miércoles, 3 de octubre de 2018

JUEGO DE ESPÍAS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 2 DE OCTUBRE DE 2018
Lo dijo hace años Lydia Lozano, que de eso sabe un rato: nadie aguantaría que le hicieran una cámara oculta. Y menos recién levantada, que estas cosas te pillan sin producir y ya es la ruina. Tampoco aguantaría nadie que le grabaran una tertulia de bar asiático en mano y palillo en boca, que escucharan sus conversaciones telefónicas o que leyeran sus WhatsApps, que una, a veces, se toma un agua con misterio y se tira como una loca al teclado porque está que se escribe encima, porque los dedos son más rápidos que la cabeza o porque no hay nada más peligroso que "un día triste, un día peligroso y ofensivo, que puede justificar cualquier tontería juvenil", como dice Josep Pla en "El  cuaderno gris". Es entonces cuando el sentido común, el que nos protege en público, el que nos para y nos templa la bravura, salta en mil pedazos. Es entonces, en ese momento en el que te crees en confianza, en el que no tienes los ojos de alguien mirándote a la cara, cuando se produce una libertad ilusoria, una sensación de impunidad: la pantalla como biombo que protege al testigo de cargo. Y es entonces, también, cuando piensas que no tiene importancia, que total es un desahogo, y que, al fin de cuentas, los mensajes se perderán como lágrimas en la sopa. Pero no. Ahí están, ocultos pero no enterrados, dispuestos a reaparecer en el momento menos indicado para darte la vida mártir. Si ahora una también tiene que pensarse dos veces (y tres, y cuatro, y cinco) lo que dice en privado, apaga el móvil y vámonos. Pero a un monasterio cartujo, donde no haya cobertura. 
Lo paradójico es que, en esta época de exhibición impúdica en la que mostramos sin reparos lo que comemos, lo que viajamos y lo que besamos, es cuando más tenemos que reivindicar el derecho a nuestra intimidad. Porque no es lo mismo un posado que un robado; de eso Lydia Lozano también sabe un rato. Y Vasile: me juego el emoticono de la flamenca a que, en breve, le mandará a Villarejo cuatro docenas de rosas rojas de tallo largo como las que le mandó a Pantoja. Estamos a un ramo de flores de que el comisario salga en "Sábado Deluxe". Y de que le reviente el polígrafo a Conchita

2 comentarios:

Hong Kong Blues dijo...

Querida Maestra, ha dado en el clavo: nuestra privacidad está en vías de extinción. Yo he conocido a gente tremendamente bien relacionada e influyente que no sólo no tiene instagram, sino que prácticamente ni la puedes trazar en redes. Y manejan el cotarro.
Para su desgracia, tampoco nos pueden dar envidia con sus vacaciones.
¡Besos privados!

raynnowui21 dijo...

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