PUBLICADA EL MARTES 2 DE ABRIL DE 2019 EN LA VERDAD
Dejé de creer en Dios hace ya muchos años. No lo hice de un día para otro, de manera abrupta y repentina, ni a consecuencia de una crisis profunda y unamuniana, no; aquello acabó de forma lenta, paulatina, como el que se va desenamorando tras muchos años de matrimonio. Posiblemente, mi fe era tan frágil que, en cuanto los ritos cotidianos dejaron de ser obligatorios, comenzó a languidecer igual que una tarde de domingo. Pero aún así, me siguen quedando rastros de un tiempo en el que fui una niña seria, reconcentrada y católica: cada vez que necesito tomarme un respiro, entro en una iglesia y me recojo entre los muros gruesos, el silencio y el frío, y allí permanezco hasta que pasan las tormentas y los vientos. Y sí, claro, también me acuerdo de Santa Bárbara cuando truena. Incoherente que es una.
Ahora, cuando he perdido la fe hasta en la cosmética coreana porque para solucionar lo de mi celulitis ya sólo cabe esperar milagros, creo en muy pocas cosas. En el primer café de la mañana, en las cañas de un mediodía, en el vino de una cena; en los libros, en las películas, en las canciones; en las macetas de mi patio, en algunas personas, en mi hijo; en el poder de las palabras, en el de los besos y en el de los abrazos chillaos. Y también creo en que el Papa cree en lo que cree. Y que sabe transmitirlo. Tampoco dijo nada que no hubiéramos oído antes: la doctrina social de la Iglesia sigue siendo la misma desde hace años, y no ha cambiado su posición con respecto a la homosexualidad o al aborto, que a veces se nos olvida que estamos hablando de la Iglesia Católica, con sus reglas y sus dogmas. Pero este Papa, al menos, pone el acento en la solidaridad, en la caridad, en el amor y en la comprensión, valores válidos para todo el mundo, ya sean creyentes, agnósticos, tronistas o viceversos. Y este Papa da entrevistas, se expone, habla, y sí, también se equivoca, porque en ese sentido no es infalible. En cambio, hay algún católico, más de pelo en pecho que de golpes en el mismo, que se presenta a las elecciones y aún no ha dado la cara; tan sólo se dedica a lanzar globos sonda para alterar al personal. Será que es más papista que el Papa.
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