jueves, 16 de julio de 2015

LUNA DE VERANO


PUBLICADO EL 15 DE JULIO DE 2015 EN LA VERDAD

En verano, en aquellos veranos largos y morosos que duraban tres meses, llenaban las playas y vaciaban las ciudades, los padres no nos dejaban salir bajo el sol. Nos enclaustraban en casa a la hora de la siesta, bajaban las persianas y convertían el día en noche. Pero a media tarde, incapaces de mantenernos quietos durante más tiempo, nos daban libertad bajo palabra de volver a la hora de la cena; entonces cogíamos las bicis y salíamos por los caminos de tierra, y éramos Tom Sawyer y Huckleberry Finn, y los senderos del Mar Menor eran la ribera del Mississippi, y el mundo era nuestro.

Volvíamos a casa y volvíamos a salir, duchados y con el sol en la cara. Nos dejaban llegar tarde porque la luna de verano siempre protege a sus hijos. Bajo esa luna enorme e inmensa dábamos el primer beso a un pijo de Madrid, que te contaba lo que era el Burger King, llevaba camisetas de marca, hablaba con muchas eses y se ponía el reloj en la muñeca derecha “porque, si no, los kinkis te lo mangan”. Ya ven: como los pijos de Madrid plantaban la toalla en la playa y no bajaban nunca a la ciudad no sabían que, con la canícula, Cartagena se agostaba y se quedaba hecha un solar donde sólo sobrevivían las malas hierbas. Cartagena, en aquellos veranos de los ochenta, era Kinkinnati.

Pero los pijos sólo estaban un mes. Cuando se iban era un drama adolescente, el peor de los posibles, que nunca se derraman más lágrimas que por un pijo de Madrid. Hacíamos cola en las cabinas para llamarlos por teléfono, les escribíamos cartas y nos poníamos para dormir la camiseta vieja que nos habían regalado como prueba de un amor tan eterno que duraba un agosto. Ahora los buscamos en Facebook y en Twitter, con la curiosidad de saber cómo se ha portado la vida con ellos. Ahora son nuestros hijos y los suyos los que quieren salir a la hora de la siesta, los que se darán besos salados, los que serán Tom Sawyer y Becky Thatcher bajo la luna de verano.

2 comentarios:

Ángela P. dijo...

Preciosa entrada, doña Rosa.
Un abrazo y feliz verano.

Rosa Palo dijo...

Gracias, hermosa. Lo mismo le deseo.