miércoles, 13 de enero de 2016

BOWIE

PUBLICADO EN LA VERDAD EL 12 DE ENERO DE 2015

Hace un par de años vi con el heredero un documental sobre David Bowie. El tiznajo, arrebujado bajo la manta del sofá y alucinado frente a Ziggy Stardust, preguntaba que si eso era un chico o una chica, que si era un chico por qué se maquillaba, que si las drogas eran malas por qué se drogaba. Yo, arrebujada bajo la otra manta, intentaba explicarle a un crío de 9 años lo que era el glam rock sin hacer apología de la cocaína, del exceso de maquillaje, de los pelos decolorados o de los pantalones de campana. Debería haber una vida de David Bowie contada a los niños, que en La Biblia hay cosas peores y la han adaptado. Pero si el heredero tiene que conocer a Jesús, a Moisés, a San Pablo y hasta a los Corintios, también tiene que conocer a Bowie. Que si luego me sale tronista, Dios no lo quiera, que al menos sea consciente de que hubo un hombre muchos años antes que ya se depilaba las cejas. Que cuando vea a Lady Gaga con la cara atravesada por un rayo sepa que es la portada del “Aladdin Sane”. Que cuando sienta su corazón adolescente agitado y convulso, rebosante de energía contenida como una central nuclear a punto de estallar, escuche a Bowie y se reconcilie con el mundo y con él mismo. Él aún no lo sabe, pero Bowie lo salvará muchas veces.


La pena es que Bowie no ha podido salvarse a sí mismo. Y que alguien como él muera hace que tiemblen los cimientos de esta Arcadia feliz en la que intentamos vivir: muere Bowie, pero también muere el hijo de tu vecino, la madre de una amiga, un compañero de COU. Y sientes cómo la muerte, la muy puta, te roza y vuelve a pasar por tu lado una y otra vez. Y tú te escondes, e intentas sortearla cambiando de acera para no saludarla; que no nos vea, piensas, que no nos toque, susurras. Pero, antes o después, te ve y te toca. A ti y a los tuyos. Ni siquiera Bowie, tan camaleónico como era, ha podido mimetizarse para confundirla. Al final resultó que no era inmortal, aunque siempre creímos lo contrario. Incluso lo creía el heredero: esta mañana, mientras se tomaba un vaso de leche con galletas, le he dicho que Bowie había muerto. “Joder”, me ha contestado. Pues eso.



1 comentario:

Hong Kong Blues dijo...

Qué gran escena la suya junto a su vástago viendo el documental. Bowie se fue, lo mismo que el invierno.
Esperemos que vuelvan, aunque sean reencarnados.
¡Un abrazo enorme!