lunes, 12 de julio de 2010

El espítiru del contable

No sé qué cara se pone después de ganar un Mundial. Ustedes, como yo, están acostumbrados al pesimismo endémico de los españoles, al post-partido quejoso, a acordarnos de la familia del árbitro, a decir que los jugadores son un hatajo de niños malcriados que no hacen su trabajo y a discutir las alineaciones mientras se toman un cortado. Pero ayer todo el mundo tenía una sonrisa bobalicona en la cara. Es una sensación extraña. Y más extraño es aún que esto lo haya conseguido un señor con bigote, porque la historia de este país está llena de señores con bigote cabreados que lo único han conseguido eran cabrearnos aún más. Hasta que ha llegado Vicente Del Bosque: amable, tranquilo, elegante, discreto, contenido. Don Vicente es un tipo normal al que echaron del Madrid "porque no le quedaban los trajes de Emidio Tucci como a Carlos Queiroz" (José Ramón de la Morena dijo; teniendo en cuenta que, para Joserra, un Emidio Tucci es el colmo de la elegancia masculina). Pues bendita sea su normalidad, porque ha conseguido contagiarla a los 22 tipos que están junto a él.

De hecho, el tío que marca el gol de la victoria parece un contable. Lo que habrán tenido que sufrir los publicistas para sacarles punta a este equipo: las bandas sonoras épicas, los anuncios rodados en croma para ponerlos después sobre un fondo apocalíptico con unos muchachos que parecen los hijos de la vecina del 4º derecha, casados con sus novias de toda la vida, sin ese aire de poligoneros de lujo. Son los críos del barrio que han crecido. Son los súper héroes de verdad; al igual que Clark Kent esconde su verdadera identidad detrás de las gafas de pasta, estos tipos, que pasarían desapercibidos en una oficina, se ponen la camiseta y arman la marimorena. Por eso, porque bajo la apariencia del contable esconden el talento. Y porque, como los contables, van todos los días a trabajar y a cumplir con su tarea lo mejor que saben. Como todos nosotros. Sin necesidad de firmar contratos donde se les prohíba salir por la noche, ni cancerberos que los enjaulen en sus mansiones. Tienen la responsabilidad suficiente para saber qué tienen que hacer en cada momento. Y van y lo hacen. Y ganan. La leche.

Y esa aparente normalidad (porque ya me dirán qué tiene de normal la vida que llevan y el pastizal que ganan) es la que los hace cercanos. Por eso nos caen bien, porque no son ni unos chulánganos (Jorge Lorenzo es un piloto magnífico, sí, pero ¿a que les cae mejor Pedrosa?) ni unos quejicas. Y si lo son, que alguno habrá, no se les nota.

Hasta el beso les ha salido de película. ¿Que no? Los dos guapos, monísimos. Él se emociona, se agobia, no sabe cómo seguir hablando y acaba el discurso plantándole un beso a ella. Ella se queda traspuesta. Lo único que disturba el momento es que, en lugar de oirse violines, se escucha a los tíos de Radio Marca gritando "¡¡¡VAYA BESO LE HA PLANTAO!!!". Se preguntaban J.J. y los suyos si los jugadores acabarían bañando a Sara Carbonero en champán. Camacho respondía "No creo; le tienen mucho respeto al capitán". Al ciezano le faltó acabar la frase escupiendo un hueso de oliva, porque seguro que esa noche hubiera batido el récord internacional de lanzamiento.

Todo esto me lleva a pensar que voy a tener que darle la razón a mi churri cuando afirma que lo único que quiere es que nuestro hijo sea un tipo normal, mientras que yo suspiro porque gane un Oscar y me lo dedique (no tengo prisa, Clint Eastwood lo ganó con 74 años y todavía le dió tiempo a dedicárselo a su madre), o acompañarlo a recoger el Príncipe de Asturias de las Letras mientras que en las revistas discuten quién iba más elegante ese día, si doña Letizia o servidora. Mi marido lo único que quiere que el crío herede de mi sean las pestañas y punto. Y ahora va la Selección Española y apoya el argumento. El caso es llevarme la contraria.

4 comentarios:

Hong Kong Blues dijo...

Siempre tan brillante.
Y tan certera. Lo de los señores con bigote es así, tal y como lo cuenta. A mí últimamente las que me imponen son las mujeres con bigote. Y no, no hablo de Frida Kahlo, sino de unas que toman el metro al mismo tiempo que yo y me pegan unos empujones que-pa-qué.
No quiero ni pensar si tomaran el control (de lo que sea).
Y qué majos nuestros chicos. Y qué bien lo hicieron. Fue muy emocionante. Bueno, también he de decir que es el primer partido de fútbol que he visto en mi vida (y de hecho sólo vi la mitad, pero la mitad más interesante). Lástima no haber podido estar allí. En los vestuarios para felicitarles, digo.
P.D. le deseo toda la suerte y la normalidad del mundo para su retoño.
¡Besos!

Rosa Palo dijo...

Mi querido amigo, debe usted ir provisto de unos papelines de cera fría y, aprovechando el arranque del metro, pegarle un tirón a esas bigotudas. Street beauty charity se llama eso. Es su deber.
Por cierto, dígale a Piticli que no me creo eso de que no le importaba quién ganara. Seguro que se puso la camiseta de España customizada y se tiró a Las Ramblas. Un besito a ambos. Y gracias por sus buenos deseos.

Lajarín dijo...

Esto ha tenido toda la épica de un blockbuster: la chica del héroe, los malos (la naranja mecánica quería serlo pero de Kubrick), el final agónico, el gol del buenazo (dedicado a Jarque: el summun). Escrito para una película sería poco creíble. Hay que ver lo bien que sienta esto, jejejeje...

Un besico

Chalkiria dijo...

Me llamó la atención una frase de Paco González, sobre la patada de De Jong a Xavi Alonso: ¡Pero si le ha dejado la camiseta con seis agujeros a la altura del pecho!(adaptación libre). Aún así, estos señores contables (o la mayoría de ellos), han demostrado un savoir-faire comparable sólo con la actuación alemana o Emily Post.