PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 20 DE FEBRERO DE 2018
Si internet hubiera existido cuando yo era pequeña, no me
habría sacado ni la EGB. Y lo digo porque me conozco, bacalao, que me juego el
bocadillo de la merienda a que me hubiera metido a buscar un mapa con los ríos
de la Península Ibérica y habría acabado, cinco horas después, en una página que
afirma que Heidi fumaba marihuana porque cantaba "Abuelito, dime tú, qué
sonidos son los que oigo yo / Abuelito, dime tú, por qué en una nube voy".
Y sí, al final hubiera colocado en el examen de Sociales que el Duero nace en
los Alpes suizos.
Es lo que tiene llevar la procrastinación en la sangre o, lo
que es lo mismo, la capacidad para aplazar todo aquello que suponga el más
mínimo esfuerzo en pro de cosas irrelevantes. Y así sigo: una, con toda su
buena voluntad y su café recién hecho, se sienta a primera hora de la mañana
delante del ordenador dispuesta a escribir la columna definitiva, la que va a
consagrarla como creadora de opinión y le va a reportar tantos "likes"
como un desnudo de la Pedroche en Instagram, y se mete en internet para buscar
información sobre la última hora del estado de la cuestión catalana, un
suponer. Pero, no se sabe ni cómo ni de qué manera, acaba a mediodía viendo a
Marta Sánchez cantar el himno de España con una letra tan cursi que la habría
podido escribir Heidi (fumada o no, eso ya es otro tema), y sin haber escrito
ni una coma. Si los caminos del Señor son inescrutables, los de internet ni les
cuento.
Entretanto, me he enterado de que Arantxa Sánchez Vicario se
ha separado de su marido, le he echado un ojo a la prensa nacional, he
retuiteado la viñeta de Puebla, he hecho unas lentejas, he aprendido a hacer
macramé y a pintarme la raya del ojo con unos tutoriales de YouTube, me he tomado
otro café y he leído un artículo sobre cómo dejar de perder el tiempo. Y ya,
total, con la hora que se me ha hecho, mejor me pongo a planchar, que tengo una
montaña de ropa tan alta que me he encontrado a Juanito Oiarzabal intentando
escalarla. Definitivamente, cuando una prefiere ponerse a planchar antes que
sentarse a escribir una columna, es que está fatal de lo suyo. Nada, que esta
tarde la termino sin falta. Seguro.
1 comentario:
Al menos usted hizo las lentejas entre internet e internet. Otros ni eso. ¡Ay, lo que cuesta una columna! BESOS.
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