PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 19 DE NOVIEMBRE DE 2013
No hay litio en el mundo que me quite la
bipolaridad que me producen las revistas femeninas, que es abrirlas y pasar del
gozo al llanto en una página. También puede ser que cada vez me interese menos
el rollo aspiracional que se traen, que no digo yo que no, pero es que acabo
esquizoide perdida: leo un artículo sobre cómo aceptarse a una misma y, cuando
ya estoy convencida de que tener celulitis no es una maldición bíblica, me
cascan un reportaje sobre las últimas técnicas en liposucción; me demuestran a
tres columnas que se puede ser feliz con una talla 44 para luego desmontarme el
chiringuito con unos vestidos que no le cabrían ni a Barbie Malibú quitándose
las costillas flotantes; en la página par me convencen de que hay que llevar
con alegría el paso del tiempo y en la impar me colocan una foto de la Preysler
con la cara más planchada que las camisas de Eduardo Inda. Sólo me falta
combinar la lectura de Simone de Beauvoir con la de “Cásate y sé sumisa”, el
nuevo bestseller del Arzobispado de Granada, para acabar más loca que Shakira
con su tigre.
Pero lo que más me sulibeyan son los artículos
tipo “Un día en la oficina”: están convencidos de que todas trabajamos como
secretarias de un productor porno, que nos ponen una raja en la falda que me
río yo de Estopa y del Seat Panda, y unos tacones que, si los tengo que llevar 12
horas al día, acabo con más dedos amputados que el que escaló el Everest sin
calcetines. O “Los nuevos aliados contra el envejecimiento”: sumando lo que me
cuesta el contorno de ojos, el sérum, la reafirmante, la antiarrugas y la
antioxidante, me sale a 300 euros el centímetro cuadrado de jeta. Y encima tengo
que pedir jornada laboral reducida para que me de tiempo a echarme las cremas
por la mañana.
¿Funcionaría mejor una revista con artículos
titulados “El outfit ideal para celebrar los cumpleaños en los parques de bolas”,
“¿Qué me pongo para ir a comprar a
Mercadona?” o “Tus canas, libres y sueltas”? Pues claro que sí, porque esa es
la mujer real, la de verdad, la auténtica, la… esperen un momento. ¿Han visto
el abrigazo rojo de Dior que lleva Naty Abascal en esa portada?! Hala, ya
estamos otra vez. ¿No les digo yo que me tienen loca?
Abrigo (4.300 €) y falda (1.950 €),
todo de Dior, en "S Moda"
2 comentarios:
Jajaja. El artículo arranca y acelera hacia la mitad que da gusto. ¡Qué buena es usted! ¡Y qué buena está! Por qué no decirlo.
Yo he abrazado la bipolaridad, e incluso la esquizofrenia, y soy feliz. Vivo como un wannabee. Pero como el hábito parece que sí acaba haciendo al monje, resulta que da resultado (valga la redundancia).
Así que no tema y sufra psiquiátricamente a gusto. ¡Besos!
MUACK!
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