PUBLICADO EN LA VERDAD EL 22 DE MAYO DE 2012
Primavera insólita, extraña, sorprendente: este año no hemos
tenido ni una comunión. Sólo he asistido vía papel couché a la de los hijos de
los famosos (con esos pobres niños comulgantes de ojos pixelados que parecen el
Anticristo) pero, a pesar de ello, a mí no se me olvidan las mañanas de mayo que
llevamos en el cuerpo: mi santo de chaqueta y corbata resoplando por los 30
grados a la sombra, el crío que se quiere poner los tenis zarrapastrosos porque
los zapatos le hacen daño y servidora con las medias de verano enganchándose
por todos lados. Así que, como el año que viene le toca a mi hijo, para vengarme
voy a invitar a todo bicho viviente. Eso si soy capaz de pagar la comunión,
claro, que los padres nos volvemos locos con tal de que los niños tengan un
recuerdo imborrable de ese día. Desde luego, yo lo tengo: una cicatriz de once
puntos de sutura en el tobillo porque se me resbaló de las manos una botella de
Fanta, que hasta que vieron los restos de cristales en el suelo pensaron que
era un estigma y a punto estuvieron de ingresarme en un convento.
Por eso temo el día de la Primera Comunión de mi hijo, por
los cuartos que nos vamos a gastar, por las Fantas saltarinas y porque el cura
tendrá que decirle que levante los ojos de la pantalla de la Nintendo para
recibir el Cuerpo de Cristo, que a ver cómo lo convenzo para que no se la lleve
ese día. Mientras, el monaguillo estará tuiteando la ceremonia y subiendo fotos
retocadas con Instagram, que la Iglesia se ha modernizado muchísimo: la última
vez que fui a Santiago de Compostela me encontré una pantalla con el texto “Si
quieres encender una vela, envía un SMS con MIVELA SANTIAGO01 al 25000”. Tal cual. Aunque,
sinceramente, yo prefiero la acción directa a la telefonía móvil: me reconfortó
ver en la portada de "La Verdad" a un centenar de monjas y curas reivindicando la
dación en pago y el alquiler social, hablando de justicia, de caridad, de
ética; se me quitaron las tontunas de un plumazo. Pero como soy de memoria
frágil y el mayo próximo perderé el norte entre líos de convites y regalos, les
pido un favor: recortan el artículo, lo guardan y me lo restriegan por la cara
el año que viene. Gracias anticipadas.
4 comentarios:
¿No sería de Mirinda?
Oiga, que no soy tan vieja! Además, si hubiera sido una Mirinda hubiera muerto: ¿no recuerda el corto "Mirindas asesinas"?
Pero qué salada y sembrada ha estado en este post. ¡AY!
Las Comuniones, qué gran tema.
Recuerdo haberle dicho algunos grandes hitos de la mía:
- el cura que nos hizo cantar en playback y ocultaba un radiocasete en el altar
- mi foto estilo Freddie Mercury (o pequeño niño hindú) en un campo de trigo falso
- el recordatorio en el que aparezco sujetando una paloma disecada
Entiendo que no quiera abandonar tan hermosa tradición y hacerle pasar por el trance a su retoño. Garantiza tema para un psicoanalista (y todos sabemos lo importante que puede llegar a ser eso cuando de mayor pretendes ser un adulto como Dios -y Woody- manda).
La adoro ;-)
A pesar de ser una madre castradora, si por mí fuera no haría pasar a mi hijo por tamaño trance, pero es que no tengo bemoles para decirle a mi suegra que no, que el crío no hace la Comunión. Además, como bien dice usted, no hay que privarle de la oportunidad de hacerle unos retratos en plan David LaChapelle de barrio. ¿Y quién sabe si no los acabrán comprando Alaska y Mario para colocarlos entre los muñecos de Hello Kitty, los cuadros de Costus y la foto de Andreíta Janeiro? Inversión a largo plazo, se llama.
P.D.: lo del radiocasette es muy grande, muy grande
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