miércoles, 3 de abril de 2013

El desencanto


PUBLICADO EL 2 DE ABRIL DE 2013 EN LA VERDAD

Hemos sido buenos chicos. Sí, usted y yo. Hemos seguido a pies juntillas el plan de vuelo que nos habían marcado, hemos cumplido nuestra parte del trato, hemos hecho todo lo que nos han dicho: ir al colegio, estudiar una carrera, casarnos, comprar una casa, tener hijos. Con despistes y resbalones, con borracheras de más y jornadas de estudio de menos, con broncas por la hora de llegada y con enfrentamientos por los cortes de pelo, que sí, que vale, que de acuerdo, que dimos algún disgusto que otro porque éramos jóvenes y “queríamos ser eléctricos, queríamos ser seis cuerdas, arder en un solo suicida y glorioso” (Diego Sánchez Aguilar), pero al final acabamos desenchufando las guitarras y corrimos a ocupar nuestro puesto en el coro de la iglesia para así (nos prometían, nos decían) convertirnos en personas de provecho y tener algo seguro el día de mañana.

Ahora, el día de mañana ha llegado, y lo único seguro que tenemos es un regusto amargo en la boca. Haber sido buenos chicos no nos ha valido para nada: estamos en el paro, las carreras que estudiamos sólo sirven para que nuestras madres decoren el salón con la orla de la Universidad y no sabemos qué futuro les vamos a dejar a nuestros hijos porque no sabemos ni qué hacer con nuestro presente. Estamos en la calle, perdidos, sin rumbo y en el lodo, y si nos dicen ven lo dejamos todo, familia incluida, para irnos a lugares que sólo conocíamos por “Callejeros viajeros” a buscarnos la vida en trabajos miserables. La mía es la generación del desencanto, perdida en un camino de falsas promesas donde ya no hay baldosas amarillas que seguir.

Pero si nosotros hemos cumplido nuestra parte del trato, ahora les toca a ellos cumplir la suya. ¿Dónde están la seguridad, la tranquilidad, la recompensa al esfuerzo? ¿Dónde está ese futuro estupendo que íbamos a tener si nos portábamos bien? En ningún sitio, porque hemos firmado nuestro contrato con Groucho Marx. Así que si la parte contratante de la primera parte no nos da opción, o nos dejamos de coros y volvemos a enchufar las guitarras (y que suenen tan fuerte que revienten los cristales) o inventamos nuevos caminos, pintamos otra vez las baldosas de amarillo y nos echamos una mano entre nosotros. Porque, a pesar de todo, a pesar de ellos, seguimos siendo buenos chicos. 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

De acuerdo y debemos seguir siendo buenos chicos pero estar unidos para q nos devuelvan lo q nos han quitado.tenemos esperanza y ganas d luchar x nuestro futuro.union es lo q se necesita.eso opino.soy una persona d la calle y pido soluciones a ls q ls tienen q tomar sin q toquen mas a ls ciudadanos.ya q ellos lo montaron ahora q nos saquen d esta situacion.

Rosa Palo dijo...

Totalmente de acuerdo. Gracias por su comentario

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Piticli nunca fue del coro. dijo...

Que triste páginas de historia nos toca vivir. Me hace pensar en la Edad Media: cuatro dirigiendo el cotarro que pasarán con nombre y alias y el resto a pasarlo para mal para conformar la época de la oscuridad. Pues así nos veo en un futuro libro de historia.

(A ver si alguno de los chicos del futuro de Yuri nos lo puede confirmar)