miércoles, 20 de marzo de 2013

Padres modernos


PUBLICADO EN LA VERDAD EL 19 DE MARZO DE 2013

Hoy es el santo de mi santo. Está de felicitación doble porque, además de santo, es padre (que no Santo Padre, no se confundan, que por muy majo que sea el Papa Francisco no está como para marcarse un Pájaro Espino). Y, como padre moderno que es, pertenece a esa nueva especie de hombres desconcertados que ven con horror cómo sus hijos prefieren el “Gangnam Style” a los AC/DC, que se compran los Madelmanes y no los sacan de sus cajas (y los chiquillos que por qué no me los dejas, y los padres que porque me los vas a romper, y los chiquillos que entonces para qué los compras si no podemos jugar con ellos), y que se han prometido a sí mismos no decir jamás “Cuando seas padre comerás huevos”. Pero todo llegará, porque si las madres estamos perdidas, ellos ni les cuento.

Los padres modernos ya no tienen la mirada de los padres de antes, esa mirada que acababa con cualquier discusión porque estaba cargada de promesas (te prometía que, como siguieras por ahí, ibas a estar castigado hasta que Mario Vaquerizo se cortara la melena). Ahora los padres ponen la mirada Sabater, la de Leticia Sabater, porque se quedan bizcos esperando a que los críos obedezcan. Nosotras ya no podemos ni utilizar el “Cuando venga tu padre, verás”. Nada. La igualdad radica en que no nos hacen ni puñetero caso ni a las madres ni a los padres; la conciliación, en que tanto ellos como nosotras vamos de cráneo entre deberes, extraescolares, funciones del colegio y días sin clase. Pero los padres de ahora, como los de antes, siguen subiendo a los niños a caballito, y enseñándoles a montar en bici, y jugando con ellos, y explicándoles las matemáticas, y llevándoles en brazos hasta su cuarto cuando se quedan dormidos en el sofá. Son héroes en el microcosmos familiar, y si tienen que serlo también en el mundo exterior para proteger a sus hijos, lo serán. Y hoy, cuando les llegue una tarjeta con una corbata malamente pintada en el colegio, se pondrán más contentos que si les hubieran regalado un Barceló, y cambiarán la mirada Sabater por una más tierna que un PowerPoint de gaticos, y se comerán a besos a sus hijos. Así que, por todo eso y por todo lo que no me cabe en esta columna, felicidades, papás. A los de antes y a los de ahora. 

2 comentarios:

Hong Kong Blues dijo...

Ciertamente vale la pena felicitar a todos aquellos padres y madres que ejercen su rol de forma responsable, o que al menos le ponen ganas.
Yo, que me dedico a tratar los efectos de lo contrario, me alegro al leer ejemplos positivos, jaja.

Un abrazo enorme a su Santo y a usted. Al Papa ya no tanto.

Piticli se emociona como un concursante de GH cuando les llama la madre con voz de "¿Así te hemos educado en casa?" dijo...

¡Me ha encantado este post! ¡Qué bonito! ¡Pero que BONITO! (no esto no lo mejora ni medio litro de Brummel)