miércoles, 19 de diciembre de 2018

CELEBRACIÓN

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 18 DE DICIEMBRE DE 2018

Que una dedique por estas fechas una columna a hablar de lo que poco que le gusta la Navidad es un clásico. Que vuelva a sacar a relucir todos los topicazos de esta época, otro. Que haya cogido tres kilos en las comidas prenavideñas, que esté de los nervios con los regalos, que odie las películas familiares, que piense en exiliarse a Albania hasta el 8 de enero o que hubiera deseado casarse con un señor que fuera hijo único para librase de una familia más grande que los von Trapp reproduciéndose sin control, también. Todo eso es normal en estos días. Y, además, qué quieren: servidora tiene mucha plancha y poco tiempo, y si hay que tirar de cuñados, de unicornios de juguete que cagan purpurina y del villancico de Leticia Sabater para llegar a tiempo con el artículo, pues se tira y Santas Pascuas. 
   
El heredero me lee por encima del hombro mientras escribo, me mira con sonrisa de ala ancha de medio lao y me dice que no me gusta la Navidad porque soy una snob. Y, en parte, lleva razón: no me gusta por eso y por más, que cada uno deja de creer en la Navidad por distintos motivos: Shirley Temple porque su madre la llevó a ver a Santa Claus a unos grandes almacenes y él le pidió un autógrafo; yo, porque en la mesa de Nochebuena empezó a haber más sillas vacías que ocupadas. Pero si los que peinamos canas teñidas tenemos la certeza de que una vez fuimos más felices, también tenemos la seguridad de que habrá Navidades en las que lo seremos menos. Así que no nos pongamos tontos, que la vida ya nos da suficiente hostias sin avisar como para poner la otra mejilla. Celebremos que estamos juntos y calentitos en casa, que al abrir la puerta se huele a caldo con pelotas y que el único problema que tenemos es que no nos cabe ni un mazapán más sin desabrocharnos el pantalón. Que somos afortunados por tener un lugar al que regresar, aunque a las dos horas estemos pensando en huir. Y que si no soporta a su familia, peor lo lo tiene Chabelita celebrando la Nochebuena en "Cantora". Por eso, este año ya pueden ir borrándome de la lista de los damnificados por la Navidad. Que sí, que sigue sin gustarme. Pero menos me gustaría estar sola en esta época.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

LA MALA EDUCACIÓN

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 11 DE DICIEMBRE DE 2018
Rula por ahí un fragmento de una entrevista que Sánchez Dragó le hizo a Antonio Escohotado. En ella, dice Escohotado que Un país es rico porque tiene educación. Educación significa que, aunque puedas robar, no robas". Y lleva razón: los que han robado en este país no sólo son unos chorizos, sino que son unos maleducados. Y eso es aún peor.
Si no existieran la educación y la cortesía, a mí me habrían lapidado ya. O detenido. Que una, cuando le saca filo a la lengua, hace honor aquello que decía Mae West"Cuando soy buena, soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mucho mejor". Que una se pirra por un buen latigazo verbal, por una frase demoledora. Pero que una también sabe que, si llevara a la práctica esa milonga de ser auténtica y sincera y acabara soltando por la boca lo que pide el estómago, se encontraría sola, solísima. La educación es un filtro de Instagram; es eso que te autoriza a disfrazar la verdad, que te permite mentir a los demás para evitar males mayores, que mantiene alta la autoestima de los otros mientras la tuya se va por el desagüe, que evita que le digas a una amiga que sí, que es cierto, que se está poniendo hecha un morcón. Porque para eso estamos las amigas: para mentirnos entre nosotras y ayudarnos a sobrevivir. 
También es cierto que a mí me ha domado el tiempo: cuando era joven, la timidez me convertía en un orco insociable que caminaba con la cabeza gacha para no tener que saludar a nadie. Pero, ahora, eso es un lujo que no me puedo permitir, porque a partir de cierta edad la timidez se convierte en mala educación. Por eso les perdono a los millennials, tan insultantemente jóvenes, tan despiadadamente honestos, tan inocentemente genuinos, eso de no despedirse por wasap, o de no dar las gracias, o de no contestar a los mensajes. Ni un emoticono, oigan. Como si cobraran a euro el dibujico. Quién tuviera veinte años para poder ignorar todo lo que no te interesa sin sentirte culpable, para ser maleducado sin que te condenen o para poder ir sin mangas en invierno: "La próxima vez, acuérdate de hacer palmas con los brazos pegadicos al cuerpo y así no se te moverán las mollas", me dijo la otra noche una amiga. Ya me podía haber mentido, la cabrona.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

LA VIDA IMAGINADA

PUBLICADA EL MARTES 4 DE DICIEMBRE DE 2018

La vida no es nunca lo que te imaginas. La vida imaginada es la que planeas cuando te acuestas, la vida real es a la que te enfrentas cuando te levantas. Tumbada en la cama inventas conversaciones en las que desbaratas al enemigo con tu verbo ingenioso, diseñas escenarios en los que dominas la situación y fantaseas con momentos que jamás se van a producir; de pie, una se adapta a lo que hay. La vida soñada es el vestido monísimo que pides por Aliexpress, y la real es el trapillo chino que te encuentras al abrir la caja. La vida es muy puta, a veces, y muy maravillosa, también a veces. Y, mientras tú estás encerrada intentando con todas tus fuerzas que lo que imaginas coincida con lo que sueñas, la vida es lo que sigue ocurriendo a tu alrededor.

Me metí en mi período de aislamiento anual con Kiko y Makoke llevando un separación civilizada y con unas encuestas que daban a Susana Díaz ganadora en las autonómicas andaluzas, y salgo con los Makokos, que dice Paz Padilla, envueltos en una guerra catódica que va a ser más larga que la de los Cien Años y con Susana tocada y hundida. A la presidenta de Andalucía se le rompió el amor de tanto usarlo, como a Makoke: mientras ellas se pensaban eternamente queridas, amadas y respetadas, los suyos les ponían los cuernos; Kiko con todo bicho viviente y los andaluces con Vox, ese partido para gente sin complejos que se sienten orgullosos de videos que parecen la cabecera de Curro Jiménez pero con música de "El señor de los anillos". Es lo que tiene cerrar los ojos y hacerte la loca y no querer ver lo que pasa a tu alrededor y vivir la vida imaginada, que la hostia de realidad que te llevas te deja seca. Es despertarse una mañana y encontrarse ladillas en los calzoncillos de Matamoros (tal cual) o los doce escaños de Vox en el parlamento andaluz. Si Kiko llegaba a los puticlubs en cochazo y los de Podemos en bici al Congreso, los de Vox llegarán a caballo, como los jinetes del Apocalipsis. Y de loden verde caqui, que es lo peor. Al final, siempre acabamos improvisando sobre la marcha. Me veo a Susana Díaz contando sus cuernos en un "Poli DeLuxe". Para lo que hemos quedado, amiga. 

miércoles, 21 de noviembre de 2018

VIEJENIALS

PUBLICADA EN LA VERDAD EL MARTES 20 DE NOVIEMBRE DE 2018

Los viejenials son el nuevo negro. O la nueva pesadilla: que tengas que decirle a tu madre "¡Mamá, por Dios, apaga eso o te quito el móvil!" porque la señora está venga a wasapear en el grupo de la familia y el sonido de las notificaciones no te deja oír ni tus propios pensamientos, es sintomático. Y curioso. 

La inversión de papeles se ha producido sin previo aviso: las abuelas han pasado de decirte "es que me da miedo tocar algo por si me lo cargo" a mandarte la receta de la fabada por un audio de wasap. Y, de ahí, a stalkear tu cuenta de Instagram y a soltarte que la muchacha esa con la que vas no le gusta ni una chispa, que tiene pinta de guarrindonga porque lleva medio culo fuera; a preguntarte quién es el satélite que aparece contigo en una foto bebiendo a morro de una botella, que vaya ojicos que lleva; a decirte que hay que ver qué guapo estás, y qué alto, y qué repuesto, que te ha visto en una historia de la boda de tu amigo Felipe, que ése sí que se ha casado con una buena muchacha; a grabarte un tutorial para que aprendas a plancharte bien las camisas, que vas siempre hecho un Adán, y a pedirte que le hagas una playlist en Spotify con canciones de Antonio Molina. Dadle un móvil a los viejenials y dominarán el mundo: el tuyo. Ni siquiera podrás decirle a la yaya que llevas una semana sin verla porque tienes mucho curro: la yaya te ha pillado de festivales con el satélite y con la guarrindonga, así que vete despidiendo de los tuppers de arroz con leche durante una buena temporada.

Pero el shock generacional definitivo va a producirse el día en que te encuentres a tu abuela en Tinder poniendo morritos y consiguiendo más matches que tú. Porque los viejenials de verdad, más enganchados al móvil que a las pastillas para la tensión, ya pasan de ir a ligar al programa de Juan y Medio. Los viejenials de verdad saben que no tienen nada que perder. Ida Vitale ha ganado el Cervantes con noventa y cinco años. No sé si tendrá móvil o no, peor lo cierto es que hace honor a su apellido. Igual que los viejenials, que se resisten a que la tecnología los eche del mundo antes de tiempo. 

miércoles, 14 de noviembre de 2018

PURO VICIO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 13 DE NOVIEMBRE DE 2018

Todos tenemos secretos. Cosas tan íntimas que no reconoceríamos ni aunque nos metieran astillas debajo de las uñas o nos amenazaran con un hurón loco. Pulsiones que nos avergüenzan, que nos asustan o que somos incapaces de verbalizar. Aficiones inconfesables, gustos raros y perversiones extrañas. 

Nos pirran nuestros hedores y nuestras secreciones; nos hacemos el moco, nos olemos la ropa interior, nos quitamos las pelotillas entre los dedos de los pies y nos rascamos las picaduras de los mosquitos hasta hacernos sangre. Bailamos delante del espejo haciendo playback, escuchamos canciones tontas que nos emocionan hasta la lágrima, leemos libros espantosos que nos mantienen despiertos un martes por la noche, vemos películas de tercera regional que nos encantan y series más malas que el baladre de las que esperamos con ansia viva la próxima temporada. Guarreamos con la comida, bebemos agua de la botella a morro, chupamos las tapas de las natillas, metemos el dedo en el bote de la leche condensada y nos comemos la fruta escarchada del Roscón de Reyes. Nos ponemos como motoretas con señores y señoras a los que no saludaríamos jamás en público, y nos remueven hasta los cimientos a nivel terremótico gente objetivamente fea y asimétrica: véase que hay personal al que le molan los abdominales de Aznar o los contoneos de cadera de Georgie Dann. Si eso no son parafilias, que venga el Marqués de Sade y lo vea. 

Los japoneses son peores, claro, que eso de comprar bragas usadas en máquinas expendedoras, pagar por echarse una siesta sobre el regazo de una mujer o mojar patatas fritas en chocolate es de traca, pero es que las guarreridas japonesas han sido siempre superiores a las españolas. Hasta que ha llegado Techi al Poli DeLuxe. Techi no es japonesa, pero parece del mismísimo Osaka: no sólo por el nombre, Te Chi, y por los ojos achinados a causa del bótox, sino también porque fue novia del Paquirrín pre balón gástrico, lo cual ya indica el nivel de perversión. A Techi le preguntaron si alguna vez le había depilado los pelos de la espalda a Kiko Rivera. Sí, contestó. Con crema depilatoria, aclaró. Tan fresca. Sólo le faltó decir que le quitaba los puntos negros para superar "El imperio de los sentidos". También es cierto que peor es lo mío, que lo estoy viendo un sábado por la noche. Puro vicio. 


miércoles, 7 de noviembre de 2018

REBELIÓN A BORDO

PUBLICADO EL MARTES 6 DE NOVIEMBRE DE 2018 EN LA VERDAD
Me he quedado sin muso. Tal cual. El heredero, que se me ha puesto bravo. Que me calle, me dice. Que no hable más de él, me ordena. Que no cuente sus cosas porque sus amigas han empezado a leer mis columnas y le voy a fastidiar la adolescencia, me argumenta. Acabáramos: tenían que ser ellas las que me leyeran, claro, tan listas, tan bonicas, tan de entrar por la puerta con sus meneos de melena y su hola, qué tal, y sus dos besos, y su complicidad femenina, y su ponerme al día de lo que pasa en el instituto. Ellos no: ellos aparecen en mi casa como una panda de orcos, me saludan con un sonido gutural y van a echarse una Play. Y todas sus lecturas se reducen a las puntuaciones del FIFA. 
El tío sigue en sus trece: que si Andreíta le ha prohibido a su madre hablar de ella, yo no voy a ser más que la Esteban, y que si aún no he aprendido que de las personitas no se puede hablar en público. "Personitas" es el eufemismo que utilizan en "Sálvame" para hablar de los menores, algo que produce mucha risa cuando el menor en cuestión es un bigardo de metro ochenta con pelos en la barba; la misma risa que da leer en ¡HOLA! que Naty Abascal se manifestó de forma "alegre y desinhibida" al salir de una fiesta por no decir que iba más pedo que Alfredo. "Los limites de mi lenguaje son los límites de mi mundo", sentenció Wittgenstein. Y así estamos, limitados perdidos.
En resumen, que me he quedado sin uno de mis temas recurrentes. Y, para colmo de males, el heredero no sólo me ha salido censor, sino también republicano. Que la monarquía es una institución desfasada, que tendrían que hacer un referéndum y que, de casarse con Leonor, nasti de plasti. Ya ven: yo, que me pirro por un armiño, unos chatones, unas joyas de pasar, una reverencia, una pompa y una circunstancia; yo, que me veía abuela de reyes; yo, que me pensaba entrando por la Almudena vestida de madrina, me he quedado tocada, hundida y plebeya por los siglos de los siglos porque el niño se me ha rebelado. Para una oportunidad que tenía servidora de ponerse un Caprile, va y me la joroba. Y luego soy yo la que le fastidia la adolescencia. Cría cuervos. 

miércoles, 31 de octubre de 2018

LA BUENA MUERTE

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 30 DE OCTUBRE DE 2018

Cuenta Lolita que, cuando su hermana Rosario y ella se toman tres vinitos y se ponen pedo, empiezan a hablar de sus muertos y a reírse mientras los lloran. Es lo que tiene mezclar vino con dolor, que te montas un calimocho que hace que vomites las penas. Y eso te puede pasar cualquier día, ya sea el de Todos los Santos, el del Domund o el de la Independencia de Méjico. Porque la muerte es siempre una putada. Y de las gordas. De las que no se te olvidan nunca.

Por eso hay que intentar morirse bien, para que la putada no sea doble. Y yo, precavida, ya tengo mi obituario hecho para este periódico: no quiero que lo último que se escriba sobre mí quede a merced de un pavo de guardia que lea a Paulo Coelho y escuche a Macaco. Eso sí, el título no lo tengo claro: me debato entre "La mujer que nunca estuvo allí", "La ridícula" o "La impostora". Lo mismo debería de elegirlo usted, jefe, que aunque yo vaya por la vida de espía rusa impenetrable, soy más transparente que un vestido de la Pedroche, y seguro que usted ya me tiene calada. En fin, que dejo el título en sus manos.

También tiene que darme tiempo limpiar la casa, a cerrar las redes sociales (qué mierda cuando alguien muere y te encuentras sus fotos sonrientes de vacaciones en Cancún, qué oxímoron, qué broma tan cruel) y a ordenar los libros. Las columnas me dan igual: que las guarde el heredero, si quiere, y que las lea cuando le dé la gana, que el tío brevas no siente curiosidad por saber lo que escribe su madre cada semana; que las queme en la hoguera de San Juan, que haga máscaras de papel maché con ellas o que las lleve al contenedor de papel. Más pena me dará irme sin hablar bien inglés, sin haberme puesto nunca una minifalda de vértigo o sin saber qué se siente al ser la más guapa de la fiesta; la misma pena que me dará irme con un montón de frases que nunca dije y un montón de respuestas preparadas que nunca pude dar. Y me iré sin ganas, claro. Eso sí, procuraré morirme lo más tarde posible, y morirme bien, que sólo tengo una oportunidad para hacerlo. A ver si no la cago.    

miércoles, 24 de octubre de 2018

ESTEREOTÓMICO Y TECTÓNICO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 23 OCTUBRE DE 2018
El otro día utilicé por primera vez la palabra "prístino" en una conversación; en mi defensa he de decir que llevaba tres copas de vino encima. No sé cuántas llevaría José María Cano cuando se inventó lo de "mariconez", aunque ése no es el peor pecado que ha cometido Mecano: como dice A., mucho peor es lo de "Eungenio". Pero no seré yo la que se meta con las letras de los hermanos Cano, aunque haya ripios que deberían ser perseguibles de oficio. Y no seré yo, digo, porque a servidora le encanta inventar palabras, y descubrirlas, y jugar con ellas. Y como soy una cría pequeña en un cuerpo premenopáusico, descubro un término nuevo y no paro de utilizarlo: ahora he aprendido "estereotómico" y "tectónico", dos palabros que suenan a título de ensayo de Umberto Eco, y me paso la vida intentando meterlos en cualquier frase. 
Desafortunadamente, como no puedo usarlos en el contexto adecuado porque no soy ni arquitecta ni ingeniera ni artesana ni carpintera, los tengo que utilizar en el submundo de "Sálvame": Belén Esteban, desligada de la tierra y de la realidad y con una cabeza tan ligera como una cabaña de paja, sería tectónica, cáscara pura, mientras que Kiko Hernández sería estereotómico, macizo, pétreo. Y es que los estereotómicos son impenetrables; son piedra dura de Chipiona, que le dijo Lola Flores a Rocío Jurado. Como Pedro Sánchez, un señor que parece tectónico por lo volátil de su pensamiento cuando, en realidad, es estereotómico: sólo un bloque de granito aguanta que le den por muerto en su propio partido para después resucitar y llegar a ser presidente. 
Las palabras están para juguetear con ellas, para cultivarlas, para divertirse. No sé si están para provocar cambios sociales, no sé si la justa lucha contra el machismo o la homofobia justifica romper la integridad del idioma, no sé si los que seguimos usando el acento en "sólo" somos la resistencia o un atajo de viejos snobs, no sé si los que utilizan la "-e" como género neutro para terminar las palabras son asturianos o modernos. Lo que sí sé es que, para deconstruir el lenguaje, primero hay que dominarlo. Igual que para poder deconstruir una tortilla de patatas, antes hay que saber hacer la tradicional. Lo de con cebolla o sin cebolla, eso ya otro día, que hoy estoy tectónica perdía y no me entra luz ni por sustracción. 


miércoles, 17 de octubre de 2018

MINIMALISMO

PUBLICADO EL MARTES 16 DE OCTUBRE DE 2018 EN LA VERDAD
"A mí sólo se me pierde una vez", dice Aramís Fuster. Qué suerte: a mí me han perdido varias veces, y yo solita me he perdido aún más. Un día me perdí hasta en las escaleras de mi casa, algo que es triste, literal y humillantemente cierto. Y eso que mi casa no es tan grande como la de GH VIP, ese sitio con más hormonas sueltas que el campamento de verano de los incorregibles albóndigas. Tampoco es como la de Bertín que, por mucho que diga, su casa no es la nuestra; su casa es de sus colegas famosos, los que van allí a contar su vida mientras beben vinito blanco con fondo de canciones pop de los ochenta interpretadas a ritmo lipotímico por una vocalista lánguida, que así es mucho más fácil de digerir cualquier cosa, desde la conversación inane hasta lo que cocina Bertín. 
En la casa de Bertín cabemos usted, yo y toda la familia de Viva la gente. Es lo que tienen los ricos: mucho concepto abierto, muchos espacios desaprovechados y muchos metros cuadrados por habitante. Babeamos en nuestro sofá viejo viendo habitaciones en las que se puede montar un estadio olímpico y cocinas que podrían acoger a varias tribus amazónicas. Y sin enredos de por medio, que es lo que más envidia nos da: yo me hice una casa minimalista, limpia, de líneas rectas y muebles italianos, con la vana esperanza de poder deshacerme de un montón de cosas y de empezar de cero, pero no funcionó: al final, el asesino siempre vuelve al lugar del crimen y servidora siempre vuelve a los viejos hábitos, que van desde acumular libros y papeles hasta no tirar ropa de la talla 38 por si alguna vez quepo de nuevo, algo tan improbable como que Falete pase por el ojo de una aguja o por la puerta de Imaginarium. Por eso, cuando va a llegar una visita, lo guardo todo a presión en los armarios, y rezo para que a nadie le de por cotillear el romi y le salte un peine al ojo. Lo cierto es que el minimalismo, ese movimiento falaz inventado por interioristas sin hijos, sólo me dura el tiempo que tarda en irse la visita; después, todo vuelve a ser zona de guerra. Tanto que, si miro debajo de los cojines del sofá, lo mismo me encuentro a Aramís Fuster. Perdida otra vez. 

miércoles, 10 de octubre de 2018

PELUQUERAS ILUSTRADAS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2018
Estamos perdiendo los valores: una antes iba a la peluquería de su barrio con las canas al aire, las puntas abiertas y el último "Sálvame" en la retina, no fuera que la conversación pasara por algún drama pantojil y te pillaran en un renuncio,  y ahora tiene que llegar con las series vistas y los estrenos cinematográficos al pistón, que hay días en los que parece que te está cortando el pelo Carlos Boyero. Una, fiel a sus principios, trata de derivar el tema hacia las siete diferencias entre el heredero de la Casa de Alba, que se casó vestido de soldadito de plomo, y Juan Miguel, el ex de Karina, que llevó a su hija al altar disfrazado del Sombrero Loco, todo con una pinta tan desagradable que el video del enlace podría haber participado en el festival de Sitges, y la cosa acaba en que si en Sitges aceptan producciones de Netflix o no, que mira lo que pasó en Cannes. Y así todo. Desapareció el placer del deslengüe, del despelleje antropológico, del criticar por criticar revista en mano y papel de plata en los pelos; todo aquello se fue por el desagüe del lavacabezas. La civilización era esto.
Lo que nunca cambia en la peluquería es la sensación de indefensión: cuando una está frente al espejo del tocador, fea como un perro mojado y a merced de una señora con unas tijeras en la mano, se desmorona. Ante la peluquera estás expuesta. Sabe dónde tienes las canas, sabe dónde hay que cubrir y tapar, sabe tus puntos débiles. Y así, desprotegida, con la guardia baja y la capa de plástico sobre los hombros, a una se le suelta la lengua sin necesidad de un flexo apuntándole a la cara, y le cuenta a su peluquera los problemas con su nuera, o lo de su nieto el pequeño, o lo del hijo que se le ha quedado en el paro, o lo harta que está de su Paco, que si lo llega saber ella cómo es posible que se hubiera casado, pero que llevan cuarenta años juntos y ahora ya pa qué. Las peluqueras sí que tienen un contrato de confidencialidad, y no lo incumplen. No como los ex empleados de Pantoja, que saltan a la palestra a criticar en cuanto tienen que pagar la luz. Menos mal que, en mi peluquería, no saben quién es Dulce. Ni Pepi Valladares


JUAN MIGUEL EN LA BODA DE SU HIJA. ESE MATRIMONIO 
HA DE SER NULO DE PLENO DERECHO

miércoles, 3 de octubre de 2018

JUEGO DE ESPÍAS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 2 DE OCTUBRE DE 2018
Lo dijo hace años Lydia Lozano, que de eso sabe un rato: nadie aguantaría que le hicieran una cámara oculta. Y menos recién levantada, que estas cosas te pillan sin producir y ya es la ruina. Tampoco aguantaría nadie que le grabaran una tertulia de bar asiático en mano y palillo en boca, que escucharan sus conversaciones telefónicas o que leyeran sus WhatsApps, que una, a veces, se toma un agua con misterio y se tira como una loca al teclado porque está que se escribe encima, porque los dedos son más rápidos que la cabeza o porque no hay nada más peligroso que "un día triste, un día peligroso y ofensivo, que puede justificar cualquier tontería juvenil", como dice Josep Pla en "El  cuaderno gris". Es entonces cuando el sentido común, el que nos protege en público, el que nos para y nos templa la bravura, salta en mil pedazos. Es entonces, en ese momento en el que te crees en confianza, en el que no tienes los ojos de alguien mirándote a la cara, cuando se produce una libertad ilusoria, una sensación de impunidad: la pantalla como biombo que protege al testigo de cargo. Y es entonces, también, cuando piensas que no tiene importancia, que total es un desahogo, y que, al fin de cuentas, los mensajes se perderán como lágrimas en la sopa. Pero no. Ahí están, ocultos pero no enterrados, dispuestos a reaparecer en el momento menos indicado para darte la vida mártir. Si ahora una también tiene que pensarse dos veces (y tres, y cuatro, y cinco) lo que dice en privado, apaga el móvil y vámonos. Pero a un monasterio cartujo, donde no haya cobertura. 
Lo paradójico es que, en esta época de exhibición impúdica en la que mostramos sin reparos lo que comemos, lo que viajamos y lo que besamos, es cuando más tenemos que reivindicar el derecho a nuestra intimidad. Porque no es lo mismo un posado que un robado; de eso Lydia Lozano también sabe un rato. Y Vasile: me juego el emoticono de la flamenca a que, en breve, le mandará a Villarejo cuatro docenas de rosas rojas de tallo largo como las que le mandó a Pantoja. Estamos a un ramo de flores de que el comisario salga en "Sábado Deluxe". Y de que le reviente el polígrafo a Conchita

miércoles, 26 de septiembre de 2018

FUTURO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 25 DE SEPTIEMBRE DE 2018
Esta mañana me he sorprendido mirando el horóscopo. Sí, tal cual. Sí, yo también me he quedado muerta. Sí, no lo hacía desde los 12 años. Lo mismo que buscar matrículas de coche con tres nueves seguidos para saber si yo le gustaba al bigardo de turno, hacer los exámenes siempre con el mismo boli, cruzar los pasos de cebra sólo pisando las franjas blancas o comerme un Bony. Todo de una racionalidad que me río yo de Descartes
Pero llegaron los dieciséis y una se convirtió en una descreída militante con ninguna fe, poca esperanza y un mínimo de caridad. Y comenzó a parecerle incoherente la gente que se declaraba atea y luego se ponía ropa interior roja en Nochevieja; servidora los juzgaba con la dureza, la soberbia y la ignorancia propias de la adolescencia (y de Isabel Pantoja). Pero se ve que la edad ablanda el cerebro, el corazón y las carnes, sobre todo las carnes, y que nos invaden el miedo y la ansiedad: entonces empezamos a buscar señales absurdas que nos permitan sobrevivir a semanas que son un lunes eterno, y nos agarramos a lo que sea para aguantar firme en nuestras posiciones, y a intentar atraer la buena suerte y a ahuyentar la mala. Y todo eso lo hacemos aún siendo conscientes de que depositar nuestra fe en tocar un trozo de madera es tan efectivo como depositarla en que Paquirrín vaya a acabar el bachillerato.
Por eso, cuando vamos por la vida como pollo sin cabeza, pensamos en el destino como si existiera, cuando el destino no es más que el resultado de las decisiones que tomamos y de las que no tomamos. Hasta Stevie Wonder lo cantó, desatado y con el pelo a lo afro: "La superstición no es el camino". Y tanto que no; el camino es el curro, la constancia, el esfuerzo. Claro, que Stevie Wonder también cantaba "Si bebes, no conduzcas", y miren el caso que le hemos hecho. Pues lo mismo: al final, hasta los escépticos más recalcitrantes viven apoyándose en pequeñas supercherías cotidianas, y acaban llevando en la cartera un amuleto indio, una moneda china o la estampita de un santo. Yo llevo a Brays Efe disfrazado de Sor Francisca Salas, elegida por Dios mucho antes de nacer. Qué quieren, le tengo mucha fe a los Javis. Y más aún a los gintonics y a los torreznos. 

miércoles, 19 de septiembre de 2018

LA LLAMADA

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 18 DE SEPTIEMBRE DE 2018
Si a Macarena García se le apareció Dios cantando por Whitney Houston, a Carlota Corredera se le apareció Pantoja llamando por teléfono. Acabáramos: eso sí que fue La Llamada. Con mayúsculas. Una llamada que no se había producido en años de programa. Y claro, se lio.
Con su hija en "GH VIP", la de Pantoja fue una llamada divina que aparentaba ser humana a base de desgarro, dolor, hipidos, llantos, suspiros y pausas dramáticas, que para eso Pantoja es la reina de la sobreactuación y tiene más registros que Meryl Streep. Porque Pantoja no es que cante copla, es que habla en copla: "Estoy más tranquila estando mi hija ahí porque sé que no le van a hacer daño. Muy triste preguntarse ¿dónde estará mi hija esta noche?, ¿a qué hora llegará?, ¿qué le pasará a mi hija? Ese es el sufrimiento que yo tengo". Lo dijo Pantoja, pero lo mismo lo podían haber escrito Quintero, León y Quiroga
Pantoja es una superviviente. Y más lista que el hambre: sabe que a una madre que sufre no se la cuestiona. Por eso llamó, no para proteger a Chabelita de los ataques de la jauría, sino para defender su papel como progenitora y para que España entera supiera que, si la niña le ha salido díscola, no es por su culpa. Pantoja le dio la vuelta a la tortilla, hizo de la necesidad virtud y descendió del cielo a la tierra convertida en una mater dolorosa con el corazón atravesado por siete puñales. Y el público empatizó con ella, y se olvidó de la herencia de Paquirri, de la cárcel, de Julián Muñoz, de sus mentiras, de su soberbia y hasta de su mirada laxante. Lo malo es que también se olvidó de que Kiko Rivera ha hecho exactamente lo mismo que su hermana: se ha metido en los mismo líos, ha cometido los mismos excesos y ha tenido los mismos rollos de una noche. Pero él es un tío. Y eso, en el planeta Cantora, supone una diferencia extraordinaria.
Peor fue lo de Chelo García Cortés, a la que la llamada pilló disfrazada de Amy Winehouse con una peluca hecha de pelo de muñeca chochona y con pinta de ser altamente inflamable. Eso es como que te aparezca Fassbender en tu casa con ganas de mambo y tu estés con falta de depilar. A mí me pilló arreglándome para salir a hacer unos recados. Llegué tarde.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

ESCRITORES

PUBLICADO EL 11 DE SEPTIEMBRE DE 2018
Tengo más imán para los escritores que Raquel Mosquera para los negros. De verdad lo digo, que a mi alrededor es mayor el porcentaje de amigos que han publicado un libro que de veganos, que ya es decir. Y claro, a mí me entra la ansiedad. Porque colocar a una tipa que daría su mano derecha por ser capaz de escribir una novela en medio de un grupo de bendecidos por la literatura es como colocar a Gracita Morales entre las candidatas a Miss España. 
No sé cómo lo hacen. Lo de escribir, digo. Lo de sacrificar la vida propia para inventar vidas ajenas. Lo de enfrentarse al folio en blanco por mera pulsión, por mera necesidad. Y ahí está la diferencia: servidora sólo se enfrenta a su columna por encargo y con la espada de Damocles en todo lo alto, que una es carne de sofá y tele o de taburete y caña, y no de silla y tecla, y cuando tiene un rato no le apetece ni hacerse el harakiri ni imaginar otras vidas ni calentarse la cabeza. Ya sufro lo suficiente los lunes por la mañana cuando, por mucho que fume, no encuentro el tema, el tono o el adjetivo; entonces hay que tirar de oficio, de café y de más tabaco, y juntar letras hasta que sale algo decente. Lo decía Truman Capote: "Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse". Será por eso que tengo la espalda en carne viva, como Raphael el corazón. Y lo único que me calma las heridas es saber que, lo que escribo hoy, servirá para envolver media docena de huevos mañana. O para limpiar los cristales. Y esa futilidad, esa intrascendencia, esa falta de permanencia en el tiempo es mano de santo para las llagas. 
Eso sí, daría el brazo derecho por firmar ejemplares en la feria del libro. Aunque no los hubiera escrito yo. Firmar las Páginas Amarillas, por ejemplo. O las blancas. O la hoja parroquial. Supongo que será porque, en el fondo, soy más Ana Rosa que Martín Gaite. Pero lo cierto es que dejarse la vida construyendo las vidas de otros tiene más mérito que cotillearlas. A lo mejor, el día que acabe "Sálvame" escribo una novela. O el día que le pierda el miedo al fracaso, que también.


jueves, 6 de septiembre de 2018

REINICIO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 4 DE SEPTIEMBRE DE 2018

"No vengo de Brooklyn, vengo de puta madre", dice Cecilio G. Pues yo ni vengo de Brooklyn ni vengo de puta madre, que vengo de Islas Menores y con tres kilos y medio de más. Un drama. Es lo que tiene pagar las consecuencias del verano, que vuelves con la frente marchita, las caderas de mesonera y los brazos de levantador de piedra. 

Septiembre es un mes amenazante: lo ves acercarse y ya empiezas a temblar, que los de mi generación llevamos el anuncio de la vuelta al cole clavado como una estaca en el corazón. Septiembre es el chulazo que viene a por lo suyo, es Shylock dispuesto a cobrarse la libra de carne, es Liam Neeson clamando venganza. Y ya está aquí, cuchillo en mano, preparado para pasar factura por las cervezas del chiringuito, por tomar el sol a lo que da la mata, por hincharse a helados y por no regar las macetas: en el recuento de bajas cayeron la salvia, las albahacas, los geranios y dos margaritas raras, que vale, que nunca se puede decir que este cura no es mi padre, pero yo sí puedo decir, con total seguridad, que el padre Mundina no es el mío.

Ahora, además, y digan lo que digan los escaparates de las tiendas de ropa, aquí los veranos no se acaban en septiembre, que se acaban cuando les da la gana: a veces en noviembre, a veces en Navidad. Y vuelves al trabajo en sandalias y tirantes, con el recuerdo todavía del sol en la piel y de la cerveza en la boca. Ni siquiera te queda el consuelo de darle la brasa a los compañeros contándoles tus vacaciones, que ya las han visto por Instagram. Pero, en medio de toda esta ansiedad membrillera, F. me manda una felicitación de año nuevo por WhatsApp y, de repente, septiembre se convierte en diciembre, en el mes del reinicio, en el de borrón y cuenta nueva, en el de las segundas oportunidades, o de las terceras, o de las cuartas. Y a eso, a un gif tonto, me agarro en un día como hoy. A eso, a comprarme toda la ropa que Paulina De La Mora luce en "la Casa de las Flores" y a que Ángel Garó entra en Gran Hermano VIP. No me lean con esa cara: cada uno sobrevive como puede a este mes. Y a los que vendrán. 



LOS LOOKAZOS DE PAULINA DE LA MORA. SI NO HAN VISTO AÚN "LA CASA DE LAS FLORES", SE ESTÁN PERDIENDO EL HITAZO DE LA TEMPORADA

FLORA Y FAUNA

ARTÍCULOS PUBLICADOS EN EL "V DE VERANO" DE LA VERDAD EN JULIO Y AGOSTO DE 2018, CON ILUSTRACIONES DE MAR SAURA ROSIQUE

PÚBER GRANULATO
LA REVOLUCIÓN HORMONODIGITAL

"Comenzamos este verano una nueva entrega de 'Flora y Fauna' examinando al detalle a uno de los especímenes más difíciles de ver durante el día en el período estival, ya que pasa las horas de sol tirado en la cama o en el sofá: el Púber Granulato. Reciben este nombre las crías macho de mamífero bípedo entre los 13 y los 16 años de edad que se caracterizan por tener siempre el móvil en la mano, presentar un mohín de hastío eterno en un rostro lleno de granos y emanar un olor corporal peor que el de Johnny Depp enfundado en cuero negro el puente de la Virgen de Agosto".





TRONISTA DEPILATUS
HOMBRES CON TETAS

"Perteneciente al orden del Macho Ibericus, el Tronista Depilatus es un híbrido resultado de mezclar el cuerpo de Vin Diesel con el cerebro de Paquirrín. Considerado como una especie invasora, ha conseguido desplazar de su entono natural al Macarrus Paqueteris, habitante autóctono de nuestras costas desde los tiempos de «Pepito Piscinas», y ha acabado relegándolo a la sesiones del bingo de regalos del Club Náutico. Posiblemente, este crecimiento exponencial de la cabaña del Depilatus se haya debido a la contribución de programas de divulgación científica como 'Mujeres y Hombres y Viceversa".





URBANITA CULTURETA
ESNOBISMO EN BAÑADOR

"El Urbanita Cultureta, mamífero perteneciente a la familia de los Intensus, es una especie solitaria e invernal, ya que en las bajas temperaturas encuentra la excusa perfecta para refugiarse en museos poco visitados, cines en versión original y pequeños festivales de música de cámara realizados en iglesias desacralizadas. En verano, en cambio, el Cultureta se encuentra fuera de su hábitat porque aborrece los chiringuitos, la arena, los mojitos, las palas, la canción del verano y cualquier otra cosa que le guste al resto de los homínidos y que huela a sangría y a alegría de vivir. Porque él vive intensamente, pero por dentro. Y porque él, que se cree en lo más alto de la escala natural, desprecia todo lo aceptado por el gusto popular, todo lo 'mainstream'. Y no hay nada más 'mainstream' que el verano. Ni más hortera.".







PUERI INSOPORTABILIS
¡PELIGRO! NIÑOS SUELTOS

"El verano es la estación ideal para ver al Pueri Insoportabilis en todo su apogeo: suelto por la playa, el Insoportabilis se hará dueño y señor del espacio, meando su territorio (literalmente) y asediando al resto de los bañistas con su actividad incesante y molesta: juega a las palas y al fútbol en el sitio menos adecuado, construye castillos hipotecando media playa, hace carreras pisando las toallas, grita, llora, salpica agua y convierte a todo el mundo en un filete empanado al rebozarlos en arena. Y mientras la gente invoca a Supernanny y al espíritu de Herodes, sus progenitores, que pertenecen a la especie del Homínido del Papo Gordo, seguirán tirados en sus hamacas enchufándose un quinto y comentando lo difícil que es ser padres. «Ay, ya ves, si es que son críos», dirán por toda explicación. Y tan pichis".







OPERATA OBREGONIS
HINCHADA DE BOCA

"La 'Operata Obregonis' es un suborden de los Tanoréxicos, orden que también incluye a la 'Torrefacta Requematis', ya que ambos tipos tienen en común sus repetidas y largas exposiciones al sol en verano. Sin embargo, los cambios morfológicos que se operan en la Operata Obregonis a lo largo de su desarrollo vital constituyen lo más característico de esta especie: aunque nazca morena, regordeta y con nariz caballuna, a partir de una indeterminada edad todos los ejemplares de 'Obregonis' mutarán hasta parecerse entre ellos, convirtiéndose en especímenes de melena mechada, busto prominente, nariz respingona, boca hinchada y cara de china intoxicada por una ensaladilla. A pesar de ello, la 'Obregonis' seguirá teniendo más fe en su cirujano plástico que en la Virgen del Carmen. Porque ella es una mujer hecha a sí misma, que para eso se ha hecho los labios, los pómulos, el culo, el pecho. Porque ella lo vale. Y porque mujer operada, mujer empoderada".






HOMO CHIRINGUITUS
EL HOMBRE CON EL BAÑADOR SECO

"El Homo Chiringuitus es una especie que desarrolla todo su potencial durante el período estival. El rasgo distintivo de su comportamiento reside en su capacidad para pasarse el verano metido en un chiringuito, algo que comenzó como una forma de adaptación al medio y que se ha convertido en su característica principal: cuando a un piso alquilado de cuarenta metros, un dormitorio y cocina americana llegaban a pasar el fin de semana su cuñados, su suegra y los primos de Lobosillo, él se iba al chiringuito para poder disfrutar de un poco de paz y poder tomarse un carajillo en el desayuno sin que su suegra lo mirara mal. Y lo que empezó siendo un mero modo de supervivencia (la suya y la de los demás, porque estuvo a punto varias veces de prenderle fuego al apartamento con su familia política dentro), se convirtió en la peculiaridad más llamativa del Homo Chiringuitus".





VECINUS ORDINARIS
LO PEOR QUE TE PUEDE PASAR

"El 'Vecinus Ordinaris' es, posiblemente, el espécimen más temido de todo el Mar Menor. Su capacidad de incordiar al resto de los veraneantes supera con creces al camión de la basura, al afilador, al tapicero, al panadero, a la Orquesta Sensaciones y a cualquier otra especie capaz de emitir sonidos insoportables a deshoras. Tal es su facultad para desquiciar al personal que los pobres que tengan por vecinos a estos 'Ordinaris' desearán que llegue septiembre antes de tiempo. O se irán al desierto de Gobi a pasar el mes de agosto. O rezarán para que les arrase un tsunami. O pronunciarán cinco veces el nombre de Candyman en el espejo. Lo que sea, en tal de librarse de ellos".





YAYO PESCATORIS
ABUELO MADE IN SPAIN

"El Yayo Pescatoris es un mamífero omnívoro caracterizado por su afición a la pesca veraniega. Forma manada con la Yaya Flotadoris pero, a diferencia de ella, el Pescatoris nunca se baña. En lugar de eso, y como echa de menos ver obras, cuando termina de pescar se pasea por la playa con las manos a la espalda, mirando los castillos de arena que hacen los críos y plantándose delante de ellos para decirles: «Nene, eso está mal hecho, que te va a entrar agua por tos laos»".








PICO Y PLAYA

ARTÍCULOS PUBLICADOS EN EL "V DE VERANO" DE LA VERDAD EN JULIO Y AGOSTO DE 2018

PARÉNTESIS
18 julio 2018

"El verano no es serio. Nunca lo ha sido. Una estación que ha generado odas a la barbacoa o al chiringuito, que ha permitido durante siglos el reinado de Georgie Dann sin que el pueblo se levante en armas y que ha promovido los bailes cachete con cachete y culito con culito, no puede ser tenida en cuenta con un mínimo de rigor. Y ese, precisamente, es su secreto: el verano es una broma..."

Columna completa: https://www.laverdad.es/verano/parentesis-20180718003755-ntvo.html


DE PELO EN PECHO
25 julio 2018

"Las mujeres de verdad tienen curvas. Y pelos, excepto que se trate de una ninfa escandinava. El resto, las demás, las mediterráneas, arrastramos el gen del pantojismo nos guste o no. Que no nos gusta, en general, porque nos han convencido de que el vello no es bello, y por eso nos depilamos, y sufrimos todo tipo de torturas en las partes más recónditas del cuerpo (sí, ahí también), y nos ponemos en manos de una dominatrix bielorrusa que parece haber sido campeona de halterofilia de su país durante los años de la Unión Soviética, y conseguimos una experiencia cercana a la muerte...."

Columna completa: https://www.laverdad.es/verano/pelo-pecho-20180725215810-nt.html


MIRAR CIUDADES
1 agosto 2018

"Mientras espero a mediodía el autobús de vuelta a casa, veo pasar a los guiris. Lo cierto es que cada vez es más difícil distinguir a un guiri de un autóctono, porque las camisetas de tirantes, las sandalias con calcetines y los pantalones cortos, que antes considerábamos horteras, ahora los luce cualquier señor caluroso muy español y mucho español. En este proceso de globalización textil hemos normalizado hasta los sombreros, ese complemento que solo nos poníamos cuando los guiris éramos nosotros y hacíamos el tonto por Florencia".

Columna completa: https://www.laverdad.es/verano/mirar-ciudades-20180801215103-nt.html


VERANO DE MIERDA
8 agosto 2018

"En agosto, los columnistas nos ponemos ñoños. Nos da por recuperar los veranos de nuestra infancia y evocar los paraísos perdidos, aquellos en los que nos bañábamos a cualquier hora, nos tomábamos nuestras primeras cervezas y salíamos con nuestra pandilla hasta tarde. Vale. Pues mis veranos eran una mierda, y yo me aburría como una ostra. Del Mar Menor, claro. Cuando había ostras, claro".

Columna completa: https://www.laverdad.es/verano/verano-mierda-20180808003515-ntvo.html


MARUJA
15 agosto 2018

"Les voy a desmontar un estereotipo. Así, por las buenas y por ser agosto. Verán: me llevo de maravilla con mi suegra. De verdad. Y eso que es gallega. Y de Ferrol. Y lo digo porque la geografía imprime carácter. Y mucho. Así que se pueden imaginar que, al principio, lo nuestro fue una lucha entre dos superpotencias mundiales, entre el norte y el sur, entre el caldo gallego y el cocido de pava con pelotas".

Columna completa: https://www.laverdad.es/verano/maruja-20180815004826-ntvo.html


EL LADO OSCURO
22 agosto 2018

"Decía Mark Twain que «viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente». Salvo que seas Chabelita, añado. O Puigdemont, agrego, que hay muchos capaces de recorrerse el mundo dándole a la chancla sin sufrir ni una sola de esas consecuencias. Inmunes que son".

Columna completa: https://www.laverdad.es/verano/lado-oscuro-20180822004015-ntvo.html


AMIGOS Y CONOCIDOS
29 agosto 2018

"Los veranos son raros. Son paréntesis de playa en la rutina, pausas que te traen de vuelta a las bicis y a los mojitos, al olor a bronceador y a las toallas mojadas, a los vecinos de siempre y a los viejos conocidos, aquellos a los que hace años perdiste de vista y tenías olvidados en la memoria, al final, al fondo a la izquierda, como los aseos de los bares".

Columna completa: https://www.laverdad.es/verano/amigos-conocidos-20180830033318-nt.html


miércoles, 11 de julio de 2018

JULIO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 10 DE JULIO DE 2018
Julio, a veces, parece el fin del mundo. Es el mes en el que hacemos el último esfuerzo antes de irnos, largarnos, pirarnos, desaparecer; el mes en el que tenemos que cerrar y finiquitar asuntos como si no fuéramos a volver en septiembre; el mes en el que hay que dejar la mesa del despacho despejada de papeles, la bandeja de entrada del correo libre de emails y la nevera limpia de fruta y verdura; el del pasar lento y moroso; el que vacía las calles de niños que van al colegio y las llena de gente que va a trabajar arrastrando su ánimo y sus carteras. En julio tienes el cuerpo en la ciudad y la cabeza en la playa. 
Pero lo peor de julio son sus tardes, largas y brillantes, de cielos azules y limpios. Las tardes largas no están hechas para los apáticos e indolentes, para los que estamos condenados a vivir dentro de un fuerte hecho con el sofá, una silla, una sábana y una pila de libros y películas. Las tardes llenas de luz te obligan a salir al mundo exterior, a vivir más horas tu propia vida y a dejar de vivir la de los demás. Y, a veces, no sabes qué hacer con tanto tiempo y con tu incapacidad para exprimirlo; sólo puedes verlo pasar. Mientras tanto, el resto de la gente sí sabe en qué emplearlo: hay gente tomando cañas en las terrazas de los bares, paseando, en las tiendas, parada en una esquina charlando; gente en sitios. Y siempre parecen más felices que tú. 
A cambio julio, generoso, nos regala a los columnistas los grandes temas que preocupan a la humanidad: los unicornios hinchables, Quim Torra y Artur Mas en bañador, Carolina de Mónaco y su prolífica prole a bordo del Pacha III, los futbolistas de parranda en los chiringuitos de Ibiza y los ataques de los mosquitos asesinos, que no hay opinador que se precie que no les dedique una oda en verano, aunque servidora está tan acribillada a picotazos que podría escribirles un poema cosmogónico. Ahí está la musa del calor, que diría Camba. Julio también nos regala por las mañanas diez minutos en la cama con el fresquito entrando por la ventana, y los encierros de los Sanfermines mientras desayunamos. Y la esperanza en el horizonte de que agosto, ese sábado que dura un mes, merezca la pena. 

miércoles, 4 de julio de 2018

BORRAR EL TUIT

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 3 DE JULIO DE 2018
Si las reinas consortes no pueden tener pasado, que dice Jaime Peñafiel, los presidentes de Radio Televisión Española no pueden tener Twitter. Ana Pardo de Vera y Andrés Gil se han dedicado a borrar miles de tuits como locos en cuanto han sonado sus nombres para el cargo. Normal: que te propongan para un puesto así y no eliminar tu historial de Twitter es como que te llegue una visita de improviso y tú estés sin duchar, con los platos del desayuno aún sobre la mesa del comedor y la huella de tu culo en el sofá. Es que te pille en bragas, literalmente.
Borrar el tuit es el baile de actualidad. Hay que deshacerse del que escribiste una de esas noches en las que llegaste un poco borrachuzo y te invadieron la nostalgia, o el dolor, o la angustia; del que publicaste un día que estabas enfadado con el mundo y sus alrededores; del que subiste una tarde haciendo un chiste zafio porque el juego de palabras te quemaba en la punta de los dedos. Hay que eliminar el pasado en las redes, reinventárselo, reescribirlo. Y esa es la diferencia entre la vida virtual y la real: que la virtual se puede borrar, pero la otra no. Ojalá: tengo un colega al que le encanta sacar a relucir que tuve un novio feo y gilipollas, y una prima que en las comidas familiares siempre suelta que yo llevaba sayas hasta los once años, y una amiga que me amenaza con enseñarle a mis compañeros fotos mías de cuando iba a BUP, con el pelo al uno y las patillas rapadas. El pasado real es de todos los que lo compartieron contigo. Y, en cuanto se toman dos cervezas, se empeñan en recordártelo, que no hay nada más reconfortante para el alma humana que la humillación pública y ajena.
Si fuéramos todos siempre coherentes, en la ética y en la estética, podríamos suscribir lo que dijimos, hicimos o pensamos hace cinco años, o cinco días, o cinco minutos. Pero yo no soy así. Yo me arrepiento de lo que hecho, de lo que he dicho, de lo que no he hecho, de lo que no he dicho. Me arrepiento de casi todo. Especialmente de haberme afeitado las patillas en el 85, que después de aquello me crecieron tanto que ahora las tengo más largas que la Pantoja. No sé en qué estaría yo pensando.