miércoles, 25 de octubre de 2017

TAPAR AGUJEROS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 24 DE OCTUBRE

Qué nos gusta una guasa, un lío, cachondeo: leo que el 155 es el número más vendido de la Lotería de Navidad. Que se ha agotado, vaya, que ya lo puede buscar usted por tierra, mar, aire o internet, que no queda ni uno. Y, por si no hubiera bastante con la rima, resulta que al 55 le dicen "los civiles" porque los dos números juntitos recuerdan a una pareja de la Benemérita. Lo dicho: que nos va la marcha.

Pero hay gente pa tó y gente pa ná, como servidora, que no compra lotería porque no cree en el azar (y porque es un poco agarrá, que también). De aquí a Navidades voy sorteando como puedo al autobusero, al carnicero y al compañero del curro, que me ponen una papeleta delante de las narices cada vez que me ven. Y claro, al final caigo, no sea que les toque y me los acabe encontrando en televisión echándose tres botellas de cava por la cabeza, coronados con una peluca del chino y diciendo que van a destinar el dinero del premio a tapar agujeros, mientras yo me recomo por dentro y me condeno a seguir dándole a la tecla, que una le tiene mucha afición al columnismo, pero más aún a vivir como una millonaria loca.

Hay otras que tampoco compran lotería, porque ya les ha tocado: Alicia Vikander, que por lo visto no tenía bastante con ser lista, estrella refulgente y monísima, se ha casado con Michael Fassbender. Sí, con Fassbender, he dicho. Sí, con el HOMBRE con mayúsculas. Sí, con el que nos hace suspirar como gataperras, nos pone como una motoreta y nos provoca temblores de cintura para abajo. Y que no le deseo yo nada malo a la Vikander, Dios y Nuestra Señora del Oscar a la Mejor Actriz me libren, pero ojalá le entre a la chiquilla un desfase metabólico y se ponga hecha una torda, que a las heterosexualas vivas del planeta nos ha dejado huérfanas de macho alfa, que sobre lo de Cataluña no habrá acuerdo, pero sobre Fassbender hay mayoría absoluta, ya ponga usted las urnas en un pueblo de Cuenca o en pleno centro de Malasaña, ya se le pregunte a una señora que desayuna morteruelo o a una urbanita vegana. Casarte con Fassbender sí que es tapar agujeros, y no que te toque la lotería. ¿Será suertuda, la tía?
  


NO HAY MÁS PREGUNTAS, SEÑORÍA




miércoles, 18 de octubre de 2017

VEROÑO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARETES 17 DE OCTUBRE DE 2017

Estoy del veroño hasta la rima. No sólo de la palabra (es la expresión más fea que he oído en español, después de "follamigos" y "fofisano"), sino también de la estación: a este paso, y con este calor, los villancicos serán la nueva canción del verano, y ambientaremos el belén en una playa de Benidorm. De la comida de Navidad, ni hablamos: va a convertirse en un drama sureño y sudoroso a lo Tennessee Williams donde un cuñado atormentado destapará secretos de familia mientras nos ponemos ciegos a gazpacho fresquito y a mojitos, que a ver quién es el guapo que se mete un cocido de pava con pelotas entre pecho y espalda con estas temperaturas.

Esto ya no es el caloret, esto es la cocina del infierno. España está seca y deshidratada, arrugaíca perdida, devastada y yerma, que si la lluvia en Sevilla es una pura maravilla, la lluvia en Almagro es un milagro. Y en el norte. Y en el sur. Que no llueve. Ni aquí, ni allí. Así están las cabezas, que no descarto yo que el calentamiento global sea el responsable del recalentamiento mental que estamos sufriendo últimamente, y que ya ha llegado hasta la comarca del Altiplano: leo en este periódico que, en unas agendas infantiles repartidas por varios colegios catalanes, se incluye a Yecla y a Jumilla ("Iecla" y "Jumela") en los Països Catalans. Acabáramos. A ver si la solución no va a ser política, sino climatológica.

Mientras tanto, Trump (otro con las meninges recalentadas) ha convertido a aquel primo de Rajoy que negaba el cambio climático en un activista de Greenpeace: el tío ha sacado a EE.UU. del Acuerdo de París, ha derogado el Plan de Energía Limpia de Barack Obama para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y sigue negando la evidencia tras los huracanes que han arrasado Norteamérica en los últimos meses. Y así vamos, apostando al desastre seguro. Al primo de Rajoy y al primo de Trump les mandaba yo al primo de Zumosol, y asunto resuelto. Pero no desesperen: si a mi proverbial mala suerte le añadimos el hecho de que tengo el mismo talento para acertar con los temas de las columnas que Mariah Carey para atinar con sus estilismos, escribo este texto convencida de que, cuando se publique hoy martes, habrá acabado el veroño y estará lloviendo a mares. Y, sobre todo, en Galicia. Ojalá.

miércoles, 11 de octubre de 2017

PSICÓLOGOS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 10 DE OCTUBRE DE 2017

Definitivamente, tengo el mismo don para atraer a los locos que Raquel Mosquera para embelesar a los negros. El sábado, sentada en una terraza en el centro de Cartagena, se me planta delante un tipo y me suelta: "¡Viva España, viva la guardia civil y la policía nacional! ¿Me das dos euros? ¿A qué tú no sabes quién es mi psicólogo?". Así, del tirón y sin respirar. Las cabezas no están buenas. Por lo del psicólogo, digo. Por preguntarme si lo conozco, como si una tuviera que estar al tanto de todos los terapeutas de la región. "¿Sabes quién es mi psicólogo?" es el nuevo "¿Sabes quién es mi padre?", aquella frase mítica que la hija de José Antonio Abellán le largó a David Bisbal cuando la expulsaron de "La Voz". Pues eso.

Si hay algunos que están (estamos) de psicólogo, hay otros que están directamente de psiquiatra (y hasta de internamiento en la López Ibor). Pero todos, como mínimo, deberíamos plantearnos acudir a una terapia de grupo después de ver lo que está sucediendo con Cataluña, que para acabar con esta locura colectiva en la que nos han metido y poder restañar las heridas, vamos a necesitar más años de psicoanálisis que Woody Allen. La cosa se ha desmadrado tanto que hasta los niños de "Stranger Things" han cancelado la presentación de la nueva temporada de la serie en el Festival de Sitges porque sus padres consideran que "la situación de Cataluña" es peligrosa para ellos. Amos, anda: unos niños que padecen experimentos secretos, que tienen a una telequinética en la pandilla, que sufren maléficas fuerzas sobrenaturales y que cruzan a universos paralelos, se van a acojonar ahora. Al fin y al cabo, en el universo paralelo en el que viven algunos independentistas no hay ni monstruos ni fuerzas del mal, sino calvos a los que les va a crecer el pelo hasta niveles sansónicos, gordos que adelgazarán comiendo botifarra amb mongetes y unicornios que correrán libres por el Delta del Ebro. O, al menos, eso creen algunos. Por ello, manifestarse a favor de recuperar el seny es lo más cuerdo que estamos viendo en estos tiempos de psiquiátrico donde Joan Manuel Serrat e Isabel Coixet son los nuevos fascistas, y los que se saltan el ordenamiento jurídico son los nuevos demócratas. Necesitamos, más que nunca, mentes lúcidas. Y cordura. Y Orfidal. A cascoporro.

miércoles, 4 de octubre de 2017

LUNES

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 3 DE OCTUBRE DE 2017

Desde aquí te lo digo, Mr. Wonderful: devuélveme la pasta. En serio. He creído al pie de la letra todas las frases motivacionales que has impreso sobre tazas, velas, libretas y cojines y nada, que mi vida sigue siendo un desastre. Que me has dicho que cada día es una aventura alucinante, que voy a conseguir todo lo que me proponga, que si puedo soñarlo puedo hacerlo, que nadie es tan genial como yo y que si le sonrío a la vida, la vida me sonreirá a mí. Pues perdona, pero no es así: le he sonreído esta mañana a la vecina de la esquina y me ha devuelto una mirada más laxante que la de Isabel Pantoja. De las que te cagas, vamos.

A lo mejor la culpa es mía, no digo yo que no. Será que no soy ni asertiva, ni proactiva, ni creativa, ni receptiva, ni ninguna de esa cosas que dicen en los libros de autoayuda. Será que me falta motivación. Y capacidad de superación. Y de visualización, que he leído que la visualización lo es todo. Así que me visualizo midiendo uno ochenta, recogiendo el Nobel de Literatura e inaugurando un nuevo restaurante con una estrella Michelin. De todo eso lo, único que visualizo de verdad es el michelín que me sale por encima de los vaqueros. Y no entiendo por qué. Porque yo quiero ser tan feliz como se supone que son los demás, pero no me sale. Y claro, me frustro y me convierto en una amargada, en una desagradecida, en una imbécil que no sabe disfrutar de la vida. Total, porque cuando me caigo necesito tiempo para curarme las heridas antes de poder levantarme. O porque a veces me dan ganas de quedarme en la cama y dejar que el día pase sin rozarme. O porque me muevo entre el placer y la culpa, entre la sensatez y la inconsciencia. O porque vivo en una desazón perpetua, masticando una ansiedad que me sube de la boca del estómago a la garganta. O porque hay momentos en los que el dolor y la memoria me pesan más que el culo. O porque estoy hasta las trancas de que nos impongan la felicidad por decreto ley, que no hay semana que no amanezca con #FelizLunes convertido en Trending Topic. Y por ahí sí que no paso: los lunes son una mierda. Y el de ayer, más.