miércoles, 10 de febrero de 2016

LA ESCRIBIDORA

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 9 DE FEBRERO DE 2016

“Eres una gran narradora”. Ése es el piropo que más le ha gustado a Isabel Preysler de todos los que le ha dicho Vargas Llosa. Ni estás más buena que el pan, ni tanta carne y yo en cuaresma, ni pisa fuerte morena que paga el ayuntamiento, no: eres una gran narradora. Y es verdad que lo es. Tan grande que lleva cuarenta años contándonos su vida en las revistas y aún no nos hemos cansado de leerla.

Pero Preysler no se levanta a las cuatro de la mañana para escribir como hace Murakami, ni mete los pies en un barreño de agua helada a la manera de Schiller, ni fuma para encontrar adjetivos como hacía Pla, que su lista de calificativos se limita fenomenal, ideal y estupendo. Tampoco cultiva el realismo visceral de Ulises Lima y su pandilla de detectives salvajes y ficticios, ni el realismo sucio de Raymond Carver, ni siquiera el realismo mágico de García Márquez. Isabel practica el “realismo ideal”, un movimiento literario basado en la retórica de la exclusiva donde todo es monísimo y finísimo, donde le das la vuelta a tu vida hasta que se convierte en lo que has soñado. En el realismo ideal (también llamado “realismo photoshop” por algunos críticos) no existen las arrugas, ni los michelines, ni la flacidez; no se compra en los chinos, no se secan las plantas, no te quedas sin batería en el móvil, no te quemas la lengua con el café, no se acaba tu serie favorita y no se termina el papel higiénico en el peor momento. En el realismo ideal cenas con el Príncipe de Gales, te pagan por lucir diamantes, meas colonia, eclipsas a las estrellas de cine en los Goya y das una lección de photocall a todas las actrices que se descoyuntan enseñando pierna y poniendo morritos.


El talento literario de Preysler no ha de sorprendernos: la filipina siempre se ha escrito a sí misma, viviendo del cuento mucho antes que el escritor peruano. Pero ahora que Isabel y Mario están juntos, convertidos en una pareja de literatos como Mary y Percy Shelley, Dashiell Hammett y Lillian Hellman o Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, las influencias de uno en el otro comienzan a notarse: Mario ha declarado a la revista literaria ¡HOLA! que está fenomenal, en una etapa estupenda, muy bonita. Definitivamente, Vargas Llosa se ha adherido al idealrrealismo. Amárrame esos pavos.  



No hay comentarios: