PUBLICADO EN LA VERDAD EL MIÉRCOLES 17 DE AGOSTO DE 2016
Lo mío con los acentos no tiene remedio. Una semana en Euskadi y vengo
convertida en Karra Elejalde con cartucheras. Aúpa. A Dani Rovira tuvieron que
ponerle un “coach” para que le enseñara el deje vasco; yo le hubiera salido
gratis a Martínez-Lázaro, que lo de servidora es una mímesis con el entorno que
ya la quisiera para sí el camaleón enano. Que vi a Iñaki Perurena levantar una
piedra de 150 kilos y me pasé dos días intentando llevar la maleta a pulso. Que
me comí una ensalada de chipirones más grandes que el kraken que atacó el
submarino del capitán Nemo, una tortilla de bacalao XXL y una chuleta de
brontosaurio, y todavía pedí postre. Que sólo me ha faltado aprender a bailar el
aurresku y cortarme el flequillo con un hacha para que me hicieran hija
adoptiva de Barakaldo.
Definitivamente, con tanta facilidad para que se me peguen los acentos
parezco Meryl Streep. O idiota. Lo mismo le pasa a José María Aznar: leo a
María Vela Zanetti (siempre hay que leer a María Vela Zanetti) diciendo que Aznar,
en su última aparición en público, “deja en evidencia que su lengua del alma es más el
gringo que el recio castellano”. Tantas
clases magistrales en Georgetown le han dejado acento de narcotraficante de la
frontera. Claro, que él cobra 35.000 dólares por conferencia. Por ese dinero, el
que se ríe es él de nosotros. Como la familia Iglesias Preysler Falcó Boyer,
una tribu que habla su propio idioma, que para eso son república independiente
de sus casas (y mansiones). Esa voz nasal, ese arrastrar las palabras, ese para
nada, ese fenomenal, esa fonética de clase alta, ese que se me note que he
estado en un internado americano, ese necesitar subtítulos para entenderlos. Tan
acostumbrados están a que se metan con su acento como nosotros con el nuestro,
que últimamente no hay artículo que no se descojone sobre nuestra forma de
hablar: somos el nuevo Lepe. Izquierda Unida pidió que los chistes de Lepe
fueran declarados Bien de Interés Cultural como patrimonio inmaterial. Nosotros
también podríamos pedir la declaración del pijo como patrimonio inmaterial. O
material, depende.
Yo tenía un caserío en Guipúzcoa, al pie de las colinas de Pagoeta...
3 comentarios:
¡¡¡Osssssea!!!
Aibalaostiapatxipalo
Cómo la entiendo. Servidor es tan acento-esponja que los pacientes nunca saben de dónde soy. Lo cual tiene su ventaja: cuando estoy fuera nunca me toman por catalán, jaja.
Disfrute de sus virtudes. Y de sus digestiones. La adoramos, acentuada como es usted.
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