miércoles, 30 de marzo de 2016

CUERNOS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL 29 DE MARZO DE 2016

Dice la Cantudo en “Semana” que Enrique Cornejo le puso los cuernos con una bizca. También dice que quien no la quiere es por envidia, que para trabajar no se ha tenido que acostar con ningún señor ni asistir a ninguna cena organizada por una madame y que la reina Letizia rompió el protocolo en una fiesta para ir a saludarla. Sólo le ha faltado decir que acababa de llegar de rodar una telenovela en Méjicos para convencerme de que es Josema Yuste en los tiempos de Martes y Trece. Posiblemente la Cantudo nunca dijo “Méjicos”, pero en este caso es aplicable la frase final de “El hombre que mato a Liberty Valance”: “Cuando la leyenda se convierte en hechos, publicamos la leyenda”. Y, aunque no se convierta en hechos, también la publicamos: que se lo digan a Ricky Martin, al perro y al bote de Nocilla.

Cantudo cuenta sus cuernos con dolor, meneo de melena y acento de Andújar. No me extraña su aflicción: que te engañen con la versión femenina del Dioni tiene que ser muy duro, casi tanto como descubrir que tu pareja ha cometido una infiserielidad. O lo que es lo mismo: no te ha esperado para ver juntos el último capítulo de vuestra serie favorita porque tiene más ansia que Paquirrín en una confitería. Seguir las andanzas de Alicia Florrick, Saul Goodman o Frank Underwood a escondidas está muy feo y, además, es muy peligroso, que del adulterio seriéfilo a enrollarse con una bizca hay un paso: se empieza por adelantar temporadas a lo tonto y se acaba en los brazos de Leticia Sabater.

La infiserielidad es la crónica de unos cuernos anunciados, tanto como los que les va a poner mañana Sánchez a Rivera cuando se vaya con Iglesias, que han quedado para buscar acuerdo o lo que surja. Y Rivera, mientras, más mosqueado que la Cantudo y su felpudo: lo que para el líder de Ciudadanos era un casorio en toda regla, celebrado con la pompa y circunstancia propias de una boda de futbolista de Segunda con ínfulas de delantero de Primera, para Sánchez es un matrimonio rato y no consumado. A los ojos de la Iglesia de Nuestra Señora de los Últimos Pactos, Sánchez sigue siendo libre para irse a negociar por ahí. O para ver la sexta temporada de “Juego de Tronos” con Iglesias. Lo mismo tiene.



BONUS TRACK: De regalo, los mejores momentos de la Cantudo. Como siempre, cortesía de la gran @covanechi



miércoles, 23 de marzo de 2016

SANTOS OFICIOS

PUBLICADO EL MARTES 22 DE MARZO DE 2016 EN LA VERDAD

Voy a meterme en obras. Yo no, aunque falta me hace pasar por chapa, pintura y cirugía mayor; mi casa, digo, que vamos a reformarla. Valiente que es una. O masoquista, que ya ha empezado el Vía Crucis: es entrar los santos oficios por la puerta, léase albañiles, pintores, fontaneros y electricistas, y empezar a soltar “¡PFFF, cómo está esto!”, “PFFF vaya una chapuza que le hicieron aquí, señora”, “PFFF, buena pinta no tiene”. Igualico que el anuncio de la Lotería Primitiva: no sabemos qué es ese PFFF, pero no tiene pinta de ser barato. Y para rematar: “Le puedo dar un presupuesto aproximado, que hasta que no piquemos no sabemos qué nos vamos a encontrar”. Como si fueran los arqueólogos que andan buscando la tumba de Nefertiti. Acabáramos.


Lo peor de todo es que nos metemos en faena con nosotros viviendo en casa, que servidora está canina y no tiene parné para irse al hotel Santo Mauro como hacía Ana Obregón cuando cambiaba el suelo de la cocina (y, de paso, se trajinaba a David Beckham). Nos espera una temporada de olor a pintura, ruidos de radial, polvo de cemento, escombros por doquier y albañiles resoplando que me río yo de la obra del Escorial, de las pirámides de Egipto y de las reformas de Villa Meona. Sólo me consuela pensar que es el país entero el que está en obras: en menos de quince días Susana Díaz se mete en Ferraz a darle un lavado de cara al partido, o a dinamitarlo, que la maestra albañila va armada de pico, pala y barrena; a Mariano Rajoy es sacarle a relucir la reforma de la sede central del PP que se pagó con dinero negro y echarse a temblar, y los albañiles que ayudaron a construir Podemos se han rebelado todos a la vez presentando dimisiones a saco. Más le valdría al líder carismático dejarse de tanta soberbia y arrogancia y acordarse del poema de Bertolt Brecht, “Preguntas de un obrero que lee”: “¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas? / En los libros aparecen los nombres de los reyes. / ¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra?”. A Iglesias se le ha olvidado que los obreros podemitas leen, y mucho, pero sólo ven escrito el nombre de su rey. Yo, en cambio, sólo veo escrito el presupuesto del contratista. ¡PFFF!

miércoles, 16 de marzo de 2016

CENICEROS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 15 DE MARZO DE 2016

Me pasé la infancia haciendo ceniceros en clase por el Día del Padre; el regalo ideal para un hombre que no fumaba. Ahora, si hacen eso denuncian al colegio. Hemos cambiado tanto que vemos a Antonio Alcántara fumando junto a la cuna de su hija María y nos dan ganas de llamar a servicios sociales. O nos entra alferecía cuando, en el primer episodio de “Mad Men”, un ginecólogo le hace una revisión a Peggy Olson con un cigarrillo colgándole de la boca. “Las chicas fáciles no encuentran marido”, le dice mientras le receta la píldora “No se trata de que ahora te conviertas en la puta de la ciudad”. Amárrame esos pavos. Para cogerlo y apagarle el Marlboro en la calva por prescripción facultativa del Doctor Rosado. Pero mi pobre padre, que no había fumado en la vida, aceptaba de buen grado aquellos ceniceros toscos, falsamente envejecidos con betún de Judea (hubo una época que el betún de Judea, el pan de oro y las esculturas de escayolas eran el nuevo negro) y tan feos que no los pondría ni Jesulín en “Ambiciones”.

Mi santo también ha llevado con una sonrisa la colección de llaveros, colgajos para el coche, corbatas de papel y separadores de libros que nuestro hijo ha hecho en el cole por el Día del Padre. Se los echaba en la mochila envueltos en celofán de colores y se los daba en cuanto entraba por la puerta, sin esperar a que llegara el diecinueve de marzo, que los Palo somos de natural impaciente. Su padre montaba tal número jolgórico festivo que parecía que le había tocado el Euromillón, y el heredero levantaba la barbilla y decía con orgullo “Lo he hecho yo solito”. Ahora lo que nos dice es que ha quedado con sus amigos para ir a comerse una pizza. “Que yo tengo mis planes”, me suelta. “Que hemos quedado para hablar de nuestras cosas”. Y lo dice con el mismo orgullo con el que nos mostraba su regalo, con una pizca de altanería en la nariz y con la confianza del que se sabe, cada día, un poco más mayor. El próximo sábado me temo que ya no habrá llavero por el Día del Padre, ni separador de libros, ni un cenicero siquiera. Me acercaré a comprarle un taladro, que llevo con los cuadros sin colgar desde 1999. Que no se quede sin regalo, el pobre.

miércoles, 9 de marzo de 2016

TOMATE

PUBLICADO EN LA VERDAD EL 8 DE MARZO DE 2016

La española, cuando besa, es que besa de verdad. Y el español. El guiri no sé, que yo he sido siempre de consumir producto nacional; kilómetro cero, para ser exactos: lo más exótico que han catado estos labios que se han de comer una barrita de Biomanán fue un madrileño allá por el Pleistoceno, bajo el reinado de Tierno Galván. Y pare usted de contar.

Pablo Iglesias, en cambio, ha probado un beso catalán. Un “petó”. Y vaya si lo petó, que a Iglesias y a Domènech sólo les ha faltado ser portada del “Nuevo Vale”. Normal: dicen que en Podemos se folla mucho. Tanto como en Bolivia: a Evo Morales, que ya tiene dos hijos reconocidos de otras dos mujeres, le ha salido un tercero. “El presidente también ama”, justificaba en forma de bolero un alto funcionario del gobierno de Morales. Julio Iglesias, Luis Miguel, Pepe Navarro o Alberto de Mónaco también son hombres que amaban a las mujeres, hasta el punto de ir haciendo niños por ahí. Pero más le valdría quererlas menos y quererlas mejor, a ellas y a sus hijos: Manuel Díaz está hasta la taleguilla y ha anunciado que presentará una demanda de paternidad contra El Cordobés, aportando como prueba la saliva presente en una servilleta con la que Manuel Benítez se limpió la boca tras beber un vaso de agua y que un investigador privado recogió en el suelo de un bar. Leo la noticia y no sé si me parece más extraordinario que un tipo busque una servilleta entre huesos de aceitunas chuperreteaos o que El Cordobés beba agua: por su nivel habitual de exabruptos tiene que ser agua, sí, pero con misterio.


Con tantos hombres y mujeres amándose, tanto beso y tanta intervención de Iglesias bromeando sobre amoríos politiqueros, en el Parlamento hay más hormonas flotando que en el gimnasio de un instituto. Le dice Ana Rosa a Iglesias que en la transición también había mucho tomate, sobre todo entre políticos y periodistas. “Cuéntame esto, Ana Rosa”, le dice Pablo. “Eso, cuenta, cuenta”, le digo yo, que ya he empezado a hablarle a la tele. Ana Rosa, discreta, calla. Lo que no sabemos es si a esos periodistas se les aplicaba la regla enunciada por A. M. Rosenthal, mítico director del “New York Times”: “No me molesta que mis periodistas se acuesten con los elefantes, siempre que no cubran el circo”. Y circo vamos a tener esta legislatura. De tres pistas.

miércoles, 2 de marzo de 2016

INVESTIDURA

PUBLICADO EN LA VERDAD EL 1 DE MARZO DE 2016

Estoy mucho mejor vestida que desnuda: si hay que poner las cosas en su sitio, una bragafaja y un sostén constituyen un andamiaje oculto más sofisticado que la estructura de un edificio de Norman Foster; si no, un coso por encima y chimpún, que una buena capa todo lo tapa. Pero es que investida estoy aún mejor que vestida, que es conferirte un cargo importante y sentarte la ropa estupendamente. La ropa y lo que no es la ropa: Soraya Sáenz de Santamaría se arregló la paleta rota en cuanto saltó al terreno de juego, a Bono le salió un tupé de la noche a la mañana que ni con el crecepelo del Doctor Rosado, y Zaplana se operó la nariz por aquello del desvío del tabique nasal, un defecto que sólo tienen los que pueden pagarse una rinoplastia. A todos les favorece el poder menos a Pablo Iglesias que, a decir de Josie el estilista, se puso el smoking en los Goya y parecía un camarero del Costa Concordia.

Por eso Pedro Sánchez tiene ganas de ser investido Presidente, para deshacerse de su pinta de dependiente de planta de caballeros del Corte Inglés y convertirse en un hombre de estado, bien planchao y bien digno. Él se ve al lado de Felipe VI como un reflejo de Adolfo Suárez junto a Juan Carlos I: jóvenes, altos, buenos mozos, con esa guapura clasicona que les gusta a las abuelas, con hechuras para echarse un país a las espaldas. “¿Por qué la elección de Suárez?”, le preguntó José Luis de Vilallonga al Rey. “Porque era joven, moderno y suficientemente ambicioso como para desear ser el hombre capaz de afrontar los momentos que vivíamos”. Pedro se arroga esa descripción. Y se mola. Mogollón. Casi tanto como Albert Rivera. “El pacto de los guapos”, dicen de estos dos. “El Renacido” llama David Jiménez a Pedro Sánchez, dado por muerto antes de tiempo como el personaje de DiCaprio en la última película de González Iñárritu, “The Revenant”. Lo de “El Revenío” se ha quedado ya para Mariano Rajoy, que se le ha puesto una cara del Fary comiendo limones que pa qué. Si Bukowski afirmaba que “Es increíble lo que un hombre tiene que llegar a hacer sólo para poder comer, dormir y vestirse”, para investirse ni les cuento. Lo que sea. Total, para luego quedarte en pelotas en el Congreso. Invísteme despacio que tengo prisa.