miércoles, 2 de mayo de 2012

A los pies de su señora


PUBLICADO EL 1 DE MAYO DE 2012 EN LA VERDAD

“Tener trabajo es vintage”, dice Rosa Belmonte. Pero vintage de lujo, añado yo (con su permiso, maestra), como tener un Balenciaga. Es lo más de lo más. Por eso las que habitualmente no han dado ni palo al agua se han puesto a currar, que a ellas no se les caen los anillos de Bulgari. Carmen Lomana declara que “El peor insulto es que digan que no trabajo”, y Carolina de Mónaco se va a hacer distribuidora Avon de un momento a otro: nada más que con las cremas reductoras que le va a vender a su hermano Alberto tiene para pagarle las clases de equitación a Carlota durante tres años. Celebrar hoy el 1 de mayo es más exclusivo que asistir al Baile de la Rosa.


Trabajar ha pasado de ser una maldición bíblica a una bendición, y ganarte el pan con el sudor de tu frente es lo mejor que te puede ocurrir, aunque te vayas solico a 800 kilómetros, aunque dejes aquí a tu familia, aunque no conozcas el idioma: A. ha encontrado trabajo en Portugal y en el Facebook tiene más felicitaciones que el día de su cumpleaños. Así que si usted es uno de esos afortunados con curro, aférrese a él con uñas y dientes. No se queje, no proteste. No se le ocurra tararear “Es una lata el trabajar” mientras archiva los informes, que Luis Aguilé se ha convertido en un símbolo de la contracultura, y vaya quemando los discos de Paco Ibáñez. Levántese todos los días a las siete de la mañana dando gracias por sus ojeras y su color cetrino. Si tiene un buen jefe (que los hay, me consta) guárdele fidelidad eterna. Y si su jefe le putea más que Meryl Streep a Anne Hathaway en “El diablo viste de Prada”, aguante como un campeón: es posible que se le acabe poniendo cara de José Luis López Vázquez o que, de repente, le salga una cofia y se despierte transmutado en Gracita Morales, que hay que ver qué cosas tiene el señorito, pero todo sea por seguir en el tajo. Aunque eso a mí no me pasa, claro, que yo tengo un jefe buenísimo, de verdad lo digo, que estoy a sus órdenes, Señor Director General. ¡Qué digo yo, Señor Director General! ¡Qué digo yo!... ¡Presidente! ¡Presidente!, que ese es el cargo que usted se merece. Póngame a los pies de su señora.

2 comentarios:

Hong Kong Blues dijo...

Jajaja. Me ha encantado saber que tengo algo "vintage" más.
Ay madre, puede que estemos ante un relevo generacional, o de la Sociedad de Castas. Ahora trabajarán ciertas clases y otras a vivir del cuento.
Ciertamente, depende de cómo se plantee no sería mal plan.
Otro día le hablo de mi jefe -le encantará-.
De momento, hasta que no pueda vivir del cuento -y la novela- guardaré en lo posible mi trabajo. Y la admiración por usted.
LA ADORO.

Rosa Palo dijo...

Hábleme de su jefe, porfaplía!!