miércoles, 3 de octubre de 2012

Traducción simultánea


PUBLICADO EL 2 DE OCTUBRE DE 2012 EN LA VERDAD

Mi amigo Ingmar habla 13 idiomas. Lo suyo no es poliglotismo, es bulimia. El último que está aprendiendo es el sindarin, no sea que un día se le aparezca un elfo preguntándole la hora y él no sepa contestarle. Ingmar, traductor y filólogo, ha escrito decenas de libros, entre los que destaca Godos, gautias y gotios: etnónimos nebulosos y reveladores. No, en serio, se llama así: soy incapaz de inventármelo. En un español mejor que el mío, Ingmar me dice que no es tan complicado, que cuando hablas dos o tres idiomas el resto se aprende en un plis. Y eso me lo cuenta a mí, que cuando me dirijo en inglés a alguien, el alguien me contesta “Por favorrr, si tú hablar en español despasito, yo entender mejor”, y a tomar por saco toda una vida de clases extraescolares. A mí, que respondo los emails extranjeros con una sintaxis propia de Tarzán. A mí, que pronuncio de tal forma que el Príncipe Gitano perpetrando “In the ghetto” parece un locutor de la BBC a mi lado. Mi amigo Ingmar no sabe que hablo inglés muy por encima de mis posibilidades.

Escuelas de traducción hay muchas, pero la que tiene más predicamento en España es una que consiste en gritarle al guiri hasta que se queda sordo. En nuestra familia, la tía Fina era la traductora oficial; según ella, el alemán es facilísimo, es como el español pero chillao. Las traducciones libres de la tía Fina las padeció su cuñado: tras sus últimas vacaciones en Ferrol, el pobre Henry regresó a Bremerhaven con seis kilos de empanada, una lesión irrecuperable en el tímpano y la certeza de que los españoles éramos capaces de romper la barrera del sonido al hablar. La tía Fina sigue convencida de que sabe alemán.

Lo cierto es que nunca me preocupó demasiado no saber idiomas: si en España uno puede llegar a presidente del Gobierno sin pasar del “Nice to meet you”, yo, que sé contar hasta cien, no tengo techo. Pero ahora la clase política no es que no hable inglés o alemán, es que tampoco habla español. El sistema de traducción de la tía Fina no nos vale: por mucho que gritemos, ellos aplican el “no me chilles, que no te veo”. Y, cuando se deciden a dar explicaciones, no las entiendo. Sólo si traduzco “austeridad” por “miseria”, empiezo a pillar el hilo. Y así vamos, from lost to the river. 

7 comentarios:

Piticli nunca creyó en Wall Street Institute dijo...

Protesto: mi comentario no se ha publicado. Simplemente decirle que el aproach que hace de este issue me parece magnifique. Un tema de über actualidad con un enfoque tan inteligente. ¡ROSA PALO FOR PRESIDENT!

Piticli corrigendum dijo...

aPProach...

Piticli en modo ¿he sido yo? dijo...

Lo siento... no pretendía que resultase un corrigendum en campaña electoral... ¡qué horror! Le suplico me corrija el primer comentario con approach y me elimine estos dos... ¡SOS!

Hong Kong Blues dijo...

AMÉN (que además creo que se dice así en varios idiomas y mitologías en boga).

Magnífica.

Antony Vidale dijo...

Gud, veri gud.
Dont güorri guapa, ai también espiquing inglis veri poco.

Rosa Palo dijo...

Madre mía! Mi amigo Ingmar va a tener que traducirme sus comentarios, amigos. Qué dominio de las lenguas que tienen todos ;)

fascinum dijo...

No se preocupe usted. Si hubiera visto a los gaditanos hablando con los ingleses se le quitarían los complejos. En lugar del "Nice to meet you" decían "No hay tomillo", en perfecto gaditano. Y los ingleses, encantados (de conocerles).