martes, 20 de diciembre de 2011

Control Z

PUBLICADO EL 6 DE DICIEMBRE EN LA VERDAD

He perdido ya la cuenta de la cantidad de veces que meto la pata al cabo del día, de hecho mi nivel se acerca tan peligrosamente a la prima de riesgo que estoy al borde de la intervención (quirúrgica, que ya está el doctor House afilando el bisturí para abrirme la cabeza y ver qué pasa). Y lo primero que hago cuando me equivoco es pulsar mentalmente Ctrl Z, pero nada: no se puede deshacer. ¿A usted también le pasa? Me lo temía. Y no somos los únicos: la Casa Real tiene las teclas medio borradas de tanto que le está dando para intentar suprimir lo de Urdangarín, y Vasile las ha pulsado por primera vez en su vida pidiendo perdón a los anunciantes tras el desastre de La Noria, aunque Vasile sólo ha empezado a preocuparse cuando ha visto que en lugar de darle a la tecla de sumar le daba a la de restar. Pero la pifia ya está hecha, oiga.

Y ya que no disponemos del Ctrl Z, al menos podríamos tener un Ctrl G para guardar los momentos más bonicos, esos en los que la vida parece un anuncio de El Almendro. O contar con la ayuda de los comodísimos Ctrl C y Ctrl V: haces un cocido con pelotas, lo copias y lo pegas hasta tener reservas en el congelador suficientes para aguantar una revuelta vegetariana encabezada por Morrissey al grito de “Meat is murder”. O un Reemplazar: cambio novio enclenque y descolorío por Hugh Jackman. O un Eliminar, radical pero efectivo; además, si luego te arrepientes de actuar como el quinto jinete del Apocalipsis, siempre puedes ir a la Papelera de Reciclaje. Y del Photoshop, ni hablamos: hasta que sepan cómo trasladarlo al mundo real tendremos que conformarnos con las técnicas analógicas y pleistocénicas de Sara Montiel, que obligaba a poner una media en la cámara cada vez que la fotografiaban para difuminarle las arrugas (yo estoy por ponérmela directamente en la cabeza, que seguro que difumina más). Pero de momento hay que aguantar el tirón, los errores, sus consecuencias, las patas de gallo y los novios feúchos. Aunque yo no pierdo la esperanza del todo: ahora que me tiene con la cabeza abierta, voy a darle a House dos Vicodinas a ver si lo convenzo para que me instale la última versión del Windows. Y, de paso, que me conecte a la Wi-Fi.

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