Comidas de Navidad con los compañeros: las chiquillas se ponen falda y zapatos de tacón -corte salón las administrativas, abotinados las de comercial- y la tarde antes van a la peluquería (todas llevan las melenas planchadas, sin excepción). Look de sábado noche trasladado a un martes al mediodía para que los de contabilidad vean lo monas que son. Los jefes se tiran el rollo de "fuera de la oficina soy un tío estupendo" mientras el resto espera que se agarre una buena moña para entrar con la artillería. Los de informática, como siempre, no se relacionan con nadie. Claro, eso si usted trabaja en un sitio normal, y no en Porcelanosa: en ese caso le prepararán una cena maravillosa en casa de Isabel Preysler e invitarán a Patrick Dempsey (el Dr. Macizo, conocido por su afición a pintar azulejos a mano entre temporada y temporada de Anatomía de Grey ), Andrés Velencoso (que trabaja de yesaire a media jornada) y a Fran Rivera, cuya profesión no le impide sacar tiempo para serigrafiar baldosas. Ah, ¿que usted trabaja en Porcelanosa poniendo pavimentos y no le han invitado? Pues ya es raro, ya.
Pero les aseguro que Porcelanosa está en crisis y, al igual que Freixenet (que ahorra este año repitiendo anuncio), recorta presupuesto pasando de organizar la cena en la casa del Príncipe de Gales, con Nicole Kidman y Cayetano Rivera (que digo yo que si cada año Porcelanosa invita a uno de los Rivera ¡el año que viene toca Paquirrín!) a hacerla en casa de Isabel. Si no están ya hinchados con tanta cena pueden hacer una comparativa leyendo el artículo del año pasado, mucho más rico y barroco gracias a párrafos del tipo "Isabel y sus dos hijas protagonizaron un instante mágico cuando, al atravesar el salón del Ritz para dirigirse a la cena con el príncipe Carlos, todas las miradas se centraron en ellas; parecía incluso que la música había cesado". Estas Navidades la crisis ha llegado hasta los mismísimos redactores, porque la poesía del reportaje se reduce a poco más que "La reunión se aventuraba excepcional, y a fe que lo fue".
Isabel posa "bella y sonriente". A Isabel siempre le ponen dos adjetivos, a saber: "serena y feliz", "guapa y elegante", "espléndida y atractiva". A mí me pondrían "atacá y ojerosa", que es mi estado habitual. Y se reúnen en torno a la mesa mamá, Anita, Tamara (¡mi Tamara!), Velencoso, el macizo, Fran y su nueva novia, Julio José y su antigua novia... ¿Y Miguel? ¿Qué le estará pasando al probe Migué, que hace musho tiempo que no sale? Creo que cuando llegan las hordas rosas, el probe Migué se pone una gorra de pana y se marcha al hogar del pensionista a jugar al julepe.
El marco se lo imaginan perfectamente, ¿no? Una decoración rompedora y moderna, como Isabel. La mesa está tan llenica de cristal Baccarat, plata, velas y acebo que ahí no te cabe ni la bandeja con la ensaladilla, ni los langostinos congelaos ni ná de ná. "Hija, es que a ellos le sirven en platos individuales", me recuerdan. Ay, a veces se me olvida de lo que es tener un buen servicio, tan bueno que te avisan hasta cuando hablan de ti (es como las alertas del Google con gorra de plato): Carmen Lomana cuenta que Wilson, su chófer, veía la televisión en el coche mientras esperaba a que ella terminara sus compras en El Corte Inglés de Serrano; vio que hablaban de ella y la llamó para decírselo. "Señora, que están hablando de usted". Qué maravilla. Y la chica que trabaja en mi casa llamándome de tú. Así no subo yo de clase social. A partir de mañana, cofia y uniforme.
Y ahora que lo pienso: ¿se imaginan que hubieran rodado el anuncio del Volkswagen Scirocco en casa de Isabel?: "Por favor, Fran, ¿te importaría pasarme el soufflé?" Feliz Navidad.