miércoles, 10 de octubre de 2018

PELUQUERAS ILUSTRADAS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2018
Estamos perdiendo los valores: una antes iba a la peluquería de su barrio con las canas al aire, las puntas abiertas y el último "Sálvame" en la retina, no fuera que la conversación pasara por algún drama pantojil y te pillaran en un renuncio,  y ahora tiene que llegar con las series vistas y los estrenos cinematográficos al pistón, que hay días en los que parece que te está cortando el pelo Carlos Boyero. Una, fiel a sus principios, trata de derivar el tema hacia las siete diferencias entre el heredero de la Casa de Alba, que se casó vestido de soldadito de plomo, y Juan Miguel, el ex de Karina, que llevó a su hija al altar disfrazado del Sombrero Loco, todo con una pinta tan desagradable que el video del enlace podría haber participado en el festival de Sitges, y la cosa acaba en que si en Sitges aceptan producciones de Netflix o no, que mira lo que pasó en Cannes. Y así todo. Desapareció el placer del deslengüe, del despelleje antropológico, del criticar por criticar revista en mano y papel de plata en los pelos; todo aquello se fue por el desagüe del lavacabezas. La civilización era esto.
Lo que nunca cambia en la peluquería es la sensación de indefensión: cuando una está frente al espejo del tocador, fea como un perro mojado y a merced de una señora con unas tijeras en la mano, se desmorona. Ante la peluquera estás expuesta. Sabe dónde tienes las canas, sabe dónde hay que cubrir y tapar, sabe tus puntos débiles. Y así, desprotegida, con la guardia baja y la capa de plástico sobre los hombros, a una se le suelta la lengua sin necesidad de un flexo apuntándole a la cara, y le cuenta a su peluquera los problemas con su nuera, o lo de su nieto el pequeño, o lo del hijo que se le ha quedado en el paro, o lo harta que está de su Paco, que si lo llega saber ella cómo es posible que se hubiera casado, pero que llevan cuarenta años juntos y ahora ya pa qué. Las peluqueras sí que tienen un contrato de confidencialidad, y no lo incumplen. No como los ex empleados de Pantoja, que saltan a la palestra a criticar en cuanto tienen que pagar la luz. Menos mal que, en mi peluquería, no saben quién es Dulce. Ni Pepi Valladares


JUAN MIGUEL EN LA BODA DE SU HIJA. ESE MATRIMONIO 
HA DE SER NULO DE PLENO DERECHO

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