martes, 24 de enero de 2012

Yo, Rosa Palo

PUBLICADO EN LA VERDAD EL 17 DE ENERO DE 2012

Jefe, he oído que Planeta le va a soltar a Zapatero 700.000 euros por escribir sus memorias. Yo por la mitad escribo las mías, las publicamos en esta columna y nos forramos. En un alarde de originalidad se tienen que titular Yo, Rosa Palo, siguiendo el ejemplo de la baronesa Thyssen en ¡HOLA! (Yo, Tita Cervera) o de la Duquesa de Alba (Yo, Cayetana), que siempre hay que aprender de las grandes y que de esto de inventarse una vida saben mucho.

Puedo contarle las fiestas que me pegaba cuando era un alto cargo autonómico, que me iba de chulazos con mi choferesa y nos poníamos de farlopa hasta las trancas pagándolo todo con dinero público; eso sí, se lo cuento en versión británica, en plan John Hurt atormentado viviendo un infierno de whisky, coca y culpabilidad, no como los cutres que tenemos aquí, que quieren ser un remedo de Tony Soprano en el Bada Bing! y no llegan ni a Fernando Esteso en gayumbos persiguiendo a África Pratt. O le puedo contar cómo pasé de ser una niña trianera que cantaba “pan tostaíto migaíto con café” a casarme con un torero, enviudar, liarme con un alcalde corrupto (sí, jefe, a esto hay que darle un poco de vidilla, y si no metemos alguna anécdota de fraude, malversación de fondos o prevaricación, no triunfamos, que hay que estar al día), desliarme y recuperar mi imagen pública con la ayuda de mi peor enemigo. O cómo me casé con un deportista altísimo que le dio la vuelta al cuento y pasó de príncipe a rana. Usted elija, jefe, que vamos a nadar en billetes como el tío Gilito. Ah, ¿que le suena todo esto? Vale, pero es que si contamos mi vida real no nos comemos una rosca, y al final la biografía se va a llamar Memorias de una a quien no sucedió nada, como la de Enrique Menéndez Pelayo, porque la única droga que tomo es Orfidal, y no sé si deberle un euro a mi panadera se puede considerar robo con violencia… a ver, espere, que una vez falsifiqué la firma de mi padre en las notas: eso puede ser falsedad en documento público, ¿no? ¿Que no tiene interés? Pues no se preocupe, jefe, que ya le he dicho que yo por dinero le cuento lo que quiera. O me lo invento, que en estos tiempos inciertos lo mismo tiene.

2 comentarios:

Hong Kong Blues dijo...

Lo extraordinario de una vida no se mide por los hechos, sino por la vivencia de los mismos y por cómo uno los cuenta y se los cuenta.
Y ahí usted es incomparable.
La adoro.
¡Besos!

Rosa Palo dijo...

No me diga usted eso, precisamente usted, que ayer me estuvo contando vía telefónica (gracias por su llamada) sus desfiles, sus "en tu fiesta me colé", sus codeos con la realeza búlgara y televisiva...