viernes, 20 de noviembre de 2015

REBELDE SIN CAUSA


Yo no soy rebelde porque el mundo no me hizo así, que me hizo anarco burguesa celulítica. Con estas caderas de paridora y estos muslos como columnas jónicas no podía hacerme de otra forma, que la rebeldía es más de muchachas andróginas con melena lacia, cuello largo y pecho escaso. La rebeldía, como estética, sólo favorece a las delgadas.

Pero, de vez en cuando, hasta a las morenas rotundas nos sale la insurrecta que llevamos dentro. El miércoles no compré el ¡HOLA! No vi la boda de Eva González, la única miss venida a más, y Cayetano Rivera, el torero venido a menos. Vale, no vi la boda en esa revista; la cotilleé en otra que tenía más a mano, que mi rebelión siempre ha sido de sofá. Pero no comprar el ¡HOLA! para no participar en la exclusiva de una boda protagonizada por guapas vestidas con alevosía y ensañamiento, toreros encantados de conocerse y sevillanía rancia pagada a precio de oro fue mi pequeño acto de rebeldía.

El acto de rebeldía de los parisinos ha sido salir a la calle. Salieron noqueados, tristísimos, asustados, sí, pero salieron. Con tanta calma como con la que  abandonaron el estadio de fútbol cantando “La Marsellesa”, que no es preciosamente una canción de paz, sino de libertad con ira; la misma con la que muchos franceses recibieron la versión a ritmo de reggae y de calada de petardo que hizo del himno Serge Gainsbourg, hombre, marido y padre rebelde y de  rebeldes, más francés que el croissant y listo como el hambre: en un concierto en Estrasburgo donde aparecieron legionarios sin cabra pero cabreados por la interpretación del francés, Gainsbourg se puso a cantar a capela la versión oficial del himno y se los metió en el bolsillo.

Yo también canto “La Marsellesa”, pero no por Gainsbourg, sino por “Casablanca”. Y lloro. Y llamo a los ciudadanos a las armas en un francés de Chiquito de la Calzada. Porque hasta las de cadera ancha tenemos derecho a rebelarnos contra la barbarie. Porque además de cantar himnos, cambiarnos el perfil de Facebook y colgar fotos de vacaciones en París, se nos debería ocurrir algo más. “Saber lo que es justo y no hacerlo es la peor de las cobardías”, decía Confucio. Y ya saben que Confucio, según una aspirante a Miss Panamá, “fue uno de los que inventó la confusión”. Seguro que a esta también le paga la exclusiva el ¡HOLA! 

1 comentario:

Hong Kong Blues dijo...

En nuestra tierra ninguna protesta más fácil que salir a la calle para el ocio. Otra cosa son las manifestaciones o el arranque de adoquines. Es usted una anarco burguesa admirable.