viernes, 22 de junio de 2007

Los 80 ya son nuestros

Titulaba una de sus obras Ana Diosdado (ya saben, la que fuera esposa de Carlos Larrañaga, dando lugar a una de las parejas más asimétricas del hemisferio norte: ella, autora teatral, él, starlette geriátrica) que "Los 80 son nuestros". Y una mierda! Míos, al menos, no. Yo lo único que quería era estar en Madrid, ir al Rockola, ver las fotos de Ouka Lele (sí, mi hija se iba a llamar así, menos mal que he tenido un crío) y de Alberto García-Alix, los dibujos de Cesseppe y de Javier de Juan, ir a los Alphaville a ver la última de Almodóvar, volverme loca en el concierto de The Smiths en Madrid en el 85 (por cierto, lo retransmitió RTVE, ¡eso sí que era SERVICIO PÚBLICO, y no el nuevo programa de Juan Ramón Lucas!), ponerme un vestido de punto de Manuel Piña y salir por Malasaña. Muy bien. Pues no pude hacer nada de eso, primero porque no tenía la edad y segundo porque vivía a 500 Kms, que con 15 años y sin un duro son muchos. Así que me compraba "La Luna de Madrid" y el "Madriz me mata" (cuando los conseguía, claro, que no era fácil) y grababa los conciertos de Radio 3 en cassette. Y yo, auténtica modelna de pueblo (los peores, ser periférico deja secuelas), me afeitaba las patillas y la nuca, bebía Voll Danm a morro, llevaba unas hombreras dignas de un jugador de fútbol americano que se me caían cuando bailaba espasmódicamente (pero sin salirme de la losa , ¿eh?) y me comportaba como si estuviera en el centro de una movida cultural que se desarrollaba muy lejos de aquí. Sentía que pertenecía a un mundo que estaba a años luz, algo así como Mulder mirando su póster de "I want to believe". Triste, muy triste.
Pero ahora ¡ay, ahora!. Los niños de la Bola de Cristal (uy, suena como a novela de Stephen King, ¿no?) han crecido, tienen el poder y en pleno ataque de nostalgia inundan la tele de anuncios con fondos de Madness ("Our House") o versiones de "Neverending story", organizan conciertos de Los Secretos, consiguen reunir a Nacha Pop, reivindican los leggins (Dios mío, eso sí que no lo entiendo, creía que conocer los errores de la historia servía para que no se repitieran jamás) y hacen anuncios tan, tan buenísimos como éste. Por favor, métanse aquí
http://www.youtube.com/watch?v=dPr421a-re4
y véanlo, que es la versión extendida, y este artículo sólo era una excusa para introducir el spot. Como siempre, la buena publicidad es mejor que la buena literatura. Y ya verán como se les queda una sonrisa bobalicona en la cara. Eso se llama nostalgia (o morriña, que ya tuvimos bastante centralismo con la Movida). Disfrútenlo. Y viva la Coca- Cola.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me da miedo ver tu miedo, una vez mas, de modelna lejana. Es mejor asimilar lo que te gusta de cada una de las "tendencias" que hay en el emisferio "me empeño en ser actual de hoy" que seguir cual borrega degolla lo que dice el guru de turno, asi estan las sectas llenas de mononeuronicos.
No es mas bonito y realizador coger aquello que te gusta y tratar de pegarlo a tu forma de ser y de expresarte.
De Madrid te perdiste muchas cosas, como es logico, pero sobre todo te perdiste una "la tonteria", que es piedra angular de la estupidez, asi que las escapadas a tierras lejanas nutren peo no aborregan.
Mira a Pedro Almodobar, valuarte de la modernidadjunto con Fabio, y ahora petarda crecidita del ocultismo pesetero que le dio la patada al que fue su partener de la transgresion.
Por cierto creativa, para cuando tu proxima entrega...?
Ideas; desde el interior de una madre astual.
que bonito, que bonito, mi niño, mi xorvo y lo pajarito.
Dios!

Anónimo dijo...

Al menos tú recuerdas los ochenta, yo no los viví con uso de razón, pero me queda el consuelo de haber vivido en Malasaña y bailado en el Penta, que para un rato mola.

Anónimo dijo...

Hola Ester!!!

No sabes, o seguramente sí, lo que me identifico con tu vivencia de los 80. Tú sabes que yo era igual, sólo que con algunos años de retraso. El que no ha vivido en una ciudad de provincias no sabe lo que es eso. La primera vez que entré en el Penta, que ya ni era Penta ni era nada (estabamos ya en el nuevo milenio), me parecía que estaba en un mundo diferente, aquel que parecía que sólo existía en nuestra imaginación. Me chocó que las cosas fueran reales, que estuvieran allí realmente. Y hoy, que para ir a trabajar paso todos los días por delante del supermercado en el que se ha convertido el Rokola, no puedo evitar sonreir ante esa imagen que tenía yo de Madrid cuando era adolescente. Un sitio donde había mods (¡...!) y conciertos gratuitos de los Smiths... Un mundo moderno. En fin....

Un abrazo.

Me gusta tu blog.

Julio