lunes, 21 de julio de 2014

Charo Baeza


Mi prima la de Murcia

Soy prima de Charo Baeza. O, al menos, eso me decía mi padre: “La Charo era prima de mi primo el Trompo, el que se cayó en la acequia, así que tú eres prima de la Charo”. Y yo miraba a Charo y me miraba a mí, y veía sus curvas y veía las mías, y no encontraba ningún parecido. En nuestro caso, las leyes de Mendel se las había cargado un cirujano plástico.

Descubrí a Charo Baeza en “Vacaciones en el mar”, donde aparecía interpretando a una cantante llamada April López. Charo fue la artista invitada que más veces intervino en aquella serie, cuyo reparto era el sueño alucinógeno de cualquier director de casting: rescataban a grandísimas estrellas de “Prados Soleados”, como Gene Kelly, Joseph Cotten, Olivia de Havilland o Joan Fontaine (estas últimas saldrían en episodios diferentes, ya que la relación entre las hermanas era tan mala que, si hubieran aparecido en el mismo capítulo, una habría tirado a la otra por la borda), y las mezclaban con estrellitas que empezaban a brillar (en esta serie apareció Tom Hanks por vez primera), con celebridades del mundo de la moda (Halston o Gloria Vanderbilt) y hasta con los Harlem Globetrotters. Y todas las “guest stars” aparecían en orden alfabético, para evitar que pasara lo que ocurrió cuando Lola Flores, Carmen Sevilla y Paquita Rico rodaron “El balcón de la luna”: tuvieron que poner en la cartelera los nombres en aspa rotativa para que no se tiraran del moño por ver quién aparecía la primera.

Pero ¿cómo se pasa de los limoneros murcianos a las palmeras de Los Ángeles? Charo, nacida en Molina de Segura, recibió clases particulares de guitarra del mismísimo Andrés Segovia, y comenzó como cantante existencialista, versionando a las intérpretes francesas de vestido negro, mirada desencantada y Gauloises en la boca. La transición al vestido de lentejuelas, la mirada pícara y los Marlboros fue obra y gracias de Xavier Cugat, un músico de bigotillo fino que la hizo pasar del existencialismo al gataperrismo: Cugat descubrió a Charo y la creó a imagen y semejanza de uno de sus chihuahuas, aunque con su nariz chata, su pequeña estatura y su toto sobre la melena cardada, Charo acabó pareciéndose más a una perrita pekinesa. Charo tenía quince años cuando se casó con Cugat. Quince o veinticinco, porque según ella nació en 1951, aunque su partida de nacimiento establecía que había nacido diez años antes. En cualquier caso, hay que tener una ambición que no te cabe en una ciento veinte de pecho para casarse con un hombre como Cugat, pero Charo sabía que el músico era el pasaporte para triunfar.

Y triunfó: Charo (sin apellido, como es conocida en Estados Unidos), hizo una carrera meteórica. Tuvo su propio grito de guerra, “Cuchi, cuchi”, y llegó a registrarlo como marca, que una será rubia, pero no tonta. Actuaba en las salas de fiesta y en los casinos de Las Vegas, aparecía en todos los shows televisivos de máxima audiencia y aprovechaba sus conciertos de guitarra para enseñar cacha, algo tan raro como si Paco de Lucía tocara “Entre dos aguas” enseñando las canillas.

Entre cuchi y cuchi, Charo se divorció de Cugat, se casó con su representante, tuvo un hijo, se mudó a Hawaii para criar al niño fuera del show business y regresó a Los Ángeles para volver a triunfar. Y su éxito fue tal que, incluso, salió en “Los Simpson”, un honor mayor que obtener un Nobel, que lo tiene hasta Kissinger (por cierto, el reconocido pacifista estuvo en la inauguración de la casa de Charo).

Charo también es una artista comprometida, que una será rubia, pero solidaria: colaboradora de PETA desde hace años, rodó el video “España Cañí: Dance, Don’t Bullfight” (tal cual), que narra (también tal cual) la historia de un torito llamado Manolo que vive aterrorizado pensando que, cuando crezca, va a morir como su papá a manos de un torero. Tras el rodaje, el torito fue puesto a la venta y Charo se enteró de que un hotel de Las Vegas estaba interesado en su carne, así que lo compró y se convirtió en su mamá adoptiva (y luego nos extraña que George Clooney tenga un cerdo como mascota). Eso sí, vegetariana no es: según ella, sigue comiendo morcillas y longanizas. Aunque sospecho que, con esa cinturita de avispa, las masticará y luego las escupirá, que es lo que hacen los angelinos con los filetes.

Ahora, Charo es reivindicada y reverenciada por los modernos, como Alaska y Mario, que intentaron que fuera al remake de su boda en Las Vegas sin conseguirlo. Pero en esto, como en tantas otras cosas, Almodóvar fue el pionero: en “Con las manos en la masa” le contaba a Elena Santonja que iba a hacer una película bélica ambientada en el Vietnam, protagonizada por “enfermeras feministas francamente lésbicas” que se ponen de los nervios porque mandan al frente a Raquel Welch y a Charo Baeza para entretener a los soldados. Las enfermeras feministas les roban el maquillaje y las plataformas a las “tapón-sexy”, que dice Almodóvar, y las dos estrellas enanas tienen que actuar en zapatillas y a pelo.

Y es cierto: Charo es una tapón-sexy que crece a base de tacones, cardados y mucha gracia. Y también es kitsch, y excesiva, y ostentosa. Es una choni de lujo. Es naif. Es el sueño de un travesti o de una cantante de orquesta del Club Náutico de Islas Menores. Y también lo fue de Ana Obregón, que intentó seguir sus pasos pero tropezó en el camino: récord de apariciones en “Vacaciones en el Mar” frente a una en “El Equipo A”. Gana Charo por goleada, que para eso tiene más calle que la Obregón. A ver si consigo que venga a una reunión familiar para que nos cuente sus andanzas, y la invito a michirones y a beber en porrón, que dice que le gusta mucho. Y, si quiere, que se traiga al torito Manolo, que tengo jardín.




2 comentarios:

Hong Kong Blues dijo...

Charo ha sido y es un mito en mi casa. Lady Laca, obviamente, nos enseñó a admirarla.
A mí siempre me ha parecido total. Toda una self-made woman atípica. Cítrica e incombustible. Cuando veo a Pepino Marino que se la pone de fondo del móvil alucino. Y me alegro.
Porque al final Charo nos muestra que es posible salir de la acequia española y trabajar por los sueños (húmedos, de brilli-brilli o pacifistas). Ah, y aplaudo su discurso antitaurino.
¡Viva Charo y su prima la escritora!

Rosa Palo dijo...

Yo también soy muy, muy fan de Charo. Me gustan mucho las mujeres hechas a sí mismas, en todos los sentidos, aunque tengan ayuda de un cirujano plástico. Y que Lady Laca le enseñara a admirarla demuestra lo listísima que es su madre. Así ha salido usted.
Besos mil.