miércoles, 22 de octubre de 2014

Los impostores


PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 21 DE OCTUBRE DE 2014

El pequeño Nicolás los engañó a todos. No le resultó complicado: si careces de mentón y de vergüenza y tienes carica de tonto, ojos claros, piel blanquísima y pelo engominado, te resulta más fácil hacerte pasar por cachorro pepero; los aparentes genes de perro de raza cuelan más que los de perro ratero. Nicolás era un desclasado, alguien “que ya no pertenece a la clase social, generalmente alta, de la que proviene, o que ha perdido conciencia de ella”. Y Nicolás había perdido la conciencia totalmente, tanto que en el informe forense se dice que sufre “una florida ideación delirante de tipo megalomaníaco”. Florida no, floridísima: con jazmines en el pelo, rosas en la cara y fotos en el móvil acompañando a los prebostes de este país, uno llega a cualquier parte.

Pero desclasados hay arriba y abajo, que el ascensor funciona en los dos sentidos: Carmina descendía hasta los infiernos con el Chuli, el Pai y el Cabra, y se lavaba los pies con Coca-Cola en el Rocío cuando se los podía lavar con Moët & Chandon en La Mamounia, pero a ella plin, porque era Ordóñez Dominguín. Coquetear con el lumpen sabiendo que siempre están los de tu clase para rescatarte no tiene mérito, pero intentar subir de escala social a lo vivo es más jodido: al pequeño Nicolás lo meterán en el trullo y, a los impostores de verdad, a Blesa y a sus amigos, a los desclasados que han pasado de ser unos prohombres a convertirse en unos chorizos peores que el Makinavaja, el Torete y el Vaquilla juntos, los despedirán con una palmadita en la espalda y un vale descuento en el Women’s Secret.

La paradoja es que muchos votan a la derecha porque piensan que no tienen necesidad de robarnos, que ya tienen bastante con el dinero que les viene de cuna, mientras que otros depositan su confianza en la izquierda por aquello de la honradez. Pero los ilusos no saben que, para los impostores de uno y otro lado, la pasta nunca es suficiente, que cuando haces pop, ya no hay stop, y que cuando has dormido una vez en el Hotel Villa Magna no quieres volver al Hostal La Peseta. Al lado de estos tramposos, el pequeño Nicolás sólo es un crack del postureo. Que lo dejen hacer fortuna en  un reality, o en “Mujeres, Hombres y Viceversa”. Él será viceversa, claro. 


1 comentario:

Hong Kong Blues dijo...

Estoy absolutamente de acuerdo. Nicolás no deja de ser un símbolo (además de un ejemplo de trastorno de personalidad).
Un fuerte abrazo