PUBLICADO EL 23 DE OCTUBRE DE 2012 EN LA VERDAD
Cae una lluvia suave. Hace fresquico ya;
rescato una rebeca del armario y me refugio en internet para echar un vistazo a
los periódicos. Entre elecciones autonómicas, mafias chinas, fútbol y cupones
para conseguir sartenes, me salta a los ojos una promoción en la que sortean un
fin de semana en un balneario. “¿Te mereces que te mimen en un spa?”,
preguntan. Tal cual. Entre interrogaciones. Acabáramos.
Mira por donde hemos pasado en un plis de las
oraciones afirmativas, en las que nos aseguraban que nos merecíamos todo lo
bueno de este mundo, a las interrogativas: haga usted examen de conciencia
antes de decidir si tiene derecho a algo. Y lo peor es que están ganando
terreno las exclamativas: “¡Te lo mereces!”, nos dirán cuando estemos perdidos,
sin rumbo, en el lodo. Porque, al final, nos van a convencer de que la culpa es
nuestra, y eso a pesar de que cumplimos nuestra parte del trato: nos dijeron
que si éramos niños buenos, si estudiábamos una carrera y aguantábamos unos
primeros años de penuria laboral, nos mereceríamos alcanzar cierta seguridad en
el trabajo, comprar ropa de marca en las rebajas y llevar a los críos a
Eurodisney. Pero ahora usted, que se merecía un jersey de Adolfo Domínguez al
50%, un príncipe, un dentista, no se merece ni un Gelocatil: cúrese las
migrañas con un emplasto de vinagre de manzana, después lo escurre y aliña la
ensalada. Estamos a un paso de que Txumari Alfaro sea Ministro de Sanidad.
No, es verdad, no nos merecemos un spa, nos
merecemos un monumento. Al aguante, al temple, a las ganas de seguir. A la
capacidad de cambiar los restaurantes por excursiones con bocadillos, de
sustituir el viaje a Eurodisney por irse de acampada, de aguantar con la misma
rebeca de Zara cuatro temporadas. A la adaptación a estos tiempos inciertos. Y
del spa, no se fíe: me da a mí que le van a tener dos horas en la piscina de
agua fría y, cuando salga tiritando, una alemana ex campeona de lanzamiento de
martillo reconvertida en masajista le va a clavar el codo entre los omoplatos
al grito de “¡Te lo merreses!”, y lo va a dejar más doblado que un chino
saludando a las visitas. Ya me hago yo una exfoliación casera con arena de la
playa, gracias. Y que se metan las burbujas por el desagüe, los listos.
1 comentario:
Sí, aquel esfuerzo del que nos hablaban debería sernos recompensado.
Pero también es cierto que mucho de lo que nos sucede ahora ha sido consentido, observado, y hasta votado por nosotros...
No sé si nos merecemos un SPA, pero sí otra SPAIN.
La adoro.
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