PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 20 DE MARZO DE 2017
Estimadas
amigas, desde aquí os lo digo: si alguna vez os ofrecen entrar en un grupo de
wasap de madres para manteneros informadas acerca de las andanzas escolares de vuestros
hijos, simplemente decid NO. Y si os meten en uno sin vuestro consentimiento,
SALID. Como alma que lleva el diablo. Como aquel día que os metisteis en un
Bershka. Como aquella noche que entrasteis en un bar de millennials. Hacedme
caso: sé de lo que hablo, que estoy entre tirar el teléfono por la ventana o
volver a los ansioliticos.
Leer "Has
sido añadida al grupo de madres del cole" da más miedo que ver el extracto
de la tarjeta después de Navidad. Y hablo sólo de grupos de madres porque los
padres no están en ellos. Uno, dos a lo sumo, de forma testimonial. Así que ni
8 de marzo, ni mujeres manifestándonos en la calle, ni pancartas del
patriarcado me da patriarcadas: no habrá verdadera revolución feminista hasta
que los padres no se metan en el wasap del colegio. Si estamos por la paridad,
que la mitad del grupo sean tíos. Y tortura para todos. Que ellos también se
enteren de que lo que es pasarte la Primaria recibiendo el parte médico diario
de la evolución de las anginas de Andresito seguido de sus correspondiente veinticinco
"que se mejore". Que sean conscientes de que ponerse de acuerdo para
comprarle un regalo de fin de curso a la maestra es más difícil que conseguir
la paz entre las dos Coreas. Que sepan lo que es levantarse y encontrarse con
más de cien mensajes discutiendo acerca de si los niños tienen que disfrazarse
de pollitos o de pececitos para el carnaval, y que treinta y cinco de ellos
sean de la madre de Gaia diciendo que su hija es vegana y que, o se disfrazan
todos de Los Fruitis, o pone una queja a inspección. Y la cosa no mejora con
los años: es irse los críos de viajes de estudios y que empiecen a bombardearte
el teléfono con "¿Qué habrá comido mi hijo?", "¿Alguien sabe
dónde están?" y "No hablo con él desde hace dos horas". Y así,
cinco días. Dos más, y vuelvo a darle al orfidal.
Pero no
desesperéis, amigas: de los grupos de wasap también se sale. Yo, de momento,
voy a salirme del mío y a meter a mi santo, que el feminismo empieza en casa.