PUBLICADO EL 5 DE JUNIO DE 2012 EN LA VERDAD
Siempre que me hablan de ir al campo me imagino paseando por
la Toscana con un vaporoso vestido de estampado liberty, esparteñas a juego y
el sol del atardecer cegando mis ojos. Pero luego me topo de bruces con la
realidad (y con algún que otro pedrusco): sin maquillar, con los pelos de loca y
las piernas llenas de picotazos, lo que era una escena bucólica de Bertolucci se
convierte en una película de terror de Wes Craven. Así que, cuando nuestros
amigos se van de acampada, nosotros buscamos un lugar próximo donde alojarnos,
con su ducha, su espejo y su conexión a Internet. Nada, una cosa sencillita de
4 estrellas (que eso no es un hotel de lujo, según Carlos Dívar). Y que los
bichos se los coman a ellos.
Es tal mi incapacidad de adaptación al medio que, cuando nos
propusieron ir a Cieza para bajar el Segura en balsa, me temí lo peor: servidora
convertida en una versión de Martin Sheen en “Apocalypse now”, rodeada de
mosquitos XXL y de charlies asesinos, que los críos con un remo en la mano son
más peligrosos que el Vietcong. En cambio, me quedé con la boca abierta (y me
entró un mosquito) al comprobar cómo algo que tenemos tan cerca puede ser una
maravilla. Y me dejé llevar por la corriente, las garzas y los sauces llorones.
“Con lo preciosísimo que es esto y tú empeñada en ir a Nueva
York”, me decía mi santo poseído por Paco Martínez Soria, que tiene el hombre no
sé qué pesadilla en la que llega al aeropuerto JFK y un negro como un armario con
un guante de látex le da una más que cariñosa bienvenida. Claro que, cada uno
tiene sus propios temores: el crío tirándose por un salto de agua que a mí se
me antojaba las cataratas del Niágara y yo corriendo detrás, que se va a hacer
daño, que no sabe nadar bien, que se va a ahogar… no hay nada más castrante que
una madre histérica a la que el miedo le hace olvidar que ella se escapaba
nadando sin manguitos porque quería llegar más allá de las boyas, hasta la
línea azul. Y no hay nada más hermoso que un niño agotado, con una sonrisa de felicidad,
durmiendo en el asiento de atrás del coche. Mientras tengamos ríos por los que
navegar, Nueva York puede esperar. Ya cruzaremos el Hudson.
3 comentarios:
¡Qué atractivo plan el que propone!
Añado Cieza + Segura a Valle de Ricote (hasta ahora mi plan murciano).
Recuerdo cuando el Segura era (¿es todavía?) el río más contaminado de Europa, y me alegra que tenga rincones en los que el ser humano no haya intervenido.
Por cierto que una cosa no quita la otra, y uno puede disfrutar -y debe- de Murcia pero también de NY -con o sin negro-.
Por si acaso verá que le adjunté una pequeña guía en Facebook.
¡BESOS!
Gracias por la guía, acabo de verla! Desde luego es apropiadísima para mí. Pero como mi santo no espabile, me divorcio para irme a NY, aunque luego me arrejunte a la vuelta.
Por cierto, a ver si se deja caer por aquí y le enseño el Mar Menor y sus encantos.
¡Hecho! (no el divorcio sino dejarme caer por ahí para que me enseñe lo que se tercie).
¡BESOS!
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