miércoles, 27 de abril de 2016

AGUA DEL CARMEN

PUBLICADO EL MARTES 26 DE ABRIL DE 2015

A la escritora Caitlin Moran, su madre no le había contado nada sobre la regla. “Pensé que os enteraríais viendo Luz de Luna”, le contestó años más tarde cuando le preguntó. La mía sí me habló largo y tendido sobre el tema, pero cuando quise ponerme un Tampax me dijo “No, que eres soltera”. Esto sucedió hace más de treinta años, así que cualquier tiempo pasado no fue mejor. Menos aún si has tenido que quedarte en la orilla de la playa sin bañarte porque no te dejaban ponerte tampones. O si has tenido que usar esas compresas horrorosas de gasa y algodón que te daban las monjas cuando te venía la regla en el colegio. También te daban Agua del Carmen, ya tuvieras la menstruación, un brazo roto o una brecha en la cabeza. Así acabábamos todas, medio piripis.

No me extrañaría que la CUP reivindicara el Agua del Carmen como método alternativo a la farmacopea tradicional, ya que ha recomendado usar esponjas, paños y copas menstruales en lugar de compresas y tampones. Para mí que estos sistemas de higiene eran un avance en la vida de las mujeres, pero parece ser que no, que no son ni sanos, ni ecológicos ni sostenibles. Acabáramos: entre los que propugnan el uso de compresas de tela y los que se empeñan en hacerte sentir la peor madre del mundo por abandonar la lactancia materna o por ponerte la epidural en el parto, lo de “nosotras parimos, nosotras decidimos” se queda en agua de borrajas. Pero es que una cosa es volver a lo natural y otra al siglo XIX, que ya me veo montando en carreta, dejándome el pelo largo hasta alcanzar niveles pantojiles y yendo a lavar al río. A este paso, todas menonitas.

Lo bueno de este debate que ha generado la CUP es que ha puesto sobre la mesa (o en Twitter, que viene a ser lo mismo) un hecho que afecta a la mitad de la población y que todavía, como en los tiempos de “Luz de Luna”, sigue siendo tabú en muchos sentidos. Y hasta un estigma. Si sirve para que conozcamos otros métodos y aprendamos más sobre nuestro cuerpo, bienvenida sea la propuesta. Pero sin talibanadas y sin hacernos sentir culpables por usar tampones. Cada una, que elija su sistema. Por mi parte, podrían bajar el IVA sobre estos productos al 4%. Que no gano para compresas.


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