelerado de geopolítica que nos permitía conocer las alianzas entre las
repúblicas ex soviéticas, las balcánicas o las bálticas (y ponernos al día en
geografía, que mucho reírme de Belén Esteban y su “Dubrovnik, la perla del
Antártico”, pero yo no soy capaz de colocar Azerbaiyán en un mapa así me estén
apuntando con un Kalashnikov), ahora ni les cuento. La cosa comenzó cuando la
mismísima Pastora Soler afirmó que TVE le había pedido que no ganara Eurovisión,
para luego seguir en Twitter, donde no pararon de hacer referencia a LA
SITUACIÓN: “Me olvido de Eurovisión hasta 2013, si es que hay Euro en 2013” @martinbianchi, “La
representante de Albania tiene sus ahorros en Bankia y se acaba de enterar. Dramón”
@laJuani_Crazy, “España le va a dar a Alemania 12 puntos, el móvil, ese peluco
tan guapo que tiene y todo lo que lleva encima” @RodriRox. Vamos, que ni viendo
Eurovisión es posible escapar del tema. Así que el domingo por la noche, tras chutarme
otra dosis de desaliento por cortesía de “Salvados”, me autorreceto un capítulo
de “Mad Men” y me convierto por un rato en un publicista de Madison Avenue que
se trasiega un par de vodkas para desayunar. Y Roger Sterling (Roger, viejo
zorro) me da la frase perfecta para acabar esta columna: “¿Cuándo volveremos a
la normalidad?”.