miércoles, 21 de noviembre de 2018

VIEJENIALS

PUBLICADA EN LA VERDAD EL MARTES 20 DE NOVIEMBRE DE 2018

Los viejenials son el nuevo negro. O la nueva pesadilla: que tengas que decirle a tu madre "¡Mamá, por Dios, apaga eso o te quito el móvil!" porque la señora está venga a wasapear en el grupo de la familia y el sonido de las notificaciones no te deja oír ni tus propios pensamientos, es sintomático. Y curioso. 

La inversión de papeles se ha producido sin previo aviso: las abuelas han pasado de decirte "es que me da miedo tocar algo por si me lo cargo" a mandarte la receta de la fabada por un audio de wasap. Y, de ahí, a stalkear tu cuenta de Instagram y a soltarte que la muchacha esa con la que vas no le gusta ni una chispa, que tiene pinta de guarrindonga porque lleva medio culo fuera; a preguntarte quién es el satélite que aparece contigo en una foto bebiendo a morro de una botella, que vaya ojicos que lleva; a decirte que hay que ver qué guapo estás, y qué alto, y qué repuesto, que te ha visto en una historia de la boda de tu amigo Felipe, que ése sí que se ha casado con una buena muchacha; a grabarte un tutorial para que aprendas a plancharte bien las camisas, que vas siempre hecho un Adán, y a pedirte que le hagas una playlist en Spotify con canciones de Antonio Molina. Dadle un móvil a los viejenials y dominarán el mundo: el tuyo. Ni siquiera podrás decirle a la yaya que llevas una semana sin verla porque tienes mucho curro: la yaya te ha pillado de festivales con el satélite y con la guarrindonga, así que vete despidiendo de los tuppers de arroz con leche durante una buena temporada.

Pero el shock generacional definitivo va a producirse el día en que te encuentres a tu abuela en Tinder poniendo morritos y consiguiendo más matches que tú. Porque los viejenials de verdad, más enganchados al móvil que a las pastillas para la tensión, ya pasan de ir a ligar al programa de Juan y Medio. Los viejenials de verdad saben que no tienen nada que perder. Ida Vitale ha ganado el Cervantes con noventa y cinco años. No sé si tendrá móvil o no, peor lo cierto es que hace honor a su apellido. Igual que los viejenials, que se resisten a que la tecnología los eche del mundo antes de tiempo. 

miércoles, 14 de noviembre de 2018

PURO VICIO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 13 DE NOVIEMBRE DE 2018

Todos tenemos secretos. Cosas tan íntimas que no reconoceríamos ni aunque nos metieran astillas debajo de las uñas o nos amenazaran con un hurón loco. Pulsiones que nos avergüenzan, que nos asustan o que somos incapaces de verbalizar. Aficiones inconfesables, gustos raros y perversiones extrañas. 

Nos pirran nuestros hedores y nuestras secreciones; nos hacemos el moco, nos olemos la ropa interior, nos quitamos las pelotillas entre los dedos de los pies y nos rascamos las picaduras de los mosquitos hasta hacernos sangre. Bailamos delante del espejo haciendo playback, escuchamos canciones tontas que nos emocionan hasta la lágrima, leemos libros espantosos que nos mantienen despiertos un martes por la noche, vemos películas de tercera regional que nos encantan y series más malas que el baladre de las que esperamos con ansia viva la próxima temporada. Guarreamos con la comida, bebemos agua de la botella a morro, chupamos las tapas de las natillas, metemos el dedo en el bote de la leche condensada y nos comemos la fruta escarchada del Roscón de Reyes. Nos ponemos como motoretas con señores y señoras a los que no saludaríamos jamás en público, y nos remueven hasta los cimientos a nivel terremótico gente objetivamente fea y asimétrica: véase que hay personal al que le molan los abdominales de Aznar o los contoneos de cadera de Georgie Dann. Si eso no son parafilias, que venga el Marqués de Sade y lo vea. 

Los japoneses son peores, claro, que eso de comprar bragas usadas en máquinas expendedoras, pagar por echarse una siesta sobre el regazo de una mujer o mojar patatas fritas en chocolate es de traca, pero es que las guarreridas japonesas han sido siempre superiores a las españolas. Hasta que ha llegado Techi al Poli DeLuxe. Techi no es japonesa, pero parece del mismísimo Osaka: no sólo por el nombre, Te Chi, y por los ojos achinados a causa del bótox, sino también porque fue novia del Paquirrín pre balón gástrico, lo cual ya indica el nivel de perversión. A Techi le preguntaron si alguna vez le había depilado los pelos de la espalda a Kiko Rivera. Sí, contestó. Con crema depilatoria, aclaró. Tan fresca. Sólo le faltó decir que le quitaba los puntos negros para superar "El imperio de los sentidos". También es cierto que peor es lo mío, que lo estoy viendo un sábado por la noche. Puro vicio. 


miércoles, 7 de noviembre de 2018

REBELIÓN A BORDO

PUBLICADO EL MARTES 6 DE NOVIEMBRE DE 2018 EN LA VERDAD
Me he quedado sin muso. Tal cual. El heredero, que se me ha puesto bravo. Que me calle, me dice. Que no hable más de él, me ordena. Que no cuente sus cosas porque sus amigas han empezado a leer mis columnas y le voy a fastidiar la adolescencia, me argumenta. Acabáramos: tenían que ser ellas las que me leyeran, claro, tan listas, tan bonicas, tan de entrar por la puerta con sus meneos de melena y su hola, qué tal, y sus dos besos, y su complicidad femenina, y su ponerme al día de lo que pasa en el instituto. Ellos no: ellos aparecen en mi casa como una panda de orcos, me saludan con un sonido gutural y van a echarse una Play. Y todas sus lecturas se reducen a las puntuaciones del FIFA. 
El tío sigue en sus trece: que si Andreíta le ha prohibido a su madre hablar de ella, yo no voy a ser más que la Esteban, y que si aún no he aprendido que de las personitas no se puede hablar en público. "Personitas" es el eufemismo que utilizan en "Sálvame" para hablar de los menores, algo que produce mucha risa cuando el menor en cuestión es un bigardo de metro ochenta con pelos en la barba; la misma risa que da leer en ¡HOLA! que Naty Abascal se manifestó de forma "alegre y desinhibida" al salir de una fiesta por no decir que iba más pedo que Alfredo. "Los limites de mi lenguaje son los límites de mi mundo", sentenció Wittgenstein. Y así estamos, limitados perdidos.
En resumen, que me he quedado sin uno de mis temas recurrentes. Y, para colmo de males, el heredero no sólo me ha salido censor, sino también republicano. Que la monarquía es una institución desfasada, que tendrían que hacer un referéndum y que, de casarse con Leonor, nasti de plasti. Ya ven: yo, que me pirro por un armiño, unos chatones, unas joyas de pasar, una reverencia, una pompa y una circunstancia; yo, que me veía abuela de reyes; yo, que me pensaba entrando por la Almudena vestida de madrina, me he quedado tocada, hundida y plebeya por los siglos de los siglos porque el niño se me ha rebelado. Para una oportunidad que tenía servidora de ponerse un Caprile, va y me la joroba. Y luego soy yo la que le fastidia la adolescencia. Cría cuervos.