martes, 5 de enero de 2010

Sobreviviendo a los ricos

¡Qué buenos son los de Cuatro! Para empezar el año con buen pie van y nos cascan 3 reportajes seguidicos de ricos, riquísimos, a saber: primero, La Moraleja, después Samantha Villar viviendo 21 días como una millonaria y, para terminar, más lujo. Decididamente es mejor comenzar el 2010 viendo mansiones que con un reportaje sobre los protagonistas habituales de "Callejeros": indigentes celebrando la Nochevieja con Don Simón en tetra brik y chabolos donde las luces de Navidad las encienden robando la luz de los postes de electricidad sólo conducen a pensar que este año va a ser tan cutre como el anterior. Y hay que animarse. 

Pero por primera vez en mi vida no he sentido envidia de los ricos, porque gracias a "Callejeros" hemos descubierto que los de La Moraleja (¿cuál será el gentilicio de los habitantes de La Moraleja? ¿moralejeros? ¿pijolienses?) también se aburren -tan ricamente, claro-. Sus días son una vorágine de desayunos, gimnasio, compras, aperitivos y más compras. Lo que se llama una vida al límite, vamos, repleta de actividades tan electrizantes como preparar El Rastrillo. 

La que sí se lo pasó bomba fue Samantha Villar. Lo único que le sobra a los reportajes de Samantha son sus reflexiones ante la cámara comentando obviedades del tipo que lo más alucinante de ser rico es que pueden tener lo que quieran y en el momento que quieran (eso ya lo sabíamos, chata), pero al colocarse encima 2.000.000 de euros en joyas le brillaron más los ojos que cuando se pasó 21 días fumando canutos. O cuando se puso el Dior para ir al desfile de John Galliano ("¡Voy a conocer a Galliano! ¡Voy a conocer a Galliano!", repetía como un mantra). Estoy segura de que no se enganchó a los porros pero sí a la buena vida: el dinero es la más rápida de las drogas. Aunque ya puestos, y para ver hasta qué punto el brillo de los diamantes puede doblegar el alma humana, el reportaje tendrían que habérselo encargado a Cristina Almeida: imagínensela vestida de Versace recitándole pasajes de El capital a la Lomana mientras pasean por la Rue Royale. Eso sí sería una nueva forma de reporterismo: María Antonia Iglesias cubriendo los viajes del Papa o Federico Jiménez Losantos retransmitiendo los Goya. Lo petan en Cuatro. 

Preparan a Samantha antes de iniciar su aventura millonaria eligiendo vestuario ad hoc para la ocasión, y el estilista le comenta que lo primero que harán los ricos es mirarla de arriba abajo, buscando algo que les indique que pertenece a su tribu (un relojín de Chopard, un bolsito de Gucci, unos Manolos, nada, tonterías). Cierto: recuerdo que hace muchos años fui a casa de un compañero de facultad perteneciente a una de esas familias murcianas que Rosa Belmonte retrataba tan bien en sus crónicas de la Feria de Murcia (con Ilu Vera Meseguer y Paqui Chelo Cano a la cabeza, representantas del glamour huertano). Me abrió la puerta la madre del susodicho y me hizo un escáner que ríanse ustedes del que quieren implantar en los aeropuertos. Tras asegurarse de que a pesar de mi aspecto no llevaba una bomba bajo la suela de mis Kickers y que lo único que quería eran unos apuntes de Derecho Civil, llamó a su primogénito y heredero para que me atendiera pero, excuso decirlo, no me dejó pasar de la puerta. Es lo que tienen los moralejienses (para ser moralejiense no hace falta vivir en Madrid, es una cuestión de pasta y de carácter), que protegen su territorio de cualquier intruso.

Moraleja de La Moraleja: si les toca la lotería del Niño, no se vayan a vivir allí. Salgan, entren, viajen, disfruten, vivan. No se entierren en vida con sus riquezas en ese nuevo Valle de los Reyes y se convierten en momias. Y si no saben qué hacer con su pasta, llámenme, que aunque servidora no pueda irse con ustedes a Formentera por motivos que ya conocen, tengo algunas ideas en la recámara. 

P.D. 1: ¿Saben quién hace que se caguen por la pata abajo todos los diseñadores que hacen que se cague por la pata abajo Samantha Villar? Anna Wintour. No tiene desperdicio el documental VOGUE: el número de septiembre, donde la Wintour real, sin tantos aspavientos como Meryl Streep en El diablo viste de Prada, da mucho, pero que mucho más miedo. "¿Aún no está todo preparado?", y Gaultier se convierte en un niño tartamudeante pillado en falta. "¿Estas son todas las fotos que hay?", dice, y Mario Testino se queda blanco. A la Wintour no le hace falta gritar, sólo con mirar de reojo por debajo de su flequillo hace que tiemblen los cimientos del imperio de la moda. Parece que haga un esfuerzo inconmensurable para no sacar una sierra mecánica y decapitar a asistentes, fotógrafos y diseñadores. Es esa calma monosilábica y gutural ("no", "no", "no", "hum") con la que manda a hacer puñetas el 90% de los trabajos que le presentan la que hace que Hannibal Lecter a su lado parezca un boy scout. 

P.D. 2: Sí, vi las campanadas con Belén Esteban. La duda ofende.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Guapa :
Pues a mi me daba una envidia la peruana aquella con cara de chacha y con las botas rojas que no encuentro en ningún sitio, que no veas.
Seguro que respecto a maridos está mas bueno el mio,el italiano por lo que dijo, parecía vulgar y analfabeto.
¡Como le hacía la pelota la dependienta de la zapatería!Daba vomitera.
Hoy me he levantado temprano para ir a desayunar con mis amigas , y a quién madruga Dios le ayuda. Espero que los Reyes Magos no se equivoquen y le lleven a la de la Moraleja mas cosas que a mi.
Porque buena.....

Anónimo dijo...

Pues yo no me creo que se cambie usted por la muchacha de las botas. Que no me lo creo, leñe. Que tendrá usted menos pasta, pero más clase también. ¿O acaso la de las boti-tetas tiene un blog? Pues eso, que las botas (y las tetas) se pueden comprar (¿ha probado en Internet?), pero el resto no. Y seguro que a la boti-tetas no le dejan ná de ná los Reyes, porque el vigilante de la entrada no deja pasar a dos melenas y a un negro ni de coñá. Feliz noche.

Rosa Palo dijo...

Anónimo es servidora, que estoy desde el móvil y me he liado.

Hong Kong Blues dijo...

Maestra Palo: a mí tampoco me gusta la Moraleja (el barrio, digo). Donde se ponga un buen ático -o Penthouse- en el centro de la ciudad que se quiten los chalés.
Por cierto que el otro día fui con PITICLI a lo más rico-riquísimo de la Ciudad Condal y no se lo va a creer, pero me sentí desubicado. ¿Por qué? Pues porque yo creo que encajo mucho más en el Bohemian-Chic. Ya no quiero dorados ni operadas.
Ahora LV no me dice nada si no está combinado con algo de 25ª mano.
A mí me va más el rollo Chloë Sevigny o David de Rothschild, que pueden ir de zarapastrosos pero les notas el poderío. Y siempre, siempre, en el casco antiguo de la ciudad.
Que vayan aprendiendo los de Callejeros, que he visto algunos episodios y parecen ignorantes.
¡Un besazo Maestra!

rosa palo dijo...

Mr. Kong, si usted está desubicado imagínese yo, que podría hacer un "Callejeros" dedicado en exclusiva a los parques infantiles. Pero claro, si mandan a estos chiquillos recién salidos de la Complutense, pues no hay criterio: ven esos chalets y se piensan que es lo más de lo más vivir en La Moraleja. Aunque me comentaba el otro día un amigo que las pititas aburridísimas que salieron en el reportaje son las que no tienen nada que hacer en todo el día (por eso salen en la tele), y las que no salen son las que llevan una auténtica vida de rico. Y creo que por ahí va la cosa. Un besito.

Carmona Dixit dijo...

Eso de dejar en la puerta a alguien conocido (no cuentan Testigos de Jehová reincidentes) me parece de lo más feo... a no ser que tengas tu casa como la de Martha Plimpton en "200 cigarrillos" el día de año nuevo, que sería excusa.

Por otro lado, benditos los fonoportas con cámara.