PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 31 DE OCTUBRE DE 2017
Se
me ha roto el ordenador, por lo que estoy de vacaciones involuntarias. No puedo
trabajar sin él, no sé trabajar sin él; tengo una dependencia de mi Mac mayor
que Anna Gabriel de las camisetas con mensaje ("Miss Camiseta Seca",
la bautizó Rosa Belmonte). Intento escribir a mano, pero no resulta: el callo
que tenía en el dedo corazón, hecho a fuerza de apoyar el bolígrafo, desapareció
hace años, y ahora, en cambio, de tanto darle al ratón tengo en la muñeca un
túnel carpiano más grande que el de Despeñaderos.
Busco por toda la casa hasta que encuentro un portátil
arrinconado junto a un recordatorio de comunión y una bolsa de peladillas. Es
un PC del año 20 a. W. (antes de Windows). Es lento, se atasca. Las teclas van
más lentas que mi cabeza, así que pienso las palabras mucho más. Ya lo decía Nietzsche:
los instrumentos de escritura contribuyen a nuestras ideas. De hecho, cuando él
cambió la pluma por la máquina de escribir, su amigo Heinrich Köselitz
manifestó que su prosa se había vuelto más telegráfica, más estricta. Si
Nietzsche hubiera tenido un ordenador a mano, "Así habló Zaratustra"
habría sido un hilo de Twitter.
En el ordenador puedes borrar, cortar, copiar, deshacer,
empezar una frase por el final o un artículo por la mitad, como si hicieras una
colcha de retales; puedes escribir sin miedo a emborronar folios, a hacer
tachones o a cometer faltas; puedes vomitar palabras sin necesidad de
calibrarlas cuidadosamente, y puedes hasta hacer la compra de Mercadona por
internet y ver videos de gaticos mientras mandas la columna, que yo no sé si
seré pronadora o supinadora, pero procrastinadora soy un rato. El ordenador,
además, ha democratizado la escritura, que no la literatura: Alba Carrillo (ex de
Fonsi, ex de Feliciano, ex de "Supervivientes", ex de casi todo)
tiene una columna en SEMANA. En la portada de la revista, declara: "Soy
una persona preparada, y no un jarrón". Yo leo "jamón". Ya no es
que no sepa escribir, es que no sé ni leer. Y no soy la única: el otro día, una
participante de "First Dates" flipaba porque su cita le había
preguntado que si leía. "¿Libros, te refieres?". No, los prospectos
del Alka-Seltzer. Otro comentaba que él, mas que de leer, era de ver dibujitos.
Así estamos. Eso sí que da miedo, y no Halloween.