PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 21 DE OCTUBRE DE 2014
El pequeño Nicolás los engañó a todos. No le
resultó complicado: si careces de mentón y de vergüenza y tienes carica de
tonto, ojos claros, piel blanquísima y pelo engominado, te resulta más fácil hacerte
pasar por cachorro pepero; los aparentes genes de perro de raza cuelan más que
los de perro ratero. Nicolás era un desclasado, alguien “que ya no pertenece a la
clase social, generalmente alta, de la que proviene, o que ha perdido
conciencia de ella”. Y Nicolás había perdido la conciencia totalmente, tanto que
en el informe forense se dice que sufre “una florida ideación delirante de tipo megalomaníaco”. Florida
no, floridísima: con jazmines en el pelo, rosas en la cara y fotos en el móvil
acompañando a los prebostes de este país, uno llega a cualquier parte.
Pero desclasados hay arriba y abajo, que el
ascensor funciona en los dos sentidos: Carmina descendía hasta los infiernos
con el Chuli, el Pai y el Cabra, y se lavaba los pies con Coca-Cola en el Rocío
cuando se los podía lavar con Moët & Chandon en La Mamounia, pero a ella plin,
porque era Ordóñez Dominguín. Coquetear con el lumpen sabiendo que siempre están
los de tu clase para rescatarte no tiene mérito, pero intentar subir de escala
social a lo vivo es más jodido: al pequeño Nicolás lo meterán en el trullo y, a
los impostores de verdad, a Blesa y a sus amigos, a los desclasados que han
pasado de ser unos prohombres a convertirse en unos chorizos peores que el
Makinavaja, el Torete y el Vaquilla juntos, los despedirán con una palmadita en
la espalda y un vale descuento en el Women’s Secret.
La paradoja es que muchos votan a la derecha
porque piensan que no tienen necesidad de robarnos, que ya tienen bastante con el
dinero que les viene de cuna, mientras que otros depositan su confianza en la
izquierda por aquello de la honradez. Pero los ilusos no saben que, para los
impostores de uno y otro lado, la pasta nunca es suficiente, que cuando haces
pop, ya no hay stop, y que cuando has dormido una vez en el Hotel Villa Magna no
quieres volver al Hostal La Peseta. Al lado de estos tramposos, el pequeño
Nicolás sólo es un crack del postureo. Que lo dejen hacer fortuna en un reality, o en “Mujeres, Hombres y Viceversa”.
Él será viceversa, claro.
1 comentario:
Estoy absolutamente de acuerdo. Nicolás no deja de ser un símbolo (además de un ejemplo de trastorno de personalidad).
Un fuerte abrazo
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