miércoles, 17 de diciembre de 2008

El regreso

Vuelvo a mi casa el viernes por la noche con dos películas, medio bocadillo de tortilla en el cuerpo y una clausura para el sábado sin terminar de planificar. Por el camino decido que mi primer corto autobiográfico ya tiene título: "Atacá". Y desintoxicada a la fuerza por el mejor cine internacional, me digo que un meterme un poquito de DEC antes de acostarme no puede hacerme daño. Y me encuentro a la Cantudo.

Ver la segunda parte del "lapogate" (como lo llaman los de SLQH) sin avisar es superior a cualquier película que hayamos podido programar esta semana. Ni pelis brasileñas, ni argentinas, ni israelíes ni ná de ná: esto es puro esperpento patrio, tan alucinante que no sé si estoy viendo a la Cantudo o a Josema Yuste. Impagable Mª José (porque, según ella, no cobró por la segunda entrevista) intentando escupir ("yo no sé escupir, María, no sé", le dice a la Patiño), imitando los lapos que sueltan los futbolistas. Estoy por regalarle las tres primeras temporadas de "The wire" y sacarla de su ignorancia lapal: los lapos que sueltan los negros de las esquinas son de campeonato mundial. Y aunque ustedes sepan echar escupitajos como soles, también deberían verla ("The wire", digo, no a la Cantudo, que para eso ya estoy yo, que me sacrifico por mí y por todos mis compañeros). No es una serie fácil, porque hay aquí no hay resúmenes para refrescar la memoria al espectador olvidadizo, ni profusión de desnudos y escotes al estilo "LEX", que ya no saben qué hacer para levantar la audiencia y todo lo demás (pobre Kira Miró, no hay capítulo donde no tenga que enseñar cacho), ni tensión sexual no resuelta (es la vida real, y en la vida real la única tensión no resuelta es cómo llegar a fin de mes), ni niños traviesos de buen corazón (en esta serie los niños traviesos se convierten en camellos con 12 años). Ni siquiera sale una familia desayunando con productos Pascual, lo que ya es el colmo del atrevimiento. "The wire" es un trozo de Lo Campano trasladado al lado oeste de Baltimore, con tal realismo que "Callejeros" a su lado parece un cuento de Navidad. Y eso sí que da miedo.

Y hablando de series de polis, me comentan que han ido a Chicago a entrevistar a Grissom (William Petersen) porque nuestro CSI favorito estuvo viviendo una temporada en Oñate, provincia de Guipúzcoa, donde se casó y tuvo a su hija, a la que llamó Maite, y donde descubrió el gusto por el teatro. No me imagino a Grissom con txapela, pero por lo visto el hombre estaba tan encantado que hace unos años volvió por allí con su hija para enseñarle dónde había nacido. Y como fin de entrevista Petersen acabó cantando un villancico en euskera. Pero al que me imagino menos todavía bailando el aurresku es a Horatio Caine, con esa cara de intenso que tiene todo el rato. ¿Qué les pasa a los pelirrojos? ¿Por qué padecen tanto estos chiquillos? Sale Kevin MccKidd (Lucio Voreno en "Roma", también de la HBO) en "Anatomía de Grey" con las cejas de un fruncido ya que me mata. A estos tíos todo el sufrimiento interior (la muerte de sus seres queridos, Irak, la soledad) se les concentra en el entrecejo, por lo que deduzco que cuando empiecen a pincharse bótox su carrera se va a ir al garete.

En cambio Alfredo Landa saca a flote todos sus recursos gestuales para escenificar la cólera cada vez que le preguntan por su biografía, donde por lo visto pone a caldo a la profesión, y que servidora le ha pedido a los Reyes Magos. Y con los años que lleva este hombre bregando con la prensa ¿no se imaginaba que haciendo este tipo de afirmaciones los periodistas se lo iban a merendar? Yo, por si acaso, cuando me preguntan por el Festival pongo en práctica el sistema Preysler: todo maravilloso, estupendo, monííísimo, graciassss. Que miren qué bien le ha ido.

8 comentarios:

Txakra dijo...

No sabes la alegría que me da encontrar a una entusiasta de "The Wire", una de las series mas maravillosas que se han podido escribir y rodar para la T.V. y si te descuidas de lo mejorcito incluido los ultimos añitos del cine.
Yo tambien tengo ganas de leer esas lindezas que Landa le dedica a determinada peña de la profesión, jajajajajaa.

Txakra.

Txakra dijo...

PD: Bienvenida del vuelta de tu particular "via crucis"

Anónimo dijo...

Yo creía que lo de que no habría piscolabis era coña. Mi gozo en un pozo. Menos mal que venía de vuelta de Graná e iba con el buche lleno.

Chachi guachi que haya regresado usted, doña Palo. Se echaba de menos esa capacidad de mezclar The Wire y The Lapogate en un único post con tanta soltura.

Para que después digan que de ¿DEC? no se puede sacar nada bueno: estoy ensayando las miradas que le regalaba la Cantudo a Mariñas. De hecho, hoy las he puesto en práctica en la reunión de la comunidad de propietarios.

Rosa Palo dijo...

Me perdí el final de la tercera temporada de "The wire" y me quedé sin saber qué pasó con mi queridísimo Stringer Bell, ese negrazo que lo mismo estudiaba a Adam Smith que se cargaba a tres sin pestañear, así que no me lo contéis.

Antonio, gracias por la bienvenida. Hacemos una cosa: yo pido la biografía de Landa y tú la de Pepe Sancho, y nos las cambiamos. Aunque el libro bueno, bueno de verdad va a ser el que escriba Reyes cuando se retire. Ahí sí que la liamos parda.

Rosa Palo dijo...

Las miradas de la Cantudo... qué bueno, Carmona! Son tan intensas como las de H. Me alegro de tenerla por aquí.

smart dijo...

Bieeeeeennnnn, ya has vuelto!
Te echaba de menos.

Anónimo dijo...

Maestra Rosa Palo: qué sabias palabras las suyas sobre la verdadera "TENSIÓN" de nuestros días. Sí, llegar a final de mes se está volviendo un reto más difícil que conseguir comida sin que se noten las raíces del tinte en LA SELVA DE LOS FAMOSOS.
Por no hablar del miedito que da pensar en la posibilidad de perder el trabajo estando el patio como está...

Aunque claro, siempre nos quedará la Cantudo, con su insuperable actitud vital para afrontar los reveses de la vida: si algo no te gusta... ¡escúpelo! ¡no te lo guardes!
¿Será el nuevo Feng Shui?
Besos

Anónimo dijo...

Doña Rosa, ¡como la he echado de menos! Por favor mándeme su dirección, tengo un regalo para Usted... el último libro que me he leido. Es un regalo un tanto atrevido, pero es que me ha gustado tanto... que no he podido hacer otra cosa en este lapso navideño. No sé... he pensado que podría gustarle. Oiga, sin nigún compromiso, solo por las risas que me pego leyéndola; se merecen una recompensa (espero le guste).

Besos... a Usted también Doña Dixit!!!