jueves, 22 de marzo de 2018

PARIDAD

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 20 DE MARZO DE 2017

Estimadas amigas, desde aquí os lo digo: si alguna vez os ofrecen entrar en un grupo de wasap de madres para manteneros informadas acerca de las andanzas escolares de vuestros hijos, simplemente decid NO. Y si os meten en uno sin vuestro consentimiento, SALID. Como alma que lleva el diablo. Como aquel día que os metisteis en un Bershka. Como aquella noche que entrasteis en un bar de millennials. Hacedme caso: sé de lo que hablo, que estoy entre tirar el teléfono por la ventana o volver a los ansioliticos.

Leer "Has sido añadida al grupo de madres del cole" da más miedo que ver el extracto de la tarjeta después de Navidad. Y hablo sólo de grupos de madres porque los padres no están en ellos. Uno, dos a lo sumo, de forma testimonial. Así que ni 8 de marzo, ni mujeres manifestándonos en la calle, ni pancartas del patriarcado me da patriarcadas: no habrá verdadera revolución feminista hasta que los padres no se metan en el wasap del colegio. Si estamos por la paridad, que la mitad del grupo sean tíos. Y tortura para todos. Que ellos también se enteren de que lo que es pasarte la Primaria recibiendo el parte médico diario de la evolución de las anginas de Andresito seguido de sus correspondiente veinticinco "que se mejore". Que sean conscientes de que ponerse de acuerdo para comprarle un regalo de fin de curso a la maestra es más difícil que conseguir la paz entre las dos Coreas. Que sepan lo que es levantarse y encontrarse con más de cien mensajes discutiendo acerca de si los niños tienen que disfrazarse de pollitos o de pececitos para el carnaval, y que treinta y cinco de ellos sean de la madre de Gaia diciendo que su hija es vegana y que, o se disfrazan todos de Los Fruitis, o pone una queja a inspección. Y la cosa no mejora con los años: es irse los críos de viajes de estudios y que empiecen a bombardearte el teléfono con "¿Qué habrá comido mi hijo?", "¿Alguien sabe dónde están?" y "No hablo con él desde hace dos horas". Y así, cinco días. Dos más, y vuelvo a darle al orfidal.

Pero no desesperéis, amigas: de los grupos de wasap también se sale. Yo, de momento, voy a salirme del mío y a meter a mi santo, que el feminismo empieza en casa.

miércoles, 14 de marzo de 2018

SOLTAR AMARRAS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 13 DE MARZO DE 2018

Qué difícil resulta abstraerse de todo el dolor que nos rodea en días como hoy. Qué duro es escuchar las noticias, leerlas. Qué raro es ver que un paisaje luminoso que tú asocias con las risas y con las cañas al sol se ha convertido en un lugar oscuro, terrible y frío. Qué complicado es no dejarte llevar por la ira y por la furia. Por eso, en días como hoy achuchamos más que nunca a nuestros hijos, y los estrujamos, y los llenamos de besos y de mimos, pensando que un abrazo puede exorcizar los demonios que viven cerca de nosotros, convencidos de que nuestros besos pueden protegerles del mal.

Al mío no le he podido dar estos días todos los achuchones que hubiera querido. El tío, que se me ha ido a París. De viaje de estudios, dicen, como si fuera a estudiar algo más que el tiempo que es capaz de estar sin ducharse: no quiero ni pensar a lo que tienen que oler esas habitaciones ocupadas por adolescentes que le temen más al agua que Paquirrín a quedarse encerrado en la Biblioteca Nacional. Ellos allí, invadiendo París de hormonas y de tontunas sin cambiarse de calzoncillos, paseándose en régimen de semilibertad por los Campos Elíseos y bloqueando la subida a la Torre Eiffel; nosotros aquí, un poco nerviosos, un mucho solos, invadidos por la intranquilidad de saber si comerán, si descansarán, si les lloverá mucho, si actuarán con dos dedos de frente y si serán capaces de mandarnos un mensaje de vez en cuando, que tiempo para subir historias a Instagram haciendo el pavo sí que tienen, pero para enviarles una foto a sus padres, no. Mendigando wasaps, me hallo. Y desubicada, también. Qué raro es no escuchar un bufido, una cartera golpeando el suelo, una puerta que se abre a la hora de comer, un paso de comerme las lentejas, mamá, tía. Qué difícil es, en un mundo lleno de peligros, soltarles la mano y esperar que todo lo que le hemos dicho, todo lo que les hemos inculcado, haya ido calando en ellos. Qué complicado es confiar en que ningún demonio les saldrá al encuentro. Y qué tontos somos estos padres temerosos, que se preocupan por todo y a los que les cuesta tanto asumir que sus hijos son cada día menos niños y más adultos. Y que ya se ducharán algún día.


miércoles, 7 de marzo de 2018

INMERSIÓN


PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 6 DE MARZO DE 2018

Antes de llegar a convertirse en confesor de famosos con vinito blanco de por medio, Bertín Osborne ya cantaba aquello de "Dentro de ti hay una estrella / si lo deseas, brillará". Y parece ser que Osborne, visionario, llevaba razón: hoy todo el mundo está convencido de que lleva una estrella dentro, y desea que salga, y que refulja, y que brille, aunque la estrella sea de latón. Por eso no me extraña encontrarme un artículo de El Periódico en el que se cuenta la posibilidad de alquilar los servicios de un fotógrafo para que te persiga por la calle como si fueras un famoso. Tal cual. Experiencia inmersiva, que se llama. Así que tú, arreglá pero informal, te bajas a comprar el pan, a pasear al perro o a darte una vuelta por el barrio mientras que un fotógrafo (o varios, dependiendo ya de tu nivel económico y de tu grado de salud mental) te fríe a fotos. Y tú, reina por un día o celebrity por un rato, que lo mismo me da que me da lo mismo, te crees Paula Echevarría acosada por los periodistas, te imaginas que eres Froilán saliendo de un after, te piensas Isabel Preysler abandonando una clínica de cirugía estética por tercera vez en una semana, te sientes actriz oscarizada, o diva del pop, o cantante folklórica, que hay gustos para todo. Lo que no sé es si, por una módica cantidad más, una podrá hacerse la ofendida y pegarle paraguazos al fotógrafo, cagarse en sus muelas o estrellarle la cámara contra el suelo al grito de "¡No me vais a grabar más!", que si esta es una experiencia inmersiva, lo tiene que ser con todas sus consecuencias. Y, mientras tanto, los transeúntes contemplan la escena preguntándose quién es esa chica a la que persiguen los paparazzi. Objetivo conseguido.

Ahora la fama ya no es sólo efímera, sino también falsa, y si quieres creerte una estrella durante cuatro horas, pues aquí paz y después Photoshop. Ya lo decía Warhol: lo que cuenta no es quién eres, sino quién creen que eres. Claro que tampoco te puedes fiar mucho de un tipo que afirmaba que acudiría a la inauguración de cualquier cosa, incluso de un retrete. Y con fotógrafos, por supuesto. Pero es que algunos sólo se sienten vivos si los ven los demás. Aunque sea sentados en el váter.