PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 25 DE ABRIL DE 2017
Hoy día, para escribir
hace falta ser cualquier cosa menos escritor: publican libros youtubers,
tertulianos, cocineros, presentadores, concursantes de realities o toreros. "Los
famosos son como las flores, muy decorativos", decía Elsa Maxwell. Y,
además, venden. Eso explica que haya sospechosos habituales que se disfrazan de
escritores y exhiben palmito y gafas sin cristales en la portada de un libro. Pero
no nos pongamos estupendos, que si a sus editores no les importa que alguno
diga "Me se ha caído el bolígrafo" mientras firma sus libros en el
Carrefour, a mí tampoco. Eso sí: en el momento en el que Kiko Rivera (ese ser
que se tatúa en el brazo frases con faltas de ortografía) publique una novela, servidora
pide asilo político en Albania.
Leo que, actualmente,
hay que diferenciar entre la industria editorial y la literatura. Leo que las
redes sociales tienen más influencia en la venta de libros que los críticos. Leo
que a los escritores consagrados les explota la cabeza cuando ven que nadie
acude a su caseta para que le firmen un libro mientras que, a su lado, un
imberbe con miles de seguidores en Instagram tiene una cola de compradores que
da la vuelta a la manzana. Al final, el tamaño sí importa. Al menos, a los
editores, que un poeta tuitero publica un libro y vende trece veces más que
Sánchez Dragó. Tampoco es que eso tenga mucho mérito. Además, a Dragó se la
sopla: cuando se percató de que la cola (la de vender libros) se le estaba
quedando flácida, comenzó a preocuparse más por la otra (la de frungir), hasta
el punto de que ha sacado "Homo Erectus", unas pastillas que no hace
falta explicar para qué son. Dragó siempre ha
sido mucho de marcar paquete, de contar sus historias sexuales y de inventárselas.
Tanto ha ficcionado sobre ese punto que, más que de Madrid, Dragó parece de Mazarrón:
según Amazon, es el lugar donde se venden más libros de ciencia ficción, un
170% por encima de la media española. Acabáramos. A ver si la afición al género
viene porque Mazarrón es el nuevo Área 51, y debajo de los enormes campos de
plástico no hay plantados tomates, sino unas vainas venidas del espacio exterior
que producen réplicas de humanos para ir suplantándonos. Eso explicaría muchas
de las cosas que están sucediendo últimamente, como que cada vez haya más
tontos del haba. O de la vaina.
FRAGMENTO DE "LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS"
PROPORCIONADA POR @covanechi, QUE HA PILLADO LA REFERENCIA A LA PRIMERA
2 comentarios:
Querida Sra. Palo: es difícil describir mejor la situación literaria / editorial actual. Bravo. Brava.
Hoy en día "Tu libro vale tu peso en likes".
Sólo me gustaría cuestionar algo de su texto: no se empadrone en Albania, vayámonos a Portugal. Todo son ventajas.
¡Besos!
Sabía yo que le iba a gustar esta columna ;) Y sí, yo con usted me voy a Portugal o donde haga falta
Publicar un comentario