miércoles, 21 de abril de 2010

28 horas

No puedo más. He calculado que invierto 28 horas a la semana en ver "Sálvame", ¡28 horas!, el cuádruple de la jornada laboral de Naty Abascal. Y claro, si yo fuera redactora del MARCA ahora mismo les diría qué se puede hacer en esos 1.680 minutos, igual que cuando fichan a Cristiano Ronaldo y ellos se marcan una portada diciendo todo lo que se puede comprar con el sueldo que le van a pagar al gachó: que si una isla en el Índico, que si no sé cuántos Jaguars, que si pagar la deuda externa de Mozambique...

El caso es que, además de esta pérdida irreparable de tiempo, estoy empezando a dar muestras de un comportamiento un tanto extraño. Esta es la sintomatología:

- cuando castigo a mi hijo lo mando a la silla de las ratas

- ya só-lo ha-blo en bisí-labos, ¿va-le?

- he intentado hacer el baile chuminero con una minipimer (ni les cuento, pero imaginen a Nina Hagen con un cuchillo y tendrán una idea aproximada)

- he intentado peinarme como Karmele en el "De Luxe" (tampoco les cuento)

- he comenzado a llamar a mi marido "mi codirector"

- tiré el tomo XII del "Summa Artis" porque ponía "Alhambra" en vez de "Alahambra"

- no pienso volver a Lisboa

- los fines de semana vivo sin vivir en mí

- he empezado a cogerle cariño a Caballito de Mar

- he comprado una casa en Benidorm

- doy mi opinión "como madre" o "como pueblo"

- cuando me dicen "gracias" contesto "a tí por venir"

- me he unido a los grupos "Señoras que aprenden historia con Belén Esteban", "Yo también creo que Felipe se tendría que haber casado con Belén Esteban", "Señoras que cantarán Candel in de güin en el funeral de Belén Esteban" y "Belén Esteban, Presidenta".

- me ha parecido ver el rostro de Belén Esteban en el fondo de la sartén, como las caras de Bélmez

- sólo compro productos Actafarma

- ¿he comentado ya que comienzo a encontrarle el punto a Caballito de Mar?

Dazed and confused he llamado a House, pero tras escupirme por teléfono me ha dicho que no me preocupe, que él está enganchado a los culebrones de médicos y a Oprah. Y claro, en la Betty Ford no quieren aceptarme tras el fracaso de mi última rehabilitación (ya saben que volví a comprar el ¡HOLA! tras un bajón de azúcar). Así que he decidido desengancharme yo misma aplicándome un programa de choque basado en "Redes", "Metrópolis", "Saber y ganar" y "Grandes Documentales". Es la versión televisiva de la dieta de las proteínas. Pero claro, ahora aparece la ministra Sinde y dice que le tiene simpatía a Belén Esteban. Y en Francia es objeto de estudio sociológico. Y así no se puede, oiga. No se puede.

jueves, 15 de abril de 2010

La gorda interior

Y Gloria Serra adelgazó y dejó a Jordi, claro. Es una ley no escrita: cuando uno adelgaza, se divorcia. Conozco varios (muchos, demasiados) casos en los que ellos empiezan a adelgazar al estilo del increíble hombre menguante y al final el nuevo cuerpo se lo lleva otra. Esta vez ha sido ella la que ha dejado plantado a Jordi, y Antena 3 disfrutará de Gloria con tres tallas menos. Pero si Gloria Serra sufre ahora al desayunar un biscote integral con un zumo de pomelo, no les cuento cuando se tenga que merendar las audiencias de Antena 3. Ella, que se pegaba un atracón con las de "La Noria" mojadas en café con leche. Pero Gloria es una valiente: por embarcarse en las tardes de Antena 3, que es como subir al Titanic y, por supuesto, por hacer dieta.

Todos llevamos un gordo dentro (menos Imanol Arias; su gordo se lo comió Juan Echanove) que se va incubando durante las Navidades y que eclosiona en verano. ¿Todos? Todos no: existe una raza superior a la que su físico ha convertido en modelos y que, llevada por una falsa culpabilidad, intenta solidarizarse con el resto diciéndonos aquello de "en el colegio lo pasé muy mal porque me decían jirafa". ¿Jirafa? ¿Es peor "jirafa" que "vaca"? A lo mejor en la India sí, pero en el sistema de castas escolar no, desde luego. Me dan ganas ganas de abrirles la boca con un embudo y vaciarles la nevera de Falete. Ese intento que tienen las tipas delgadísimas de pagar su deuda genética con la sociedad (todos los genes buenos se los llevaron ellas) hablándonos de su sufrimiento adolescente es tan lamentable como decir que los ricos también lloran o que la suerte de la fea la guapa la desea. Los refranes son un fraude. Y mi gorda interior se monda con ellos.

La gorda interior nos acecha siempre, pero sólo las que hemos luchado contra ellas de pequeñas conocemos el método para obligarla a replegarse: en cuanto asoma la nariz, dieta que te crió. La mía lleva una temporada dándome un respiro, pero yo sé que está ahí, invernando, acechando, esperando cualquier momento para salir. Es una presencia inquietante, que suele manifestarse los lunes por la mañana y que hará su aparición estelar en cuanto comience a probarme bikinis. "¿Bikini?", me dirá. "¿Y de color turquesa? ¿No sería mejor un bañador negro con pareo a juego?". Y la lucha volverá. Mi gorda interior es una psicópata, la tía.

Por cierto, mi marido se ha puesto a dieta. No sé si empezar a preocuparme.