PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 3 DE OCTUBRE DE 2017
Desde aquí te lo digo, Mr. Wonderful:
devuélveme la pasta. En serio. He creído al pie de la letra todas las frases
motivacionales que has impreso sobre tazas, velas, libretas y cojines y nada,
que mi vida sigue siendo un desastre. Que me has dicho que cada día es una
aventura alucinante, que voy a conseguir todo lo que me proponga, que si puedo
soñarlo puedo hacerlo, que nadie es tan genial como yo y que si le sonrío a la
vida, la vida me sonreirá a mí. Pues perdona, pero no es así: le he sonreído
esta mañana a la vecina de la esquina y me ha devuelto una mirada más laxante
que la de Isabel Pantoja. De las que te cagas, vamos.
A lo mejor la culpa es mía, no digo yo que no.
Será que no soy ni asertiva, ni proactiva, ni creativa, ni receptiva, ni
ninguna de esa cosas que dicen en los libros de autoayuda. Será que me falta
motivación. Y capacidad de superación. Y de visualización, que he leído que la
visualización lo es todo. Así que me visualizo midiendo uno ochenta, recogiendo
el Nobel de Literatura e inaugurando un nuevo restaurante con una estrella
Michelin. De todo eso lo, único que visualizo de verdad es el michelín que me
sale por encima de los vaqueros. Y no entiendo por qué. Porque yo quiero ser
tan feliz como se supone que son los demás, pero no me sale. Y claro, me
frustro y me convierto en una amargada, en una desagradecida, en una imbécil
que no sabe disfrutar de la vida. Total, porque cuando me caigo necesito tiempo
para curarme las heridas antes de poder levantarme. O porque a veces me dan
ganas de quedarme en la cama y dejar que el día pase sin rozarme. O porque me
muevo entre el placer y la culpa, entre la sensatez y la inconsciencia. O porque
vivo en una desazón perpetua, masticando una ansiedad que me sube de la boca
del estómago a la garganta. O porque hay momentos en los que el dolor y la
memoria me pesan más que el culo. O porque estoy hasta las trancas de que nos
impongan la felicidad por decreto ley, que no hay semana que no amanezca con
#FelizLunes convertido en Trending Topic. Y por ahí sí que no paso: los lunes
son una mierda. Y el de ayer, más.
6 comentarios:
Pues la verdad es que yo no he detectado que desde fuera nos impongan la felicidad, como en los Estados totalitarios, aunque no lo descarto. Será porque veo poca tele... En cualquier caso, no tiene sentido hablar de 'la' felicidad en abstracto. Se trata de una pretensión estrictamente personal. La insatisfacción y aburrimiento que producen los libros de autoayuda demuestran que no nos reducimos a vida psíquica. Lo importante es la vida biográfica, la personal. Esa que no se reduce al presente, sino que está hecha también de irrealidad al incluir el pasado (en la memoria) y el futuro (en la imaginación, los deseos y proyectos, por humildes que sean). No se puede disfrutar intensamente el presente si no se ha deseado e imaginado previamente eso que se ha de disfrutar. Y nadie puede hacerlo por nosotros. Así que ánimo, que tener ilusión por algo (y mejor aún por alguien) es ya empezar a ser feliz.
Espero que con este rollo haya quedado bien clara mi identidad, jaja.
¿No será usted un señor que ha abandonado Twitter hace muy poquito?
¿Señor?...Sí, señor.
¡Pero luego se quejará usted de que la llamen señora!
¿Por qué me exige esto al introducir el comentario que demuestre que no soy un robot? Ni que viviéramos en la época de Terminator, jaja
Querida Musa: no sabe cuánto siento que su lunes haya sido tan nefasto. Sin embargo, me apasiona eso de la "mirada laxante". Cómo agradecería yo que me echaran una de ésas últimamente, pues ando bastante estreñido.
Ah, y recuérdeme que le pase algunas de las meditaciones que estoy haciendo. Mano de Buddha, oiga.
¡Besos!
Querido Hong Kong, ya sabe usted que me gusta tanto meditar como que me claven astillas debajo de las uñas. Mejor me va tener amigos como usted, que me suben la moral y que son tan positivos y energéticos que me madan buena vibra desde Barcelona. Besos mil, ESCRITOR!
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