PUBLICADO EL MARTES 15 DE OCTUBRE EN LA VERDAD
Me hallo en plena transición: estoy dejando de ser la vecinita de al
lado para convertirme en madre de Primaria. Vamos, que lo poco atractivo que me
quedaba se está yendo a tomar viento, que soy el ejemplo perfecto del efecto de
la gravedad sobre el cuerpo humano, todo colgandero, oiga, tanto que ni las de
FEMEN me quieren. Y eso que, con lo caídas que tengo yo las pancartas, me cabe
en una la Declaración de Derechos Humanos y en la otra la discografía entera de
Calamaro, pero nada. Es la transformación de capulla en oruga, y de oruga en
vaca vieja.
Y si no fuera bastante difícil de llevar esa transición personal, también
estamos pasando por otra, una mucho peor, más dura. Ellos lo llaman aclimatación,
ajuste, adaptación, conversión; yo lo llamo putada. Porque esto no es lo que nos
habían contado, por lo menos a mí, que toda la vida he estado escuchando que lo
mejor era hacer oposiciones para tener algo fijo, que si estudiaba mucho
encontraría un buen trabajo, que para qué me iba a ir a otro sitio si aquí se está
estupendamente, que la vida tiene otro sabor, que España es la mejor, y ahora
van y nos cambian el disco, y nos hablan de movilidad laboral, espíritu emprendedor,
adaptación al mercado, globalización, reestructuración y no sé cuantas cosas
más. Que el panorama ha cambiado y hay que amoldarse. Que hay que ser
competitivo, imaginativo, arriesgado, dispuesto. Que no hay que tener miedo,
que hay que salir a comerse al mundo. Vale. Pero no nos han enseñado cómo
hacerlo, y tenemos que aprender a base de capones. Y, mientras tanto, los que
no aprenden se quedan por el camino. Y yo, sinceramente, a estas altura
aprender, lo que se dice aprender, aprendo poco, que se ve que tengo el disco duro
lleno. Ahora que vamos para toros mansos o para vacas viejas, quieren que
crucemos el oeste buscando prados nuevos. Así que, como en una ouija no me
posea el espíritu emprendedor de Steve Jobs, no me escapo de ésta, porque me da
a mí que hacerse un curso online de Community Manager no es suficiente. ¿Cómo,
que usted también se ha apuntado? Pues nada, estupendo. Ya sólo nos falta
hacernos distribuidora Avon, que me iba a hacer de Tuppersex, pero cuando me
han visto las pancartas tan caídas, tampoco me han dejado.
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