miércoles, 19 de febrero de 2014

Living Las Negras


PUBLICADO EL MARTES 18 DE FEBRERO EN LA VERDAD

Qué pocas ganas de volver. No, pocas no, ningunas. Te plantas en Las Negras, te tomas la primera caña y te olvidas del reloj, de la hipoteca, del curro, de los críos. Música, sol y mar, y a vivir dentro de un anuncio de cervezas durante dos días. Y siempre hay alguien que dice “Lo dejaba todo y me venía aquí a poner un chiringuito”. Eso si no llega Chicote y te lo jode, claro, que cómo vas a servir las tapas en esos platos de Duralex, que eres más guarro que la Potitos, que esto no es gastronomía, es balística, y que cambies la tabla de cortar, tío marrano, que esa es la misma sobre la que cayó la cabeza de Robespierre. Y te estresas otra vez.

Pero mientras te localiza Chicote y descubre la mierda que tienes en la cocina, puedes vivir de asar sardinas o de la bondad de los extraños, que ya me contarán cómo se lo montan los que vagan por la playa sin oficio ni beneficio aparente, con una guitarra en una mano y un canuto en otra. Son los que desenchufaron para siempre, los que convirtieron una escapada de fin de semana en una vida entera. Son los que te cuentan que han viajado por medio mundo, que tienen hijos a los que hace años que no ven, que se han sacado unas perras como extras en una película rodada en Almería, que viven en una cueva. Buen rollo, hermano. Por eso sólo en Las Negras uno puede acabar en lo alto de un cerro asistiendo a una ceremonia etílico-mágica oficiada por un chamán que canta bluegrass y al que le faltan más dientes que al Cuñao. Y no cuento más porque lo que pasa en Las Negras se queda en Las Negras.

Vuelvo a casa (sin ganas, repito) para sufrir las crueles ataduras de mi vida burguesa. Pero lo cierto es que se está mejor tendida en el sofá, calentica y viendo una peli que clavándote guijarros en los pies descalzos. Que no termino yo de verme con unos pantalones cagaos, llamando a mi hijo Orión y sin un escaparate que echarme al ojo. Y dice mi santo que si no puede colocar la antena de Canal Plus en la cueva, que pasa, que está la Champions al rojo vivo. Paz y amor, hermanos.

1 comentario:

Hong Kong Blues dijo...

La entiendo perfectamente. Somos carne de ciudad con ligero aderezo de mar y montaña.
Quizá por ello deberíamos escaparnos a Cannes o Niza, que lo aúna todo. O mejor, véngase unos días a Barcelona. Yo la llevaré del escaparate al chiringuito y vuelta a empezar.
Ya me contará lo del Chamán en privado, que promete.
¡Besos!