lunes, 5 de noviembre de 2007

Tríos

En mi cama siempre nos acostamos tres: mi churri, Joserra y yo. Claro, nos acostamos tres pero seguimos dos, que es lo que suele pasar en los tríos, que uno se queda de mirinda mientras los otros dos se lo montan (que se lo digan a Ross Geller). En mi caso es mi churri el que se retira pronto para poder practicar la autohipnosis, porque hace "Un, dos, tres... Tony Kamo" a la altura de "hincha, tú eres el mejor" y se duerme, mientras yo me quedo con Joserra, Manolete, Lama, el sanedrín y la madre que los parió hasta las tantas. Todos para mí.
Y los escucho y parece que estoy oyendo Dónde estás corazón en versión sportiva: no se dejan hablar entre ellos, le tiran al cuello a María santísima, hacen preguntas al más puro estilo Mariñas (Joserra a un deportista que se ha quedado parapléjico: "y tú, de cintura para abajo... ¿nada de nada?"), se encarnizan en la lucha contra Mediapro... bueno, y si llevan a una deportista al programa se pasan el rato comentando si la muchacha es guapa o no, porque esa es otra: el papel de la mujer en el deporte. Todo se reduce a las jugadoras de voley playa, los gritos de Sharapova, la contraportada del As o las chicas de la segunda temporada de Maracaná (ya saben, metieron a un grupo de bailarinas vestidas como las Bratz el día que salen a pillar cacho). Y eso sin contar con los chistes que habrá tenido que soportar María Escario por ser una de las primeras comentaristas de deportes (ahora, como la chica ya tiene una edad la han relegado del imaginario masculino casándola con Mª Teresa, en justa venganza machista por seguir cumpliendo años).
Y claro, es que hay que vender sea como sea: ¿acaso el deporte -el fútbol, vamos- genera tanta información como para llenar todos los días periódicos deportivos y programas de radio y de televisión? Pues por lo visto no, así que hay que inventarse polémicas donde no las hay, convertir el deporte en un espectáculo de porno soft o dar titulares imposibles, lo mismiquio que pasa con los programas del corazón. Eso sí, gracia sí que tienen los jodíos, porque hay días en que viendo las portadas en el kiosko una no sabe si comprarse el Marca o El Jueves.
Así que para desengrasar de todo esto me leo los artículos de John Carlin sobre la liga inglesa en EL PAÍS, que son una auténtica virguería a pesar de la decepción que me he llevado al ver su foto (antes de ponerle el acento a la I no salía): yo me esperaba un inglés delgado y decadente, tipo Sebastian Flyte, y me encuentro a un gordito rollo Philippe Starck principios de los noventa. Pero bueno, da lo mismo, los artículos siguen siendo igual de interesantes, sobre todo desde que tenemos a media plantilla jugando allí. Por cierto, ahora que se va Juande para allá a ver si le lleva una cestica con verduras frescas a Benítez, que con tantas baked beans sea está poniendo hecho un cerdico.
Y se preguntarán ustedes después de tanto rollo: ¿por qué esta tipa escucha El Larguero? Pues miren, primero porque si cambio el dial mi marido sale automáticamente del trance y me dice con voz de ultratumba "no lo quites, que lo estoy escuchando". Segundo, porque me va la marcha, claro. Y tercero, porque estoy esperando a ver si fichan a Nico Abad (Cuatro) y a sus zapatillas y me monto un trío en condiciones.

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