miércoles, 26 de abril de 2017

COLAS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 25 DE ABRIL DE 2017
Hoy día, para escribir hace falta ser cualquier cosa menos escritor: publican libros youtubers, tertulianos, cocineros, presentadores, concursantes de realities o toreros. "Los famosos son como las flores, muy decorativos", decía Elsa Maxwell. Y, además, venden. Eso explica que haya sospechosos habituales que se disfrazan de escritores y exhiben palmito y gafas sin cristales en la portada de un libro. Pero no nos pongamos estupendos, que si a sus editores no les importa que alguno diga "Me se ha caído el bolígrafo" mientras firma sus libros en el Carrefour, a mí tampoco. Eso sí: en el momento en el que Kiko Rivera (ese ser que se tatúa en el brazo frases con faltas de ortografía) publique una novela, servidora pide asilo político en Albania.
Leo que, actualmente, hay que diferenciar entre la industria editorial y la literatura. Leo que las redes sociales tienen más influencia en la venta de libros que los críticos. Leo que a los escritores consagrados les explota la cabeza cuando ven que nadie acude a su caseta para que le firmen un libro mientras que, a su lado, un imberbe con miles de seguidores en Instagram tiene una cola de compradores que da la vuelta a la manzana. Al final, el tamaño sí importa. Al menos, a los editores, que un poeta tuitero publica un libro y vende trece veces más que Sánchez Dragó. Tampoco es que eso tenga mucho mérito. Además, a Dragó se la sopla: cuando se percató de que la cola (la de vender libros) se le estaba quedando flácida, comenzó a preocuparse más por la otra (la de frungir), hasta el punto de que ha sacado "Homo Erectus", unas pastillas que no hace falta explicar para qué son. Dragó siempre ha sido mucho de marcar paquete, de contar sus historias sexuales y de inventárselas. Tanto ha ficcionado sobre ese punto que, más que de Madrid, Dragó parece de Mazarrón: según Amazon, es el lugar donde se venden más libros de ciencia ficción, un 170% por encima de la media española. Acabáramos. A ver si la afición al género viene porque Mazarrón es el nuevo Área 51, y debajo de los enormes campos de plástico no hay plantados tomates, sino unas vainas venidas del espacio exterior que producen réplicas de humanos para ir suplantándonos. Eso explicaría muchas de las cosas que están sucediendo últimamente, como que cada vez haya más tontos del haba. O de la vaina.  

FRAGMENTO DE "LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS"
PROPORCIONADA POR @covanechi, QUE HA PILLADO LA REFERENCIA A LA PRIMERA
  


2 comentarios:

Hong Kong Blues dijo...

Querida Sra. Palo: es difícil describir mejor la situación literaria / editorial actual. Bravo. Brava.
Hoy en día "Tu libro vale tu peso en likes".
Sólo me gustaría cuestionar algo de su texto: no se empadrone en Albania, vayámonos a Portugal. Todo son ventajas.
¡Besos!

Rosa Palo dijo...

Sabía yo que le iba a gustar esta columna ;) Y sí, yo con usted me voy a Portugal o donde haga falta