viernes, 12 de enero de 2018

SEÑORAS DE CIERTA EDAD

PUBLICADO EN LA VERDAD EL 21 DE NOVIEMBRE DE 2017

Si Gigliola Cinquetti cantaba "No tengo edad para amarte", las Spice Girls no tienen edad para volver a reunirse. O, al menos, para hacerlo encima de un escenario, que han amenazado con reaparecer, las tías. Está muy bien que coincidan en un desfile de la Spice pija, en una barbacoa de la Spice deportista o en una bótox party organizada por la Spice pelirroja, pero no en un concierto, dando saltitos y cantando cosas que ya quedan un poco ridículas en boca de una señoras. Es lo que tiene pasar de desayunar Choco Krispis a leche de soja con isoflavonas, que cantas el "Wannabe" y le pareces a Bette Davis disfrazada de niña en "¿Qué fue de Baby Jane?".  Claro que, si ellas ya no están para actuar como si fueran unas adolescentes, nosotras tampoco estamos para asistir a muchos conciertos: a nuestra edad, eso requiere más planificación que la contraofensiva de Eisenhower en Las Árdenas. Que si con quién dejamos al crío, que si hay que colocarse cerca de los baños, que si tenemos que buscar algún bar para cenar antes, que si te eches el ibuprofeno y el omeprazol y que si nos pedimos libre el lunes para poder recuperarnos. Y de quedarte de acampada, nada de nada: mejor un hotelito pequeño donde poder descansar después de ponerte hasta las trancas en ese restaurante tan cuco que te ha recomendado tu amigo el gastrorunner.


Luego están las señoras que tienen edad para todo, como Carmen Martínez Bordiú, con una horquilla electoral más ancha que mis caderas: lo mismo elige a un chatarrero forrado que a un joven australiano. Y, por último, están las señoras que tienen la edad que les da la gana porque son y han sido siempre libres, como Agnès Varda, que a sus ochenta y nueve años sigue rodando maravillosamente. O como Rosa María Sardá, que ha devuelto la Cruz de Sant Jordi y ha renunciado a la esquela que le va a poner la Generalitat cuando muera. Normal: conociendo como se las gastan con todos aquellos que no comulgan con el procés, me temo que la esquela que le pondrían sería tan fina y delicada como aquella de un señor de Torremolinos que se publicó en Diario Sur, y que acababa con un "Sus hijos, nietos, hermana y demás familia comunican que la ha palmado". Se teme lo peor, la Sardá. Y con razón.

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