PUBLICADO EL MARTES 13 DE FEBRERO DE 2018 EN LA VERDAD
El viernes por la noche, Cartagena se dividió entre los que
vieron a Rajoy por la calle y los que vieron a Rajoy por el teléfono, que fue
un no parar de recibir wasaps con fotos del mismísimo. Qué nos gusta un famoso,
esa categoría donde lo mismo entra un presidente de gobierno que el ganador de
Gran Hermano 1 (¿alguien se acuerda de algún otro?). Rajoy llegó, se paseó, se
sentó en una terraza del centro y se dejó querer en modo selfie, cambiando foto
por voto. Y al día siguiente se fue de boda. Y bailó. Otra vez.
El macho español no baila. Y si baila, lo hace mal. Tiene
miedo a desmelenarse porque el mundo le ha hecho así, o por un miedo ancestral
al ridículo, o por si le pasa lo que a Kevin Kline en "In & Out".
Por eso, ver bailar a Rajoy es noticia. Ya lo había dicho, advertido o
amenazado Sáenz de Santamaría: Rajoy es muy bailongo y le gusta bailar música
mala de los ochenta. Y lo que le pone como una motoretta es Raphael, que es
escuchar "Mi gran noche" y empezar a salivar, a lo perro de Pávlov.
Condicionamiento clásico, se llama eso. Y tan clásico: lo raro sería ver a
Rajoy contoneándose con un grupo anterior a 1982.
La única pena es que, como buen macho español, Rajoy es arrítmico,
asincrónico y descompasado. Rajoy es tu tío abuelo, ese que se lanza a la pista
de baile después de llevarse una yogurtera en un bingo de regalos y se pone a
menear la cadera de titanio en el Club Náutico de Islas Menores al ritmo de la
orquesta "Nuevas Ilusiones". Las señoras, en cambio, sí somos muy de
bailar, y de arrancarnos por lo que sea, y de darnos culazos unas a otras; por
eso, enseguida, le hacen corro al presidente. "¡Mariano, esas son muchas
pa ti!", se oye en el video. Para él y para cualquiera, que no hay nada
que de más miedo que un grupo de señoras fetén enfajadas, desatadas y con un
par de copas de champán en el cuerpo. Rajoy, definitivamente, es un valiente. Por
bailar con señoras y por quitarle protagonismo a la novia, que una no está un
año entero planeando la boda para que llegue un bailongo y la gente quiera
hacerse más selfies con él que contigo. No te lo perdonará nunca, Mariano
Rajoy.
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