miércoles, 11 de abril de 2012

Presbicia

PUBLICADO EL 10 DE ABRIL DE 2012 EN LA VERDAD

Cañas frente al mar.
Mi amigo P. me dice que tiene presbicia. “Yo también”, le contesto. Hablamos mirando al suelo, como si estuviéramos confesando que hemos pillado la gonorrea: “presbicia” es una palabra fea, suena a enfermedad venérea, a mierdolina, que decía mi abuela. Liberados tras las confidencias, sacamos nuestras gafas para ver la carta del restaurante.

Gintonics frente al mar. A. pone un CD, suenan Ruby y Los Casinos y nos volvemos locos. J. D. hace una demostración de cómo se bailaba en los ochenta, con los pies junticos, sin salirse de la losa. Recuerdo a nuestros padres bailando y nuestro desprecio adolescente por su música y su forma de moverse; ahora nuestros hijos nos pagan con la misma moneda, porque los críos nos miran y se ríen avergonzados. La mayoría ya nos hemos rendido a la evidencia de que estamos demodé, todos menos alguno que se escapa al SOS con una camiseta del “Meat is murder” (dice que es la auténtica, la del 85, pero sé que no es verdad porque si lo fuera no le cabría la barriga) y vuelve del futuro para hablarnos de gente que no hemos oído. “¿Love of Lesbian?”. “Sí, los de la canción del final de El Larguero”. “Ah, ya”. Y sientes que algo no funciona si José Ramón de la Morena conoce a un grupo y tú no.

Vinicos en el campo (también bebemos lejos del mar, somos bebedores sin fronteras). Discusiones sobre la conveniencia de empezar con el botox. Yo paso porque sé que al primer pinchazo me voy a enganchar, que cuando haces pop ya no hay stop. Mi amiga A. dice que ella se encuentra estupenda, que a quien hay que inyectarle botox es a la cifra de parados para que se detenga de una vez. La conversación deriva en lo maravilloso que sería poder quitarle a la economía de este país 10 años de encima a base de ácido hialurónico y cócteles vitamínicos. Mientras, mi marido lleva su propia lucha con las cifras (las del colesterol) y, por las morcillas que se ha comido, va perdiendo. Pero el bajón que le dará al ver los análisis estará compensado por estos raticos con los amigos. Total, la presbicia se soluciona con unas gafas, y la mayoría de las arrugas nos han salido de reírnos, así que un kit-kat en medio del colesterol, el paro y los recortes no nos viene mal. Y mañana, pollo y piña.

2 comentarios:

Hong Kong Blues dijo...

Nada como rodearse de amigos, de buena gente, de personas que aporten.
Como usted.
Disfrute y deje que la disfruten.
:-)

Rosa Palo dijo...

Oh, gracias! A ver cuándo compartimos una caña usted y yo.