miércoles, 24 de abril de 2019

LENTEJAS Y GAMBAS

PUBLICADO EL 24 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
En el fondo me dan pena. Los políticos. digo. Los candidatos, especifico. Todo el día arrastrándose por este nuestro país, que si una ardilla podía cruzar España de árbol en árbol, los políticos la pueden cruzar de mitin en mitin. "Vivo en la carretera", cantaba Miguel Ríos. Se nos han hecho adictos a la gasolina y a pasar la campaña dentro de un mundo en el que dormir es de cobardes, en el que los caterings empiezan a resultarles intragables hasta a las canaperas profesionales, en el que una corte de supernannys les proporciona un Almax con la misma diligencia con la que aparecen con un rollo de papel higiénico en el momento oportuno, les preparan los gráficos que blandirán en el debate o les recuerdan que hoy es el cumpleaños de su hijo pequeño. Mientras ellos, con la corbata aflojada, se preparan los asuntos a debatir subrayando en fosforito, haciéndose esquemas, contestando a las preguntas trampa de su equipo de asesores, controlando los tiempos de las respuestas. Y, cuando nadie les ve, se ajustan de nuevo la corbata, se ponen delante del espejo del cuarto de baño y ensayan la mirada azul de "Zoolander", que hay que epatar al personal.
Estos dos debates, uno detrás de otro, nos han devuelto a la infancia. Pero no a los tiempos felices, sino a los de la angustia, a cuando éramos chavales y nos colocaban un día un control de Matemáticas  y, al siguiente, uno de Física, y nos encomendábamos a Santa Marie Curie de Todas las Radiaciones para poder salir del paso. Por eso no me extrañan los nervios de los candidatos, su acelere, su desasosiego. No me extraña que aparezcan con el ceño ceñido, que me dijo el otro día C. Y los entiendo perfectamente, no crean: todavía tengo pesadillas con que voy al colegio y hay examen sorpresa. 
Hoy, al fin, los candidatos estarán descansando. Un poco, al menos, libres de soportar la presión de todos los ojos de un país puestos en ellos durante dos días. Se han desabrochado la chaqueta y han estirado las piernas en el asiento de atrás. Pero si bien ya ha pasado la ansiedad del día antes, el día después les asalta la preocupación por los resultados. Miran las portadas de los periódicos como el que mira las listas de las notas para saber si ha aprobado o suspendido, se flagelan en privado por una contestación mal dada, por un minuto de oro cursi, por un gesto que no pudieron controlar, por un dato que se les escapó, por un silencio atronador, y se consuelan en público gracias a la palmada en la espalda y al "¡qué bien lo has hecho, tío!" Porque sólo han debatido tíos. Tíos que se pasan la vida comiendo gambas por ahí fuera para poder llevar un plato de lentejas a casa. Pobreticos. 

ANIMAL DE COMPAÑÍA

PUBLICADO EL MARTES 23 DE ABRIL EN LA VERDAD

Leo todas las noches de mi vida. Leo las noches largas, las de sueño intermitente, las de ojos como platos, las amenazadas por la alarma del móvil. Leo hasta las noches que llego malamente. Y leo novela, siempre novela: el ensayo y los periódicos son para la luz del día, la que entra por la ventana e ilumina la realidad resaltando sus aristas y haciéndola, aún, más inclemente; la ficción, en cambio, requiere un resplandor tenue, el suficiente para alumbrar las vidas de otros. Y así, cuando las suyas se empiezan a mezclar con la mía y las líneas comienzan a difuminarse, cierro los ojos. Por eso tengo los libros en la mesilla de noche como el que tiene a mano el Orfidal o el vaso de agua, porque leo por necesidad, porque leer es la única forma de hacer posible la transición de mi vida al sueño. 

Entre el flexo y la lima de uñas se han formado tres torres inclinadas; en precario equilibrio, y unas sobre otras, se amontonan las historias, las leídas y por leer, las hermosas y las tristes, las que nos permiten mirar por el ojo de la cerradura las vidas ajenas y las que diseccionan la propia, las que hubiera querido vivir y las que hubiera querido escribir, aunque no tenga coraje para lo primero ni talento para lo segundo. Y ahí están, preparadas para ser engullidas de forma compulsiva, impaciente,como quien se pega una tripotera de hamburguesas: envidio a los lectores que son capaces de citar párrafos enteros, que retienen los nombres de los personajes, que recuerdan los giros de la trama, que analizan la estructura de la novela, que saborean cada adjetivo; los lectores gourmets. Yo no, yo devoro los libros con la misma ansiedad con la que me meto un cuarto de libra con queso entre pecho y espalda. Con nuggets y patatas fritas, a ser posible. Pero leer, al fin y al cabo, tiene menos calorías; lo único que te puede engordar es el cerebro. Y tampoco:los que aceptamos libro como animal de compañía no somos más listos que los que no leen. Sólo tenemos más suerte, la de poder volver a los libros donde fuimos felices y la de abrir libros nuevos donde también lo seremos; la suerte de haber encontrado un refugio donde guarecernos para pasar la noche. Feliz Día del Libro. 

LA ESPAÑA DE LOS CORAZONES

PUBLICADO EL 21 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
Según su presentador Carlos Sobera, "First Dates" es una programa donde la gente va a encontrar el amor. El amor y las faltas de ortografía: uno de los participantes le dejó a su cita una nota en la que se definía como "onesto" y "actibo". Otro, con todo el atrevimiento que te proporcionan la ignorancia y el ceporrismo, le dijo a la chica con la que cenaba que "echar p'a fuera es con h". Amárrame los pavos, que dice la Belmonte. Y amárrame a mí, que les doy con el diccionario en la cabeza. En "First Dates" te rompen los ojos, los oídos y, a veces, hasta el corazón: un pavo al que le sobraban tantos kilos como morro se negó a quedar por segunda vez con su cita porque buscaba "una relación físicamente fitness". La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. Hay que ser imbécil. 
Posiblemente ocurran estas cosas porque vivimos en unos días extraños y panfletarios donde no hay que buscar el corazón en los programas de televisión, sino en los programas de los partidos políticos: ahí está el corazón del PSOE, separado por una barra lateral de las siglas del partido; el del PP, con la gaviota reconvertida en un corazón partío rojigualda; el multicolor de Unidas Podemos, con el rojo de IU, el verde de Equo y el lila de Podemos; el de Ciudadanos, formado por la bandera de España, la de Europa y la de Cataluña. Paz y amor, hermanos. Y, por si no hubiera ya suficiente azúcar como para provocarle un coma diabético a la mitad de la población, la España de los corazones se aliña con vídeos en los que amigos, compañeros y familiares del candidato loan sus virtudes y cantan sus hazañas; hagiografías de dos minutos que apelan directamente a que los votantes empaticemos con el político de turno, intentando convertirlo en el tipo con el que nos iríamos a tomar una caña o al que le compraríamos un coche de segunda mano. Tíos que no tienen abuela, pero que son capaces de contratar a la de la fabada para que aparezca en campaña echándoles piropos.
Mientras tanto, detrás de todo este "flower power" y de todo este buen rollismo, hay un ruido de fondo de acusaciones mutuas, de insultos de barra de bar a las cuatro de la mañana, de eso no me lo dices tú a mí en la calle y de toíto te lo consiento menos faltarle a mi mare. Definitivamente, en estas elecciones nos lo han puesto en bandeja para que votemos con las vísceras. Con el corazón o con las gónadas, según se mire: en el Ayuntamiento de Málaga, y en una moción que iba destinada a la Comisión de Economía, a los de Ciudadanos se les coló la frase "para tocar los cojones". Nos está quedando un país muy de casquería fina, a elegir entre corazón de ternera o criadillas de cordero. Que aproveche.

DEBATE, QUE ALGO QUEDA

PUBLICADO EL 18 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
Debates a mí. A mí, madre de un hijo adolescente. A mí, que vivo en una discusión permanente: que si a qué hora llegas a casa, que si dónde vas con esos pelos, que si te metas en la ducha que hueles a perro muerto, que si no puedes cenar pizza todas las noches. Y así todo el día, que no hay orden que no sea contraargumentada hasta la saciedad, que no hay cuestión que no se convierta en una lucha entre la minoría oprimida y el heteromatriarcado. Pero el debate más bronco, el de trazo más grueso, el que saca lo peor de cada una de las partes contendientes es el que surge cuando se trata de limpiar la habitación del heredero, lugar que está a punto de ser declarado espacio natural protegido por la UNESCO porque los calcetines sucios tirados por el suelo han creado un microclima donde han comenzado a desarrollarse especies aún no conocidas por el hombre: yo, abogando por la necesidad de una intervención armada de escoba y fregona; él, alegando que su cuarto es un estado independiente, que lo tiene como le da la gana y que para qué va a hacer la cama si la va a deshacer al acostarse. Acabáramos. Después de esto, que te convalida por un curso de Debate y Retórica, me siento preparada para bregar con los partidos mayoritarios, con los minoritarios y hasta con los independentistas.  
Lo cierto es que, visto lo visto, a los españoles nos encanta debatir. A todos menos a Vox: según confiesan en privado a través del envío de un mensaje de WhatsApp al grupo equivocado, les ha venido estupendamente que la Junta Electoral Central haya impedido su participación en el debate a cinco. En público, eso sí, se mesan los cabellos y se parten la camisa de pecho lobo, que no hay que perder oportunidad para victimizarse; mira tú por dónde, otra minoría oprimida, como mi heredero. Mientras tanto, Sánchez ha aprovechado para negarse a acudir al debate de Atresmedia y decir sí al organizado por TVE. O, lo que es lo mismo, que no me gusta ese bar, que prefiero el mío de toda la vida, que el camarero ya me conoce y me pone la media tostada con tomate nada más verme entrar por la puerta. Total, tanto lío para, al final, reafirmar a los que ya vienen votados de casa y no sacarnos de dudas a los demás, que lo único que nos sacan es de quicio. Puestos a debatir sin fuste sobre cosas serias, deberíamos discutir acerca de si es mejor "Rocky" o "Yo hice a Roque III", si la interpretación de Burgess Meredith supera a la de Fernando Esteso, si mola más ver a Sylvester Stallone subiendo las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia que a Andrés Pajares saltando a la comba mientras canta "El cocherito leré". Eso sí que es un debate. De altura. 


miércoles, 17 de abril de 2019

ASIGNATURA PENDIENTE

PUBLICADO EL 16 DE ABRIL EN LA VERDAD

Si para Groucho Marx la felicidad estaba hecha de pequeñas cosas (ya saben, unpequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...), para servidora, también: un pequeño aperitivo, una pequeña siesta, una pequeña aparición de Pantoja en la casa de GH Dúo. Y, así, alimentada por estos pequeños placeres cotidianos, una puede resistir hasta la llegada del invierno. 

Mi heredero y yo vimos cómo se reencontraban Kiko Rivera, el Artista Anteriormente Conocido Como Paquirrín, e Isabel Pantoja: ellos, abrazados en medio del salón, nosotros, abrazados en el sofá, que Isabel y yo somos estrellas pero, ante todo, madres. Y que los momentos históricos unen a las familias. Y que han de aprovecharse esas oportunidades para enseñar al que no sabe: entre conexión con la casa y conexión con el plató, le di a mi pobre hijo un curso magistral de Pantojismo Ilustrado que no se lo salta un torero. El heredero aprendió Cine y Literatura al conocer que Orson Welles y Hemingway eran amigos de Antonio Ordóñez, Psicología Social al saber de los líos entre Paquirri, Carmina, Lolita e Isabel, Biología al enterarse de que Fran, Cayetano y Kiko eran hermanos (aquí el crío, que es muy espabilado, puso en duda la Leyes de Mendel), Periodismo Comparado con el asunto de Encarna Sánchez y Mila Ximénez, e Historia de las Monarquías Europeas cuando supo cómo entroncaron la aristocracia de las sevillanas y la familia real de la copla a través de la relación de Isabel Pantoja con María del Monte, tía de Antonio Tejado, padre del primer hijo de Chayo Mohedano, hija de Amador Mohedano, hermano de Rocío Jurado. Igual que cuando la princesa Josefina Carlota de Bélgica se casó con el Gran Duque de Luxemburgo. Lo mismico.

Para rematar esta primavera loca, Pantoja va a entrar en "Supervivientes". Y eso no es cosa menor, o dicho de otra manera, es cosa mayor. Como dice la madre de Paz Padilla, San Basilio (por Paolo Vasile) es maravilloso. A él me encomiendo, a él le doy gracias todos los días por permitirnos ver a Pantoja tirándose en helicóptero, a Pantoja pescando, a Pantoja en bañador, a Pantoja diciendo "los cocos hacia mi persona", a Pantoja creciéndole la barba. Con esto y con unas cajas de Estrella de Levante, no es que sobreviva yo hasta el invierno, es que llego a la boda del nieto de Isabel con la Infanta Sofía. Al tiempo.

ÁBRETE DE OREJAS

PUBLICADO EL 15 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
En Madrid, change.org instaló hace unos días una oreja gigante en la calle para que los ciudadanos pudieran trasladar sus peticiones a los candidatos de las elecciones generales. En Madrid, como no hay playa, vaya, vaya, son mucho de hacer performances, que vas paseando tan ricamente por el centro, decidiendo entre el Prado o el Reina Sofía, entre un hindú o un asturiano, entre "El Rey León" o "Billy Elliot", y te encuentras de sopetón con una oreja de dos metros de alto a la que le van cambiando el cartel, convirtiéndola en la oreja de Pablo Casado, en la de Pedro Sánchez, en la de Albert Rivera o en la de Pablo Iglesias. Y una se pregunta si está en la capital de España o en Orejilla del Sordete.
En la instalación de change.org, los mensajes de los ciudadanos a los políticos quedaron grabados para hacérselos llegar. La performance demuestra el optimismo de este país: aún pensamos que los políticos nos van a escuchar. Que se van a abrir de orejas. Que van a aguantar nuestra turra lo mismo que aguantamos nosotros la suya. Y la de ellos, en esta campaña, está siendo antológica: Rosa Belmonte recopiló ayer unas cuantas perlas en esta sección, demostrando el esfuerzo denodado de los políticos "en quedar como zopencos". Añado una más: Casado diciendo que "los populares somos los que mejor defendemos el medio rural porque venimos de allí". Mira tú por dónde: otro que se ha creído que Génova 13 no está en Madrid, sino en el pueblo de Doña Rogelia.  
Mientras tanto, y según el CIS, hay más de un 40% de indecisos: cuatro de cada diez votantes permanecen con las orejas abiertas para ver si escuchan algo que los pueda convencer, conformando un electorado común por el que luchar a muerte, a espada láser o a cuchillo jamonero. Con estos números, el desparrame de final de campaña va a ser de aúpa: comida de oreja mortal y mensajes epidérmicos directos al corazón, al hígado o al bolsillo. Así están los candidatos, más sobreactuados que Aurora Bautista: contaba Diego Galán que, cuando Luis Escobar la dirigió en "Yerma", la vio comenzar la obra de una forma tan exagerada que le soltó "Aurorita, guapa, cálmate, que aún no ha pasado nada“. Pues eso: que se calmen, que aún no ha pasado nada. Pero no nos caerá la breva, porque todavía tienen que convencer a los no convencidos, reafirmar a los suyos y movilizar al electorado. "Nos motivan las encuestas, pero las urnas se llenan con votos", dijo Pedro Sánchez en Tenerife. A mí me motivan más los torreznos, como a Paquitas Salas: un torrezno, un voto. Y los colegios electorales, llenos. Hasta que llegue ese día, no sé yo si voy a aguantar sin cortarme la oreja. A lo Van Gogh


HOY NO EMPIEZA TODO

PUBLICADO EL 12 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
Hoy empieza la campaña electoral. Y escribir eso, tan solo pensarlo, es más tonto que creer que la primavera comenzó el 20 de marzo, porque empezó mucho antes, exactamente en el preciso momento en el que entramos en una tienda con el gorro y la bufanda y nos topamos con las camisetas de tirantes y los bikinis: ahí fue cuando se originó un agujero espacio temporal entre la estepa siberiana y el chiringuito playero. Y ahí fue cuando comenzó nuestro Vía Crucis de dieta y elecciones. 
Si hace semanas que la primavera se coló en las tiendas, hace aún más tiempo que la política entró en tromba en la televisión, en el sofá y hasta en la cama: miren que llevo años haciendo tríos con las mismas personas, a saber, mi santo y José Ramón de la Morena, pero hete aquí que, la otra noche, José Ramón se trajo a Pablo Iglesias. Y tanta novedad, pues como que no, que una es muy señora de provincias y muy conservadora para sus cosas de cintura para abajo y de oreja para arriba. Lo mismo me pasó a la hora de la siesta, al encontrarme con un debate entre Toni Cantó, Javier Maroto, María Jesús Montero y Noelia Vera. Mientras, Gabriel Rufián, Aitor Esteban y Jaume Alonso-Cuevillas estaban desterrados en la sala VIP esperando a intervenir, igual que cuando aparcan a Chelo en un cuartucho para que vea, vía monitor, cómo la despedazan sus compañeros. Y, animando el cotarro, Belén Esteban convertida en representante de los pensionistas. Aquello fue un crossover tan gordo entre "Sálvame" y "Todo es mentira" que pensé que Rufián iba a "Supervivientes" con la Pantoja. Para rematar, esta mañana he abierto una caja de cereales y me ha salido Santiago Abascal diciéndome que lo que tenía que tomar era café con leche y media de porras, que eso es lo que desayuna un buen español. Acabáramos. 
Antes de que comenzara la campaña electoral, nosotros estábamos ya hasta la urna. Pero ellos, los políticos, también. De tener que hacerse los colegas, los enrollados. De exhibir la mejor de sus sonrisas. De tocar el bajo con Pablo Motos y de llevar empanada de bonito a casa de Bertín. De abrazar a niños inocentes y a señoras cardadas, de las que todavía se echan plis, de las que te cogen los carrillos entre las manos para estamparte un beso y te dejan los morros en la cara y Maderas de Oriente en el traje. Mimadre alucinaba cuando alguien le decía que yo era una tía simpática: "Con la mala follá que tienes con tu familia, se ve que toda la gracia te la dejas para los de fuera", me decía. Llevaba razón. A estos habrá que verlos en su casa. Mientras tanto, los vemos en la nuestra. A todas horas. Hoy no empieza todo, sino que sigue. Agotaítos nos tienen. 

miércoles, 10 de abril de 2019

LOS OTROS

PUBLICADA EN LA VERDAD EL MARTES 9 DE ABRIL DE 2019
Veo la última de Tom Cruise un domingo por la tarde. Los domingos por la tarde son ya lo suficientemente deprimentes como para ponerte a ver algo que requiera un mínimo esfuerzo mental, que no está ni el cuerpo para farolillos ni la cabeza para Tarkovsky, por lo que servidora tira de películas de acción donde la amenaza de una hecatombe nuclear acaba antojándose mucho menor que la del lunes que comienza a adivinarse en el horizonte. El caso es que Cruise, adrenalínico perdido, reparte mandobles, corre, salta y escala durante dos horas con garbo y donaire, y una cree que sí, que sigue siendo eternamente joven. Pero llega un momento en el que el actor, al fin, deja de pegar perigallos y se queda quieto, de pie, apoyando el hombro izquierdo en una pared. Entonces, Cruise parece exactamente lo que es: un tío de Siracusa de cincuenta y siete años al que se le adivina la barriga debajo de la camisa azul. Una barriga incipiente, de embarazada de tres meses, que se convierte en aviso para navegantes, en el primer signo de madurez (tardía, muy tardía, también es verdad) y en la señal de que el americano comedor de hamburguesas que lleva dentro está intentando salir. A veces, someter al gordo interior es más difícil que impedir que explote una bomba de plutonio.  
Cuando somos nosotros mismos, somos otros: los que no queremos ver, los que no queremos que vean. Desnudos, sin defensa, sin faja, sin tacones, sin maquillaje y sin patada voladora que distraiga la atención, somos tal cual. Si voy a hacer una foto con el teléfono y la cámara está puesta en modo selfie, me veo y me asusto: yo no soy esa que yo me imagino, sino otra a la que el móvil retrata cruelmente. Y esa fotografía hecha sin avisar, más desalmada que un robado de Carmen Borrego en la playa, es la que capta a los políticos cuando les hacen una pregunta inesperada y les pillan con la guardia baja: a unos se les pone boquita de piñón, a otros cara de estreñido, a todos se les congela la sonrisa. Entonces, ellos parecen exactamente lo que son: unos tíos más perdidos que los propios ciudadanos a los que intentan convencer. Definitivamente, no podemos ser nosotros mismos. Y ellos, si quieren que les voten, tampoco. 

MÁS PAPISTA QUE EL PAPA

PUBLICADA EL MARTES 2 DE ABRIL DE 2019 EN LA VERDAD

Dejé de creer en Dios hace ya muchos años. No lo hice de un día para otro, de manera abrupta y repentina, ni a consecuencia de una crisis profunda y unamuniana, no; aquello acabó de forma lenta, paulatina, como el que se va desenamorando tras muchos años de matrimonio. Posiblemente, mi fe era tan frágil que, en cuanto los ritos cotidianos dejaron de ser obligatorios, comenzó a languidecer igual que una tarde de domingo. Pero aún así, me siguen quedando rastros de un tiempo en el que fui una niña seria, reconcentrada y católica: cada vez que necesito tomarme un respiro, entro en una iglesia y me recojo entre los muros gruesos, el silencio y el frío, y allí permanezco hasta que pasan las tormentas y los vientos. Y sí, claro, también me acuerdo de Santa Bárbara cuando truena. Incoherente que es una.  

Ahora, cuando he perdido la fe hasta en la cosmética coreana porque para solucionar lo de mi celulitis ya sólo cabe esperar milagros, creo en muy pocas cosas. En el primer café de la mañana, en las cañas de un mediodía, en el vino de una cena; en los libros, en las películas, en las canciones; en las macetas de mi patio, en algunas personas, en mi hijo; en el poder de las palabras, en el de los besos y en el de los abrazos chillaos. Y también creo en que el Papa cree en lo que cree. Y que sabe transmitirlo. Tampoco dijo nada que no hubiéramos oído antes: la doctrina social de la Iglesia sigue siendo la misma desde hace años, y no ha cambiado su posición con respecto a la homosexualidad o al aborto, que a veces se nos olvida que estamos hablando de la Iglesia Católica, con sus reglas y sus dogmas. Pero este Papa, al menos, pone el acento en la solidaridad, en la caridad, en el amor y en la comprensión, valores válidos para todo el mundo, ya sean creyentes, agnósticos, tronistas o viceversos. Y este Papa da entrevistas, se expone, habla, y sí, también se equivoca, porque en ese sentido no es infalible. En cambio, hay algún católico, más de pelo en pecho que de golpes en el mismo, que se presenta a las elecciones y aún no ha dado la cara; tan sólo se dedica a lanzar globos sonda para alterar al personal. Será que es más papista que el Papa. 

VIDAS DESNATADAS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 26 DE MARZO DE 2019

Los domingos por la noche me como a Dios por una pata. Tal cual. Cobijada en el sofá, tapada con una manta y viendo la vida de otros, me levanto cada diez minutos a atacar la despensa como una cerdaperra, o como una vacaburra, que los híbridos son de mucho jalar, y hago mezclas gastronómicas tan raras como las que hacen los niños en las bodas con los restos de bebida que quedan en las copas de los mayores: un poco de vino blanco, otro poco de cerveza, una chispa de café, un dedo de orujo de hierbas y cuatro sobres de azúcar, y a ver si eres valiente y lo pruebas, Fernandito, que de verdad que está buenísimo. 

Es el vértigo de la semana que comienza el que provoca un vacío interior que sólo se cura llenándolo de comida, como si las calorías, en lugar de ir a la cintura, fueran al espíritu: mientras no se demuestre lo contrario, un bocadillo de lomo consuela más que una ensalada verde, un trozo de bizcocho más que una pera, una cerveza más que un vaso de agua. A partir del lunes, los días vuelven a ser desnatados y desgrasados, inodoros e insípidos, sin sal ni aceite; vuelven a estar comprimidos en una agenda y planificados con escuadra y cartabón, que para conjurar el futuro todo ha de medirse, desde las horas de trabajo, que son muchas, hasta las de sueño, que son pocas, porque una es de la España que madruga y de la España que trasnocha, que las dos me hielan el corazón y me rompen los ciclos circadianos, y así voy, bostezante, muerta viviente, siempre ojerosa. Y luego está la vida. La que te sorprende y te descuadra la organización, la que hace que te dejes las anotaciones sin cumplir, la que no te avisa y te parte por la mitad, la que te mete un gancho de derecha aunque siempre vayas con la guardia alta, la que no podemos planear por mucho que queramos. Por eso, cuando viene lo bueno hay que celebrarlo, ya sea martes o sábado, ya venga en forma de noticia alegre, de sol inesperado o de encuentro fortuito y feliz. Y, a ser posible, debe de celebrarse con café, copa, puro y una sobremesa de tres horas, que nunca nadie ha celebrado nada con una pechuga a la plancha. Ni con una infusión de alcachofas.