miércoles, 10 de julio de 2019

BILOCACIÓN

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 9 DE JULIO DE 2019
Estoy que no estoy. Sí, mi cuerpo está aquí, amarrado a la pata de la silla, pero mi cabeza se quedó el sábado en un chiringuito y todavía no ha vuelto, la muy rebelde. Y así no se puede. Ni escribir, ni vivir. 
Más que la cabeza, lo que me gustaría tener en la playa es el cuerpo entero. Ojalá tuviera yo el don de la bilocación. Y no me refiero al hecho de estar loca por partida doble, que esa capacidad ya la tengo de nacimiento, sino a la posibilidad de estar en dos sitos a la vez. En el salón y en la playa. En el despacho y en la playa. En la cola del Mercadona y en la playa. Pero no, aquí sigo de cuerpo presente, que en lugar de mística he salido penitente. Y, para penitencia, la que estoy sufriendo al recibir las fotos de las vacaciones de mi pandilla: Costa Rica, Cerdeña, Pamplona. Hasta la perspectiva de ser pillada por un morlaco en la curva de Estafeta se me antoja más apetecible que estar aquí. Porque, digan lo que digan el calendario, los anuncios y los informativos, sólo es verano cuando te despiertas y te quedas en la cama leyendo, con la ventana entreabierta y la brisa de la mañana moviendo ligeramente las cortinas. O cuando te das cuenta de que son las nueve de la noche y todavía no has salido del agua. Si no es así, no es verano. Es otra cosa. Es un cocerte en papillote en tu casa en lugar de tostarte vuelta y vuelta en la arena. Y no sabe igual. Ni mucho menos. 
Desde hace años sólo tengo trozos de verano. Y así sobrevivo: junto una siesta por aquí, un paseo en bici por allá, un baño por acullá, y los pego con papel celo. Pero quiero volver a tener un verano entero, sin cortes; un verano continuo impreso a sangre en un papel couché semi mate; uno de esos veranos que comenzaban a mitad de junio y terminaban a mitad de septiembre, un verano moroso, lento, donde no sabías qué hacer con los días, un verano tan largo que llegabas a aburrirte. Ahora tengo un verano fragmentado, por horas. Y se me hacen cortas. Así que la cabeza ha dicho que no vuelve, que mi cuerpo haga lo que quiera, pero que ella se queda en la República Independiente del Chiringuito. Otra separatista más. Estamos buenos. 

miércoles, 3 de julio de 2019

POLLO A LA CERVEZA

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 2 DE JULIO DE 2019
También es coincidencia: a la Esteban le hackean el móvil el día de su boda, y a mí me hackean el mío al día siguiente. Que yo no digo nada, pero que es mucha casualidad. Que a ver si es que voy a ser famosa, y yo sin enterarme. Famosa anónima, un nuevo concepto. Y famosa cutre, como mi hackeo: han utilizado mis cuentas en las redes para hacer publicidad de marcas rebajadas. Pero por algo se empieza, oiga, que de aquí a nada me veo mis WhatsApp analizados en "Sálvame". Se van a quedar muertos con mis escandalosas listas de sustantivos: amoniaco, agua, yogures. Con mis perturbadoras fotos de mis paseos en bicicleta por Lo Poyo. Y con mis amenazadores mensajes: "¡¡¡Tío, no quedan cervezas en el frigo!!!" será interpretado por Kiko Hernández como el evidente inicio de una crisis matrimonial. Al tiempo.
Cuando era pequeña tuve un diario. Era pequeñito, cerrado con un candado. Escribí dos páginas con una letra redonda y clara, hasta que al tercer día perdí la llave y no pude volver a abrirlo. Ahora ya no hace falta escribir diarios porque tu vida está en tu móvil: lo que lees, lo que ves, lo que oyes, lo que te llena el espíritu y la nevera. Pero hasta las señoras insulsas que llevamos una existencia desnatada, inane y monjil, tenemos derecho a la privacidad. La vida que queremos que se vea ya la exhibimos en las redes, mientras que la otra intentamos mantenerla oculta, fuera de campo, en ese difícil equilibrio entre el ser y el parecer. El caso es que, por mucho candado que le echemos a nuestro teléfono, nos pillan la llave y nos dejan en bragas. A mí metafóricamente, porque de la otra forma ni de coña. Ya les digo: pudibunda que es una.
Lo único que me importa de que me hackeen el móvil es que descubran mi peso. Lo apunto los lunes, cuando me subo a la báscula con la vana esperanza de empezar la semana con cien gramos menos. Y nada, que no adelgazo ni a tiros, pero es que con este calor a ver quién no se mete un quinto fresquito entre pecho caído y espalda sudada. Siempre que haya cervezas en el frigorífico, claro. "¡¡¡Tía, pues haberlas metido tú!!!", me ha contestado mi santo. Al final, Kiko Hernández va a tener razón. A éste le monto yo el pollo. A la cerveza.   

miércoles, 26 de junio de 2019

DÍAS DE BODA

PUBLICADO EL MARTES 25 DE JUNIO DE 2019 EN LA VERDAD

Qué me gusta a mí una boda. Y un canapé. Y un sarao con barra libre: dadme un vodka con tónica y moveré el mundo. Y el esqueleto, que una es bailonga por afición, por devoción y por Raffaella Carrá. Las bodas son especialmente disfrutables, sobre todo para los invitados. Lo de los novios es otro cantar: viendo los enlaces de estas últimas semanas, agradezco haberme casado en el siglo pasado, en una época donde bastaba un convite medio en condiciones, un cartón de Marlboro para repartir entre los asistentes y un tío con un pinfanillo para amenizar la fiesta. Si me tengo que casar ahora, me dan las siete plagas: poco menos que tienes que llamar a la Fura dels Baus para que te organice la fiesta. O al Circo Ringling. Cierto es que cada uno se gasta los cuartos como le da la gana, y si a ti te luce una noria porque eres de bodón verbenero, pues aquí paz y después gloria. Qué fantasía todo. 

Pero, además de la boda de Ramos y Rubio, estos días hemos tenido la de Ainhoa Arteta, la de María Pombo y la de la Esteban. Demasié. A lo mejor por eso Pedro Sánchez está aplazando su casorio con Pablo Iglesias, porque no quiere que le hagan sombra. O porque no se ponen de acuerdo en el tipo de celebración: Sánchez quiere una boda sencillita, informal, de cooperación, e Iglesias un bodón de coalición, con sus langostinos, su jamón de pata negra, su solomillo Wellington y su tarta nupcial de seis pisos. Y venga bronca. Sobre todo por los ocupantes de la mesa presidencial, que está siendo más difícil de configurar que cuando los padres de la novia están separados. Pueden pedirle consejo a Albert Rivera, que lleva más divorcios a sus espaldas que Zsa Zsa Gabor y Elizabeth Taylor juntas: primero, el de Manuel Valls y, ahora, el de Toni Roldán. Roldán se ha desilusionado, el pobre; se creía que se había casado con un morenazo con buena planta, y se ha dado cuenta de que lleva Farmatint en el pelo y alzas en los zapatos. "Este no es el producto que yo compré", ha dicho. Lo mismo me dice mi santo, que si llega a saber lo que ronco, no se casa conmigo. Que muevo hasta las cortinas, me suelta. Se ve que él no se oye por las noches.   

miércoles, 19 de junio de 2019

INFANTES

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 18 DE JUNIO DE 2019 

En todas la casas cuecen habas. Hasta en la Casa del Rey, aunque allí no sé si las cocerán con langosta, que para eso son muy finústicos. Lo digo porque la Infanta Elena ha regañado públicamente a su hija al darse cuenta de que se le veía el tirante del sujetador, y la chiquilla le ha respondido con un gesto de ay, mamá, déjame en paz. El mismo gesto de cualquier adolescente en cualquier parte del mundo, que mucha nanny inglesa y mucha hípica y mucha regata, pero a la hora de mirar a los padres con cara de qué dice esta tía loca no hay pedigrí ni apellido compuesto con guion en medio que valga. A este paso, el día que Victoria Federica se haga un piercing en el ombligo se monta una que ni la batalla de Olmedo.  

El "lávate los dientes, échate desodorante y quítate esa camiseta churretosa" que le suelto al heredero cada vez que sale por la puerta es el nuevo "ponte las bragas limpias por si tienes un accidente" que me decía mi abuela: de todos es sabido que, mientras están intentando salvarte la vida en el quirófano porque te ha atropellado un trolebús, hay una enfermera revisándote la ropa interior para luego apuntarlo en el informe clínico. Pero estos adolescentes marrandungos que huelen a hormona reconcentrada, a desafío y a hartazgo, también huelen a nervios, a angustia y a inseguridad: que si los finales, que si la selectividad, que si estoy gorda, que si estoy flaco, que si no me hacen caso, que si no sé en qué matricularme, que si los granos, que si nadie me entiende. Tienen que ser bonicos, y listos, y sacar buenas notas, y caer bien, y ser aceptados, y aceptarse a sí mismos. Y todo eso exponiéndolo en las redes, no sea que se vayan a hacer el moco y no se enteren en Kuala Lumpur. Y sintiendo que se les escapa el mundo que tienen al alcance de la mano, y aguantando que nosotros nos tomemos sus problemas a chufla, y soportando a unos vendetazas que les impulsan a perseguir sus sueños cuando todavía no saben que, a veces, hay sueños que es mejor no alcanzarlos nunca. Qué presión, oigan. No volvía yo a los quince ni así se me pusiera a tiro John Cusack. El de hace treinta y cinco años, claro. El de ahora, ni con un palo.  

miércoles, 12 de junio de 2019

CARA DE NADA

PUBLICADO EL MARTES 11 DE JUNIO EN LA VERDAD

El final de "La reina Cristina de Suecia" es un formidable plano que nos lleva hasta la cara de Greta Garbo, su protagonista. Cuando la Garbo le pidió indicaciones al director sobre qué gesto poner, Rouben Mamoulian le dijo que quería que su rostro fuera como una hoja de papel en blanco donde cada espectador pudiera escribir su propio final. "Pon cara de nada", resumió. Así que la Garbo, obediente, puso la cara de nada más expresiva de la historia del cine. Poner cara de nada y conseguir transmitirlo todo sólo está al alcance de unos pocos, de la Garbo o de la Huppert; los demás siempre ponemos cara de algo. De tontos, generalmente, que salimos en las fotos que parece que nos ha dado un aire.

Muchas semanas después de las elecciones, los candidatos siguen ahí, mirándonos desde los carteles que todavía permanecen pegados en las paredes y colgados de las farolas. Aunque es raro ver unos rostros que continúan pidiendo un voto que ya ha sido emitido, no lo es tanto si pensamos que, en algunos lugares, aún no sabemos quién va a gobernar. Por eso permanecen a la intemperie, en una prórroga obligada, con la cara de nada que intentaron poner para que los electores escribiéramos en ella nuestros propios deseos: cara de te voy a arreglar las farolas de tu calle, de voy a hacer que consigas un trabajo decente, de voy a solucionarte tus problemas de vivienda, de voy a acabar con la corrupción institucional, de voy a preocuparme de que tengas una pensión digna. Pero en su tentativa de poner cara de nada, o de algo (de solidez, de fuerza, de poder, de capacidad), a algunos les pasa lo que a mí, que quiero poner cara de interesante y salgo con cara de estreñida; para muestra, la cabecera de la columna. Por eso miro las fotos en las que salgo de refilón, con cierta vergüenza, sin enfocar del todo la mirada, como cuando ojeas un libro con desgana. Y por eso no me imagino levantándome por las mañanas, tomándome un café de pie junto a la ventana y viendo mi cara de lo que sea en la pared de enfrente y en tamaño poster, recordándome mi propio fracaso, mis promesas incumplidas, mis problemas no resueltos y mis arrugas sin solución. Bastante tengo con verme cada día en el espejo. 



miércoles, 5 de junio de 2019

UN ANUNCIO EN LAS AFUERAS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 4 DE JUNIO DE 2019

Acabas de terminar de trabajar. Vuelves a casa uno de esos días de junio, largos y calurosos, que dan para las últimas comuniones y los primeros baños en la playa. Llevas la camisa empapada en sudor, el asiento de atrás del coche cubierto por una pila de carpetas y la agenda del móvil llena de citas para toda la semana. Ya estás cansado, y sólo estamos a martes. Miras distraído por la ventanilla y te encuentras una valla publicitaria en la autovía anunciando un puticlub. "Porque te lo mereces", dice el cartel. Y sí, es verdad, qué coño. Te lo mereces.

Tú te mereces que te den lo tuyo, papito lindo, que te dejen relajarte un ratito, que te mimen y que te sonrían aunque sea pagando, que para eso llevas el peso del mundo sobre los hombros. Que tienes derecho a olvidarte por un momento de las malas notas de Andresito, que no hay quien lo meta en vereda, y del arreglo de la cocina, y de las cortinas del salón, las putas cortinas del salón, que a la señora le ha dado por cambiarlas justo ahora, cuando os queda nada para iros a la playa. Pero la que te lleva por el camino de la amargura es la cría, que está insoportable, y contestona, y hecha una fresca, que cada vez que pisa la calle con esos pantalones cortísimos te dan ganas de encerrarla bajo siete llaves. Y, para colmo, ha empezado a salir con repetidor de la clase. Como le ponga la mano encima a tu niña lo lleva claro, el pollo.

Hasta los cojones te tienen. Tu jefe, que es un gilipollas. Y Paco, el del taller, que te está amargando la vida porque no sabe hacer bien su trabajo y después te comes tú todos los marrones. Y tu cuñada, que no para de ir a llorarle a tu mujer por culpa de su marido, que es otro gilipollas. Y tu suegra, siempre dando por saco y metiéndose en lo que no le importa. Y tú, trabajando sin que nadie te lo agradezca, que cuanto más les das, más quieren. Sin parar, sin dormir, que te metes en la cama y te dan las tres de la mañana con los ojos como platos haciendo números. Definitivamente, te mereces un momento de descanso. Si es que has tenido muy mala suerte en esta vida. Con lo que tú vales.       

miércoles, 29 de mayo de 2019

EL PORVENIR

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 28 DE MAYO DE 2019
Lo más indómito que he hecho en mi vida fue quedarme a dormir en Tabarca sin haberlo planeado. El día, uno de esos de anuncio de cervezas, se nos había hecho corto, así que decidimos alargarlo convirtiéndolo en uno de esos de anuncio de ron. Y allí nos quedamos: sin muda, sin maquillaje y sin secador, pero en un hotel, claro, que una no ha dormido nunca al raso y no es cuestión de empezar a hacerlo cuando ya tiene las vértebras caducadas. 
Más que sentir la llamada de lo salvaje, aquel día sentimos la llamada de hacer que lo bueno no se acabara, de que las conversaciones, hechas íntimas, o locas, o sinceras, o pedantes por el alcohol y la playa, siguieran hasta que cerrara el único bar que había en la isla. P., incluso, nos leyó las cartas. Y acertó. Tal cual. Después de aquello, y viendo que P. reinaba sobre el futuro, jamás le volvimos a decir que nos las echara. Pero seguro que, más de uno, y si hubiera tenido ocasión, le hubiera preguntado a P. sobre el porvenir. Sobre la salud, el dinero o el amor. O sobre los resultados electorales del domingo, que lo mismo tiene. Para ir preparándose para lo peor o para lo mejor, que no sé que estado requiere mayor prevención, si asumir el fracaso de una debacle o soportar la responsabilidad de tener en tus manos una ciudad entera, un pueblo, una región. Yo, que no sé qué hacer con mi vida los días pares, no me quiero ni imaginar dirigiendo las vidas de los demás hasta en los años bisiestos, tomando decisiones que afectan a tanta gente, creyendo que mi criterio es el bueno y, por tanto, el único. Tampoco sé si eso es valentía, soberbia, osadía, temeridad o supervivencia. O simple y pura política. 
Lo curioso es que, tras estas elecciones y una vez conocido el futuro pasado, en algunos casos nos siguen haciendo falta videntes para saber quiénes van a ser los que nos gobiernen. Menos mal que están los pactómetros, que son el nuevo tarot: 8.000 tiene Ferreras a disposición de escépticos y creyentes. Aunque, puestos a que te adivinen el porvenir, casi prefiero al maestro Joao leyendo culos en "Supervivientes". Con el mío, iba a tener más lectura que con la Enciclopedia Británica. Con los treinta y dos tomos. Y con celulitis.

miércoles, 22 de mayo de 2019

CAFÉ FRÍO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 21 D EMAYO DE 2019

Una nunca ha visto las cosas que había que ver en el momento en el que había que verlas porque siempre ha ido al rebufo de los grandes fenómenos mediáticos. De joven, por esnobismo; de mayor, por pereza. Total, que por tonta o por vaga, he acabado sufriendo más spoilers que caídas de la bicicleta. Pero nunca me ha importado (lo de los spoilers, digo, que las rodillas las tengo lleneticas de cicatrices) porque lo que cuenta no es el final, sino la historia. Y porque podemos sortear la conclusión de una serie, de una película o de un libro, pero el final gordo, el definitivo, no podemos evitarlo, que la vida viene con spoiler incluido. Y sin más temporadas.

Conociendo de antemano el desenlace, lo interesante de la historia son sus puntos de giro inesperados: cuando ya has conseguido domar a los demonios y a los fantasmas, y comienzas a vivir en un estado fluido y semilíquido en el que tu máximo drama es que tu frutero de confianza haya cerrado el puesto, viene eso (el destino, la fatalidad, un gancho de izquierda, lo que sea) y te lo pone todo patas arriba. Y eso, el lo que sea, siempre llega sin avisar una tarde perezosa en la que te acabas de preparar un café, convirtiendo la tarde perezosa en una tarde trágica, o atribulada, o urgente, o inconsolable. Por eso hace ya años que te tomas el café rápidamente, casi sin remover y mirando por encima de la taza, porque sabes que en cualquier momento te puede venir un lo que sea por detrás que haga que el café se te quede frío, a medio beber, sobre la mesa de los periódicos. Pero también sabes (y esa es la única sabiduría que nos da la edad, junto con que las cremas reductoras no funcionan, que el día que te toca ir a la peluquería te levantas con el pelo genial y que no hay que lamer nunca el cuchillo de la carne) que el gancho de izquierda te puede dejar tambaleándote, o sonado, o tirarte de bruces contra el suelo, pero que lo vas a aguantar porque ya has pasado por ahí otras veces. Lo mismo sucede con Eurovisión: sabemos de sobra que vamos a quedar entre los últimos puestos, pero nos tragamos el festival enterico. Por si algún día ganamos.  

miércoles, 15 de mayo de 2019

UN MOMENTO DE DESCANSO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 14 DE MAYO DE 2019

Estamos todas muy contentas. Las mortalas, digo. Las humanas, especifico. Total, porque hemos visto a Isabel Preysler en el AVE con la boca abierta, el hilillo de baba colgando y la cabeza apoyada en la ventanilla. Parece que nos contentamos con poco, pero es que es más fácil toparse de morros con el Yeti que pillar a Preysler en un renuncio, que Preysler siempre aparece preparada, lista, presta. ¿Para qué? Pues para cualquier cosa que implique dinero y lujerío: ir a la fiesta en casa del embajador, asistir a la inauguración de un restaurante postinero, comprarse unos pendientes de diamantes en la joyería Rabat o lucir un vestido de noche. Por eso, encontrársela dando una cabezada la humaniza, la convierte en una de las nuestras. O en algo parecido.

Preysler se hizo carne (poca, que está escuálida la tía), habitó entre nosotros y nos dieron ganas de echarle una mantita por encima. De vicuña, eso sí. Preysler frita nos ha demostrado que los ricos también roncan. Y que todos necesitamos un momento de descanso. Aflojar el rictus y el cinturón, quitarnos los zapatos, cerrar los ojos, parar, abandonarnos, derrumbarnos, rendirnos. A veces, la única manera de sobrevivir a un día completo es morirse un poco a la mitad. Resucitas y ves que nada ha cambiado; te quitas las legañas y vuelves a la lucha o a la desidia, a una agenda apretada o a pensar en qué ocupar el tiempo que te queda hasta que llegue la noche y te derrumbes de nuevo. Pero, a diferencia del sueño nocturno, que tantas veces se nos resiste, el sueño durante el día es un sueño no buscado, es un sueño inevitable, que te asalta en el asiento del tren o en el sofá de tu casa, un sueño vertical, dulce y ligero, superficial, interrumpido de forma abrupta por los avisos de próxima estación o por el cambio de canal en la televisión. Es un quedarse traspuesto intermitentemente.

Pero esto de Preysler es un espejismo: Preysler abrirá un ojo, se atusará un poquito el pelo, se arreglará los faldones de la camisa y estará, de nuevo, tan pichi. Bajará del tren como una semidiosa, volverá a su cielo alicatado hasta el techo por azulejos de Porcelanosa, y ni siquiera tendrá la boca patosa. El resto de las mortalas, en cambio, nos despertamos como si viniéramos de las trincheras. Así nos va.



miércoles, 8 de mayo de 2019

PITITA

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 7 DE MAYO DE 2019

Lo que es la vida. O, mejor dicho, lo que es la muerte: había empezado esta columna tecleando sobre la foto que le han hecho a Isabel Preysler traspuesta en el tren cuando me he enterado del fallecimiento de Pitita. Y, en el mundo de las señoras requetebién, todavía hay clases, que cuando Preysler apareció, Pitita ya estaba allí. Así que paren las rotativas.

Pitita era tan conocida que no necesitaba apellidos, ni siquiera nombre, ante el asombro de José María Pemán ("¿Por qué te llaman Pitita si tu nombre es Esperanza que es palabra tan bonita?", le dijo). Pitita lo mismo aparecía en una película de Fellini, que era amiga de Imelda Marcos, que coincidía con Isabel II en casa del maharajá de Jaipur, que veía a la Virgen. También es verdad que esto último pudiera deberse a una intoxicación por clorofluorocarbonos, que para eso era presidenta honorífica del LACA, la Liga de Amantes del Cardado Atómico. Porque Pitita elevó al cardado a los altares, lo hizo bandera y seña de identidad, lo convirtió en el peinado indispensable de las señoras requetebién. Y ser una señora requetebién no es sólo una estética, sino también una ética: es mantener el cardado intacto ante cualquier situación, es un vive y deja vivir, es ser capaz de no sorprenderte por nada aunque tus cejas permanentemente enarcadas y pintadas con un lápiz marrón digan lo contrario: ante la frustración de Warhol, Pitita ni siquiera se inmutó cuando fue a entrevistarlo y el artista la recibió con todos los muebles, adornos y lámparas de la habitación del hotel tirados por el suelo, una puesta en escena que había preparado para epatarla. Pero Pitita estaba acostumbrada a todo, y todo lo contemplaba desde la distancia porque nada la turbaba ni nada la espantaba. 

Era esa aparente y loca duplicidad entre lo místico y lo mundano la que le permitía montar fiestas de traca y rezar la misma noche antes de acostarte, la que la habilitaba para dar titulares más grandes que las perlas de sus collares y para decir lo que se le pasara por la cabeza con el único filtro de la buena educación: Pitita era capaz de anunciarla llegada del Apocalipsis mientras te invitaba a un té con pastas sin que se le moviera un pelo. Yo hoy, en su honor, me lo voy a cardar. Aunque me cargue media capa de ozono.




lunes, 6 de mayo de 2019

TAN LEJOS, TAN CERCA

PUBLICADO EL 3 DE MAYO EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
Si abril es el mes más cruel, que ya lo escribió T. S. Eliot, mayo no se queda corto. Y no sólo porque la llegada de la luz nos provoque una inesperada ansiedad por vivir, que también, sino por algo tan prosaico como tener que aguantar unas nuevas elecciones. Y así estamos. Que Dios, los ansiolíticos y los antihistamínicos nos asistan. 
En estos días de sol y alergias hemos pasado de lo nacional a lo local en una suerte de método deductivo que, en teoría, incluye las conclusiones en las premisas. Y digo en teoría porque, en la práctica, hasta el día 26 no sabremos si las conclusiones extraídas de las generales se extenderán al ámbito autonómico y municipal. Tampoco lo saben ellos, los candidatos que se presentan a estas nuevas elecciones y que ahora tienen una oportunidad para recuperar las asignaturas suspendidas en abril o para subir la nota final, según el caso.
Pero la diferencia entre los comicios pasados y los que están por venir es que, en esta ocasión, conocemos a muchos de los políticos que se juegan el puesto. Tanto que algunos se presentan en las listas con su apodo, como el Kichi (ya sólo nos faltan el Chuli, el Pai y el Cabra); tanto que te los puedes encontrar echándose un café al coleto en el bar de abajo, recogiendo a los críos en el colegio o comprando el pan. Los reconoces porque van con la ojera colgando, la prisa en el cuerpo y la incertidumbre en el gesto, desfondados antes de empezar, fatigados por una agenda extenuante donde todo está medido, desde el tiempo para comprarse unos zapatos nuevos hasta la visita a la peluquería, que cómo una se va a poner a hacer campaña con estas canas, hija. Y es entonces, en la cercanía, cuando resulta casi imposible no empatizar con ellos, que lo que ha unido el Farmatint no lo separa la política. 
Lo que no sé es si este movimiento constante y esta pulsión por llenar el calendario no serán una forma de evitar la reflexión; no sé si ese agotamiento perpetuo que les hace llegar exhaustos a la cama es la única manera de impedir que se planteen si hacen la política que quieren o la política que les dejan hacer, si mantienen aún firmes los ideales que les llevaron al servicio público, si una vez ganado su puesto serán capaces de desempeñarlo de la mejor forma posible o sufrirán el síndrome del impostor. Y esto último no sólo es válido para los políticos en general, sino también para alguna que otra columnista en particular: aún me pregunto cómo me han dejado escribir durante estas semanas a todo lo que da la mata y compartiendo espacio con Olga Agüero y Rosa Belmonte. Cualquier día de estos, me pillan. Mientras tanto, que ustedes lo voten bien. Otra vez. 

miércoles, 1 de mayo de 2019

VIVA HONDURAS

PUBLICADO EL MARTES 30 DE ABRIL EN LA VERDAD

Acabáramos: llevo tal lío entre las elecciones y "Supervivientes", que creo que el domingo voté por Pantoja al Congreso. La culpa no es de servidora, que conste, sino de la coincidencia en el tiempo de dos episodios nacionales de enorme trascendencia: las elecciones generales y el regreso de Pantoja a su cadena enemiga. Y quieren ustedes que yo esté mejor de lo mío. Pues así no hay manera. 

La vuelta de Pantoja a Telecinco es un hecho con precedentes: tras las Guerras del Tomate, Isabel firmó la paz con la cadena cuando fue a recoger a su hijo Kiko a "Supervivientes". Aquella noche, Vasile le envió un ramo ramo de rosas rojas con una nota que decía "Por fin", y aquel ramo le asfaltó el camino hasta llegar a presentar las campanadas con Jorge Javier VázquezLa tregua duró años pero, desafortunadamente, tras la salida de la cárcel ocurrió el "Sisigate", y se desencadenó una guerra infinita entre Pantoja y Jorge Javier. Sin embargo, como no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista ni milagro que la chequera de San Paolo no consiga, el jueves pasado las dos divas volvieron a hablar conexión vía satélite mediante. Y aquí paz y después gloria. 

Y si este reencuentro fue grande, el de Pantoja y Chelo García Cortés fue apoteósico. Tras cinco años sin hablarse, Isabel y la periodista se abrazaron. Y aquello fue como ver caer el muro de Berlín. Fue Historia de España. Con mayúsculas. Si están ustedes opositando y no lo vieron, mal hecho, porque va a ser pregunta obligada de examen, ya se estén preparando para registrador de la propiedad o para policía local, a saber: Los Pactos de Cayos Cochinos. Antecedentes, origen del distanciamiento, la firma del tratado, consecuencias. Están tardando en ponerse a estudiar.

Lo de Pantoja en "Supervivientes", pactos de estado aparte, es la mejor y más loca campaña para ganarse al respetable que hemos visto jamás. Tras blanquear capitales, ahora Pantoja va a blanquear su imagen pública, que no su pelo (el único privilegio que ha pedido es que le dejen llevarse el Farmatint a la isla para poder teñirse las canas). Y en ello está: para conseguirlo, Pantoja no ha dudado ni en tirarse al barro ni en tirarse al cuello de algunos de sus compañeros, mirada laxante incluida. La mirada les va a venir de perlas, por aquello de los problemas de estreñimiento. Y que viva Honduras.  



PUESTA EN ESCENA

PUBLICADO EL 30 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO

Un día curioso el de las generales. Uno iba a votar y se podía encontrar a Loquillo de presidente de una mesa electoral, a Paco León como vocal, a Leticia Dolera llorando o a Penélope Cruz votando con las gafas puestas. También fue curiosa la noche, que ver a un político admitir la derrota de su partido no es habitual. "El resultado ha sido muy malo", dijo Pablo Casado. Y fue un buen comienzo hasta que, de repente, empezó a echar la culpa a la fragmentación del voto y a no sé qué cosas de la Semana Santa; a todo menos al viraje de su partido hacia posiciones extremas. "El neoaznarismo ha hecho retroceder al PP al preaznarismo", sentenciaba Maruja Torres en Twitter. Mientras,Teodoro García Egea parecía que se había tragado el hueso de la aceituna. De fondo, el silencio atronador en la calle Génova. Qué solos se quedan los perdedores. 
Pablo Iglesias, por su parte, tampoco aceptó del todo el enorme descalabro de Podemos, e intentó salvar los muebles subrayando que el objetivo propuesto era entrar a formar gobierno con el PSOEDefinitivamente, el único que admitió anoche una derrota sin paliativos fue Zidane"Pido perdón por jugar así", dijo tras el desastre del Madrid. Pues eso.
En el lado contrario, Ortega Smith calentaba al personal abriendo boca con un  "Compatriotas, la resistencia ya está dentro del Congreso". Y me vino a la cabeza David Broncano paseándose por los escaños y preguntándole a los diputados aquello de cuánto dinero tienes y cuánto has follado en el último mes. Más que entrar la resistencia, con Vox ha entrado en el Congreso la imagen de "La escopeta nacional", igual que con Podemos entraron en su momento las camisetas con mensajes y las rastas, ante el horror de Celia Villalobos y su miedo a los piojos. Las grescas estéticas y verbales entre Rufián y Abascal van a ser legendarias en esta legislatura.
¿Y Albert Rivera? Pues autoerigiéndose como líder de la oposición. Qué diferencia de puesta en escena: si Casado, Suárez Illana y García Egea, con sus trajes oscurísimos, parecían enterradores, Rivera y los suyos eran todo energía, alegría, color y vamos, ciudadanos. Sí, pero ¿adónde? ¿A ocupar el lugar del PP o a pactar con el PSOE? Porque si hay alguien que tenga la sartén por el mango ahora mismo es Pedro Sánchez, el tronista cuarentón que puede decidirse entre varios pretendientes. "¡Con Rivera no!", le gritaban los suyos, como cuando tu madre tuerce el morro porque no le gusta tu novio. Pero a Sánchez le da igual, que hará lo que le salga de la peineta. A lo mejor sí tiene razón Casado y el "quid" de la cuestión ha estado en la Semana Santa, porque Sánchez ha vuelto a resucitar. Una vez más.

SALTO AL VACÍO

PUBLICADO EL 27 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO

Hoy es el día. El de la calma que precede a la tormenta. El día en el que ya está todo el pescado vendido, en el que no se puede hacer nada más, tan sólo sentarse a esperar consumido por la impaciencia. Una espera dedicada a que los votantes, supuestamente, reflexionen, y a que los políticos, también supuestamente, vuelvan a su vida doméstica: durante los últimos meses, su cotidianidad no ha sido desparramarse en el sofá para ver una película, jugar con sus hijos o barrer las migas del suelo después de comer, sino hacer cosas rarísimas a la vista de todo el mundo. Pero ellos se sienten cómodos en esa anormalidad donde los entregados a la causa corean su nombre, les palmean la espalda y los reciben como si fueran estrellas del rock. Por eso, cuando vuelven a casa por unas horas y salen a pasear por el barrio enfundados en unos vaqueros viejos y una americana informal, intentan fingir normalidad. Y eso es algo que sólo le sale bien a Resines.
Porque nada en esta campaña, crispada y llena de "performances" absurdas, ha sido normal; la sobreactuación, la exageración y la caricatura habituales en estos tiempos extraños han formado un combo que nos ha dado memes, titulares y, sobre todo, mucha vergüenza ajena: tránsfugas de último minuto, listas de candidatos hechas por un director de casting loquísimo, hombres que preguntaban a los robots a quién iban a votar sus amigos, atriles convertidos en puestos callejeros de tres bragas a dos euros, líos en el PACMA que han desconcertado a veganos y gatetes, señores que esgrimen con pasión la misma Constitución que despreciaban hace unos pocos años y artistas que "prefieren el vértigo de los patriotas y reaccionarios" para desdecirse al día siguiente. Puestos a que los excesos te dejen frito el cerebro y a epatar al respetable, mejor acudir al original. "Que Franco resucite, salga vivo y sea nuestro caudillo", declaraba Fabio McNamara. Delirio total o tanto cuerpo para tan poca cabeza, la misma que hace falta para pensar. Y es que, en esta pausa obligada para el café, los que menos van a reflexionar son los que más lo necesitan, los que más gritan, los revanchistas, los imperativos, los que votan con las vísceras, los que escupen frases con tanto asco como si se hubieran encontrado un pelo en la sopa. Así que, si ellos no reflexionan, tendremos que hacerlo los demás y votar en consecuencia. También dijo Pantoja que no había ceros suficientes en Mediaset para que ella se sentara. Y no sólo se ha sentado, sino que ha saltado de un helicóptero y se ha tirado al barro, literal y metafóricamente. A ver si, con tanta tontería, vamos a acabar nosotros saltando al vacío. Avisados estamos.  

miércoles, 24 de abril de 2019

LENTEJAS Y GAMBAS

PUBLICADO EL 24 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
En el fondo me dan pena. Los políticos. digo. Los candidatos, especifico. Todo el día arrastrándose por este nuestro país, que si una ardilla podía cruzar España de árbol en árbol, los políticos la pueden cruzar de mitin en mitin. "Vivo en la carretera", cantaba Miguel Ríos. Se nos han hecho adictos a la gasolina y a pasar la campaña dentro de un mundo en el que dormir es de cobardes, en el que los caterings empiezan a resultarles intragables hasta a las canaperas profesionales, en el que una corte de supernannys les proporciona un Almax con la misma diligencia con la que aparecen con un rollo de papel higiénico en el momento oportuno, les preparan los gráficos que blandirán en el debate o les recuerdan que hoy es el cumpleaños de su hijo pequeño. Mientras ellos, con la corbata aflojada, se preparan los asuntos a debatir subrayando en fosforito, haciéndose esquemas, contestando a las preguntas trampa de su equipo de asesores, controlando los tiempos de las respuestas. Y, cuando nadie les ve, se ajustan de nuevo la corbata, se ponen delante del espejo del cuarto de baño y ensayan la mirada azul de "Zoolander", que hay que epatar al personal.
Estos dos debates, uno detrás de otro, nos han devuelto a la infancia. Pero no a los tiempos felices, sino a los de la angustia, a cuando éramos chavales y nos colocaban un día un control de Matemáticas  y, al siguiente, uno de Física, y nos encomendábamos a Santa Marie Curie de Todas las Radiaciones para poder salir del paso. Por eso no me extrañan los nervios de los candidatos, su acelere, su desasosiego. No me extraña que aparezcan con el ceño ceñido, que me dijo el otro día C. Y los entiendo perfectamente, no crean: todavía tengo pesadillas con que voy al colegio y hay examen sorpresa. 
Hoy, al fin, los candidatos estarán descansando. Un poco, al menos, libres de soportar la presión de todos los ojos de un país puestos en ellos durante dos días. Se han desabrochado la chaqueta y han estirado las piernas en el asiento de atrás. Pero si bien ya ha pasado la ansiedad del día antes, el día después les asalta la preocupación por los resultados. Miran las portadas de los periódicos como el que mira las listas de las notas para saber si ha aprobado o suspendido, se flagelan en privado por una contestación mal dada, por un minuto de oro cursi, por un gesto que no pudieron controlar, por un dato que se les escapó, por un silencio atronador, y se consuelan en público gracias a la palmada en la espalda y al "¡qué bien lo has hecho, tío!" Porque sólo han debatido tíos. Tíos que se pasan la vida comiendo gambas por ahí fuera para poder llevar un plato de lentejas a casa. Pobreticos. 

ANIMAL DE COMPAÑÍA

PUBLICADO EL MARTES 23 DE ABRIL EN LA VERDAD

Leo todas las noches de mi vida. Leo las noches largas, las de sueño intermitente, las de ojos como platos, las amenazadas por la alarma del móvil. Leo hasta las noches que llego malamente. Y leo novela, siempre novela: el ensayo y los periódicos son para la luz del día, la que entra por la ventana e ilumina la realidad resaltando sus aristas y haciéndola, aún, más inclemente; la ficción, en cambio, requiere un resplandor tenue, el suficiente para alumbrar las vidas de otros. Y así, cuando las suyas se empiezan a mezclar con la mía y las líneas comienzan a difuminarse, cierro los ojos. Por eso tengo los libros en la mesilla de noche como el que tiene a mano el Orfidal o el vaso de agua, porque leo por necesidad, porque leer es la única forma de hacer posible la transición de mi vida al sueño. 

Entre el flexo y la lima de uñas se han formado tres torres inclinadas; en precario equilibrio, y unas sobre otras, se amontonan las historias, las leídas y por leer, las hermosas y las tristes, las que nos permiten mirar por el ojo de la cerradura las vidas ajenas y las que diseccionan la propia, las que hubiera querido vivir y las que hubiera querido escribir, aunque no tenga coraje para lo primero ni talento para lo segundo. Y ahí están, preparadas para ser engullidas de forma compulsiva, impaciente,como quien se pega una tripotera de hamburguesas: envidio a los lectores que son capaces de citar párrafos enteros, que retienen los nombres de los personajes, que recuerdan los giros de la trama, que analizan la estructura de la novela, que saborean cada adjetivo; los lectores gourmets. Yo no, yo devoro los libros con la misma ansiedad con la que me meto un cuarto de libra con queso entre pecho y espalda. Con nuggets y patatas fritas, a ser posible. Pero leer, al fin y al cabo, tiene menos calorías; lo único que te puede engordar es el cerebro. Y tampoco:los que aceptamos libro como animal de compañía no somos más listos que los que no leen. Sólo tenemos más suerte, la de poder volver a los libros donde fuimos felices y la de abrir libros nuevos donde también lo seremos; la suerte de haber encontrado un refugio donde guarecernos para pasar la noche. Feliz Día del Libro. 

LA ESPAÑA DE LOS CORAZONES

PUBLICADO EL 21 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
Según su presentador Carlos Sobera, "First Dates" es una programa donde la gente va a encontrar el amor. El amor y las faltas de ortografía: uno de los participantes le dejó a su cita una nota en la que se definía como "onesto" y "actibo". Otro, con todo el atrevimiento que te proporcionan la ignorancia y el ceporrismo, le dijo a la chica con la que cenaba que "echar p'a fuera es con h". Amárrame los pavos, que dice la Belmonte. Y amárrame a mí, que les doy con el diccionario en la cabeza. En "First Dates" te rompen los ojos, los oídos y, a veces, hasta el corazón: un pavo al que le sobraban tantos kilos como morro se negó a quedar por segunda vez con su cita porque buscaba "una relación físicamente fitness". La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. Hay que ser imbécil. 
Posiblemente ocurran estas cosas porque vivimos en unos días extraños y panfletarios donde no hay que buscar el corazón en los programas de televisión, sino en los programas de los partidos políticos: ahí está el corazón del PSOE, separado por una barra lateral de las siglas del partido; el del PP, con la gaviota reconvertida en un corazón partío rojigualda; el multicolor de Unidas Podemos, con el rojo de IU, el verde de Equo y el lila de Podemos; el de Ciudadanos, formado por la bandera de España, la de Europa y la de Cataluña. Paz y amor, hermanos. Y, por si no hubiera ya suficiente azúcar como para provocarle un coma diabético a la mitad de la población, la España de los corazones se aliña con vídeos en los que amigos, compañeros y familiares del candidato loan sus virtudes y cantan sus hazañas; hagiografías de dos minutos que apelan directamente a que los votantes empaticemos con el político de turno, intentando convertirlo en el tipo con el que nos iríamos a tomar una caña o al que le compraríamos un coche de segunda mano. Tíos que no tienen abuela, pero que son capaces de contratar a la de la fabada para que aparezca en campaña echándoles piropos.
Mientras tanto, detrás de todo este "flower power" y de todo este buen rollismo, hay un ruido de fondo de acusaciones mutuas, de insultos de barra de bar a las cuatro de la mañana, de eso no me lo dices tú a mí en la calle y de toíto te lo consiento menos faltarle a mi mare. Definitivamente, en estas elecciones nos lo han puesto en bandeja para que votemos con las vísceras. Con el corazón o con las gónadas, según se mire: en el Ayuntamiento de Málaga, y en una moción que iba destinada a la Comisión de Economía, a los de Ciudadanos se les coló la frase "para tocar los cojones". Nos está quedando un país muy de casquería fina, a elegir entre corazón de ternera o criadillas de cordero. Que aproveche.

DEBATE, QUE ALGO QUEDA

PUBLICADO EL 18 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
Debates a mí. A mí, madre de un hijo adolescente. A mí, que vivo en una discusión permanente: que si a qué hora llegas a casa, que si dónde vas con esos pelos, que si te metas en la ducha que hueles a perro muerto, que si no puedes cenar pizza todas las noches. Y así todo el día, que no hay orden que no sea contraargumentada hasta la saciedad, que no hay cuestión que no se convierta en una lucha entre la minoría oprimida y el heteromatriarcado. Pero el debate más bronco, el de trazo más grueso, el que saca lo peor de cada una de las partes contendientes es el que surge cuando se trata de limpiar la habitación del heredero, lugar que está a punto de ser declarado espacio natural protegido por la UNESCO porque los calcetines sucios tirados por el suelo han creado un microclima donde han comenzado a desarrollarse especies aún no conocidas por el hombre: yo, abogando por la necesidad de una intervención armada de escoba y fregona; él, alegando que su cuarto es un estado independiente, que lo tiene como le da la gana y que para qué va a hacer la cama si la va a deshacer al acostarse. Acabáramos. Después de esto, que te convalida por un curso de Debate y Retórica, me siento preparada para bregar con los partidos mayoritarios, con los minoritarios y hasta con los independentistas.  
Lo cierto es que, visto lo visto, a los españoles nos encanta debatir. A todos menos a Vox: según confiesan en privado a través del envío de un mensaje de WhatsApp al grupo equivocado, les ha venido estupendamente que la Junta Electoral Central haya impedido su participación en el debate a cinco. En público, eso sí, se mesan los cabellos y se parten la camisa de pecho lobo, que no hay que perder oportunidad para victimizarse; mira tú por dónde, otra minoría oprimida, como mi heredero. Mientras tanto, Sánchez ha aprovechado para negarse a acudir al debate de Atresmedia y decir sí al organizado por TVE. O, lo que es lo mismo, que no me gusta ese bar, que prefiero el mío de toda la vida, que el camarero ya me conoce y me pone la media tostada con tomate nada más verme entrar por la puerta. Total, tanto lío para, al final, reafirmar a los que ya vienen votados de casa y no sacarnos de dudas a los demás, que lo único que nos sacan es de quicio. Puestos a debatir sin fuste sobre cosas serias, deberíamos discutir acerca de si es mejor "Rocky" o "Yo hice a Roque III", si la interpretación de Burgess Meredith supera a la de Fernando Esteso, si mola más ver a Sylvester Stallone subiendo las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia que a Andrés Pajares saltando a la comba mientras canta "El cocherito leré". Eso sí que es un debate. De altura. 


miércoles, 17 de abril de 2019

ASIGNATURA PENDIENTE

PUBLICADO EL 16 DE ABRIL EN LA VERDAD

Si para Groucho Marx la felicidad estaba hecha de pequeñas cosas (ya saben, unpequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...), para servidora, también: un pequeño aperitivo, una pequeña siesta, una pequeña aparición de Pantoja en la casa de GH Dúo. Y, así, alimentada por estos pequeños placeres cotidianos, una puede resistir hasta la llegada del invierno. 

Mi heredero y yo vimos cómo se reencontraban Kiko Rivera, el Artista Anteriormente Conocido Como Paquirrín, e Isabel Pantoja: ellos, abrazados en medio del salón, nosotros, abrazados en el sofá, que Isabel y yo somos estrellas pero, ante todo, madres. Y que los momentos históricos unen a las familias. Y que han de aprovecharse esas oportunidades para enseñar al que no sabe: entre conexión con la casa y conexión con el plató, le di a mi pobre hijo un curso magistral de Pantojismo Ilustrado que no se lo salta un torero. El heredero aprendió Cine y Literatura al conocer que Orson Welles y Hemingway eran amigos de Antonio Ordóñez, Psicología Social al saber de los líos entre Paquirri, Carmina, Lolita e Isabel, Biología al enterarse de que Fran, Cayetano y Kiko eran hermanos (aquí el crío, que es muy espabilado, puso en duda la Leyes de Mendel), Periodismo Comparado con el asunto de Encarna Sánchez y Mila Ximénez, e Historia de las Monarquías Europeas cuando supo cómo entroncaron la aristocracia de las sevillanas y la familia real de la copla a través de la relación de Isabel Pantoja con María del Monte, tía de Antonio Tejado, padre del primer hijo de Chayo Mohedano, hija de Amador Mohedano, hermano de Rocío Jurado. Igual que cuando la princesa Josefina Carlota de Bélgica se casó con el Gran Duque de Luxemburgo. Lo mismico.

Para rematar esta primavera loca, Pantoja va a entrar en "Supervivientes". Y eso no es cosa menor, o dicho de otra manera, es cosa mayor. Como dice la madre de Paz Padilla, San Basilio (por Paolo Vasile) es maravilloso. A él me encomiendo, a él le doy gracias todos los días por permitirnos ver a Pantoja tirándose en helicóptero, a Pantoja pescando, a Pantoja en bañador, a Pantoja diciendo "los cocos hacia mi persona", a Pantoja creciéndole la barba. Con esto y con unas cajas de Estrella de Levante, no es que sobreviva yo hasta el invierno, es que llego a la boda del nieto de Isabel con la Infanta Sofía. Al tiempo.

ÁBRETE DE OREJAS

PUBLICADO EL 15 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
En Madrid, change.org instaló hace unos días una oreja gigante en la calle para que los ciudadanos pudieran trasladar sus peticiones a los candidatos de las elecciones generales. En Madrid, como no hay playa, vaya, vaya, son mucho de hacer performances, que vas paseando tan ricamente por el centro, decidiendo entre el Prado o el Reina Sofía, entre un hindú o un asturiano, entre "El Rey León" o "Billy Elliot", y te encuentras de sopetón con una oreja de dos metros de alto a la que le van cambiando el cartel, convirtiéndola en la oreja de Pablo Casado, en la de Pedro Sánchez, en la de Albert Rivera o en la de Pablo Iglesias. Y una se pregunta si está en la capital de España o en Orejilla del Sordete.
En la instalación de change.org, los mensajes de los ciudadanos a los políticos quedaron grabados para hacérselos llegar. La performance demuestra el optimismo de este país: aún pensamos que los políticos nos van a escuchar. Que se van a abrir de orejas. Que van a aguantar nuestra turra lo mismo que aguantamos nosotros la suya. Y la de ellos, en esta campaña, está siendo antológica: Rosa Belmonte recopiló ayer unas cuantas perlas en esta sección, demostrando el esfuerzo denodado de los políticos "en quedar como zopencos". Añado una más: Casado diciendo que "los populares somos los que mejor defendemos el medio rural porque venimos de allí". Mira tú por dónde: otro que se ha creído que Génova 13 no está en Madrid, sino en el pueblo de Doña Rogelia.  
Mientras tanto, y según el CIS, hay más de un 40% de indecisos: cuatro de cada diez votantes permanecen con las orejas abiertas para ver si escuchan algo que los pueda convencer, conformando un electorado común por el que luchar a muerte, a espada láser o a cuchillo jamonero. Con estos números, el desparrame de final de campaña va a ser de aúpa: comida de oreja mortal y mensajes epidérmicos directos al corazón, al hígado o al bolsillo. Así están los candidatos, más sobreactuados que Aurora Bautista: contaba Diego Galán que, cuando Luis Escobar la dirigió en "Yerma", la vio comenzar la obra de una forma tan exagerada que le soltó "Aurorita, guapa, cálmate, que aún no ha pasado nada“. Pues eso: que se calmen, que aún no ha pasado nada. Pero no nos caerá la breva, porque todavía tienen que convencer a los no convencidos, reafirmar a los suyos y movilizar al electorado. "Nos motivan las encuestas, pero las urnas se llenan con votos", dijo Pedro Sánchez en Tenerife. A mí me motivan más los torreznos, como a Paquitas Salas: un torrezno, un voto. Y los colegios electorales, llenos. Hasta que llegue ese día, no sé yo si voy a aguantar sin cortarme la oreja. A lo Van Gogh


HOY NO EMPIEZA TODO

PUBLICADO EL 12 DE ABRIL EN LOS DIARIOS DEL GRUPO VOCENTO
Hoy empieza la campaña electoral. Y escribir eso, tan solo pensarlo, es más tonto que creer que la primavera comenzó el 20 de marzo, porque empezó mucho antes, exactamente en el preciso momento en el que entramos en una tienda con el gorro y la bufanda y nos topamos con las camisetas de tirantes y los bikinis: ahí fue cuando se originó un agujero espacio temporal entre la estepa siberiana y el chiringuito playero. Y ahí fue cuando comenzó nuestro Vía Crucis de dieta y elecciones. 
Si hace semanas que la primavera se coló en las tiendas, hace aún más tiempo que la política entró en tromba en la televisión, en el sofá y hasta en la cama: miren que llevo años haciendo tríos con las mismas personas, a saber, mi santo y José Ramón de la Morena, pero hete aquí que, la otra noche, José Ramón se trajo a Pablo Iglesias. Y tanta novedad, pues como que no, que una es muy señora de provincias y muy conservadora para sus cosas de cintura para abajo y de oreja para arriba. Lo mismo me pasó a la hora de la siesta, al encontrarme con un debate entre Toni Cantó, Javier Maroto, María Jesús Montero y Noelia Vera. Mientras, Gabriel Rufián, Aitor Esteban y Jaume Alonso-Cuevillas estaban desterrados en la sala VIP esperando a intervenir, igual que cuando aparcan a Chelo en un cuartucho para que vea, vía monitor, cómo la despedazan sus compañeros. Y, animando el cotarro, Belén Esteban convertida en representante de los pensionistas. Aquello fue un crossover tan gordo entre "Sálvame" y "Todo es mentira" que pensé que Rufián iba a "Supervivientes" con la Pantoja. Para rematar, esta mañana he abierto una caja de cereales y me ha salido Santiago Abascal diciéndome que lo que tenía que tomar era café con leche y media de porras, que eso es lo que desayuna un buen español. Acabáramos. 
Antes de que comenzara la campaña electoral, nosotros estábamos ya hasta la urna. Pero ellos, los políticos, también. De tener que hacerse los colegas, los enrollados. De exhibir la mejor de sus sonrisas. De tocar el bajo con Pablo Motos y de llevar empanada de bonito a casa de Bertín. De abrazar a niños inocentes y a señoras cardadas, de las que todavía se echan plis, de las que te cogen los carrillos entre las manos para estamparte un beso y te dejan los morros en la cara y Maderas de Oriente en el traje. Mimadre alucinaba cuando alguien le decía que yo era una tía simpática: "Con la mala follá que tienes con tu familia, se ve que toda la gracia te la dejas para los de fuera", me decía. Llevaba razón. A estos habrá que verlos en su casa. Mientras tanto, los vemos en la nuestra. A todas horas. Hoy no empieza todo, sino que sigue. Agotaítos nos tienen. 

miércoles, 10 de abril de 2019

LOS OTROS

PUBLICADA EN LA VERDAD EL MARTES 9 DE ABRIL DE 2019
Veo la última de Tom Cruise un domingo por la tarde. Los domingos por la tarde son ya lo suficientemente deprimentes como para ponerte a ver algo que requiera un mínimo esfuerzo mental, que no está ni el cuerpo para farolillos ni la cabeza para Tarkovsky, por lo que servidora tira de películas de acción donde la amenaza de una hecatombe nuclear acaba antojándose mucho menor que la del lunes que comienza a adivinarse en el horizonte. El caso es que Cruise, adrenalínico perdido, reparte mandobles, corre, salta y escala durante dos horas con garbo y donaire, y una cree que sí, que sigue siendo eternamente joven. Pero llega un momento en el que el actor, al fin, deja de pegar perigallos y se queda quieto, de pie, apoyando el hombro izquierdo en una pared. Entonces, Cruise parece exactamente lo que es: un tío de Siracusa de cincuenta y siete años al que se le adivina la barriga debajo de la camisa azul. Una barriga incipiente, de embarazada de tres meses, que se convierte en aviso para navegantes, en el primer signo de madurez (tardía, muy tardía, también es verdad) y en la señal de que el americano comedor de hamburguesas que lleva dentro está intentando salir. A veces, someter al gordo interior es más difícil que impedir que explote una bomba de plutonio.  
Cuando somos nosotros mismos, somos otros: los que no queremos ver, los que no queremos que vean. Desnudos, sin defensa, sin faja, sin tacones, sin maquillaje y sin patada voladora que distraiga la atención, somos tal cual. Si voy a hacer una foto con el teléfono y la cámara está puesta en modo selfie, me veo y me asusto: yo no soy esa que yo me imagino, sino otra a la que el móvil retrata cruelmente. Y esa fotografía hecha sin avisar, más desalmada que un robado de Carmen Borrego en la playa, es la que capta a los políticos cuando les hacen una pregunta inesperada y les pillan con la guardia baja: a unos se les pone boquita de piñón, a otros cara de estreñido, a todos se les congela la sonrisa. Entonces, ellos parecen exactamente lo que son: unos tíos más perdidos que los propios ciudadanos a los que intentan convencer. Definitivamente, no podemos ser nosotros mismos. Y ellos, si quieren que les voten, tampoco. 

MÁS PAPISTA QUE EL PAPA

PUBLICADA EL MARTES 2 DE ABRIL DE 2019 EN LA VERDAD

Dejé de creer en Dios hace ya muchos años. No lo hice de un día para otro, de manera abrupta y repentina, ni a consecuencia de una crisis profunda y unamuniana, no; aquello acabó de forma lenta, paulatina, como el que se va desenamorando tras muchos años de matrimonio. Posiblemente, mi fe era tan frágil que, en cuanto los ritos cotidianos dejaron de ser obligatorios, comenzó a languidecer igual que una tarde de domingo. Pero aún así, me siguen quedando rastros de un tiempo en el que fui una niña seria, reconcentrada y católica: cada vez que necesito tomarme un respiro, entro en una iglesia y me recojo entre los muros gruesos, el silencio y el frío, y allí permanezco hasta que pasan las tormentas y los vientos. Y sí, claro, también me acuerdo de Santa Bárbara cuando truena. Incoherente que es una.  

Ahora, cuando he perdido la fe hasta en la cosmética coreana porque para solucionar lo de mi celulitis ya sólo cabe esperar milagros, creo en muy pocas cosas. En el primer café de la mañana, en las cañas de un mediodía, en el vino de una cena; en los libros, en las películas, en las canciones; en las macetas de mi patio, en algunas personas, en mi hijo; en el poder de las palabras, en el de los besos y en el de los abrazos chillaos. Y también creo en que el Papa cree en lo que cree. Y que sabe transmitirlo. Tampoco dijo nada que no hubiéramos oído antes: la doctrina social de la Iglesia sigue siendo la misma desde hace años, y no ha cambiado su posición con respecto a la homosexualidad o al aborto, que a veces se nos olvida que estamos hablando de la Iglesia Católica, con sus reglas y sus dogmas. Pero este Papa, al menos, pone el acento en la solidaridad, en la caridad, en el amor y en la comprensión, valores válidos para todo el mundo, ya sean creyentes, agnósticos, tronistas o viceversos. Y este Papa da entrevistas, se expone, habla, y sí, también se equivoca, porque en ese sentido no es infalible. En cambio, hay algún católico, más de pelo en pecho que de golpes en el mismo, que se presenta a las elecciones y aún no ha dado la cara; tan sólo se dedica a lanzar globos sonda para alterar al personal. Será que es más papista que el Papa. 

VIDAS DESNATADAS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 26 DE MARZO DE 2019

Los domingos por la noche me como a Dios por una pata. Tal cual. Cobijada en el sofá, tapada con una manta y viendo la vida de otros, me levanto cada diez minutos a atacar la despensa como una cerdaperra, o como una vacaburra, que los híbridos son de mucho jalar, y hago mezclas gastronómicas tan raras como las que hacen los niños en las bodas con los restos de bebida que quedan en las copas de los mayores: un poco de vino blanco, otro poco de cerveza, una chispa de café, un dedo de orujo de hierbas y cuatro sobres de azúcar, y a ver si eres valiente y lo pruebas, Fernandito, que de verdad que está buenísimo. 

Es el vértigo de la semana que comienza el que provoca un vacío interior que sólo se cura llenándolo de comida, como si las calorías, en lugar de ir a la cintura, fueran al espíritu: mientras no se demuestre lo contrario, un bocadillo de lomo consuela más que una ensalada verde, un trozo de bizcocho más que una pera, una cerveza más que un vaso de agua. A partir del lunes, los días vuelven a ser desnatados y desgrasados, inodoros e insípidos, sin sal ni aceite; vuelven a estar comprimidos en una agenda y planificados con escuadra y cartabón, que para conjurar el futuro todo ha de medirse, desde las horas de trabajo, que son muchas, hasta las de sueño, que son pocas, porque una es de la España que madruga y de la España que trasnocha, que las dos me hielan el corazón y me rompen los ciclos circadianos, y así voy, bostezante, muerta viviente, siempre ojerosa. Y luego está la vida. La que te sorprende y te descuadra la organización, la que hace que te dejes las anotaciones sin cumplir, la que no te avisa y te parte por la mitad, la que te mete un gancho de derecha aunque siempre vayas con la guardia alta, la que no podemos planear por mucho que queramos. Por eso, cuando viene lo bueno hay que celebrarlo, ya sea martes o sábado, ya venga en forma de noticia alegre, de sol inesperado o de encuentro fortuito y feliz. Y, a ser posible, debe de celebrarse con café, copa, puro y una sobremesa de tres horas, que nunca nadie ha celebrado nada con una pechuga a la plancha. Ni con una infusión de alcachofas.

lunes, 25 de marzo de 2019

AZUL

PUBLICADO EL MARTES 19 DE MARZO DE 2019 EN LA VERDAD

"¡Ay! Qué difícil es acertar con un hombre, ¿verdad?", me dice, en pleno ataque de sororidad, la dependienta de la planta de caballeros de El Corte Inglés al verme al borde del parraque revolviendo entre polos de colorines y camisas de rayas. "Han venido ya hoy varias señoras desesperadas, como usted". Acabáramos: el no saber qué regalarle a un tío al que ya se lo hemos regalado todo nos hermana más a las mujeres en la lucha contra el heteropatriarcado que la brecha salarial. Acto seguido, la dependienta intenta sacarme de mi padecimiento proponiéndome que le compre a mi santo un polo naranja. Naranja. Como si eso fuera un color posible para un hombre monocromo que se mueve en la gama de azules del Pantone. "En fin, tenía que intentarlo. Que haya suerte", me dice mientras dobla el polo.

Cambio de planta y voy a la de perfumes. A la media hora, y mareada por los olores a madera, a cedro y a limón salvaje del Caribe, estoy peor que si me hubiera fumado un porro, Amparo. Descarto las colonias junto con las corbatas, los calzoncillos y los calcetines, que esos son regalos de ir a visitar al abuelo a la residencia, y pruebo con las cajas de experiencias sensoriales. Cenas gourmets, masajes en balnearios, viajes en globo y conducción extrema. Para conducción extrema ya tiene bastante con ir conmigo de copiloto, y la única experiencia sensorial que realmente le apetece es ver cómo gana el Madrid, algo que aún no está en mi mano. En medio de mi agonía, empiezo a echar de menos que mi santo no sea como Don Pantunflo, un hombre filatélico, numismático y colombófilo al que poder regalarle un sello conmemorativo, una moneda de plata o una paloma mensajera, aunque tuviera que convertir la buhardilla en un palomar. Definitivamente, Doña Jaimita lo tenía más fácil que yo. 

Abatida, vuelvo a la planta de ropa de caballeros y le compro una camisa azul. Creo que ya tiene tres exactamente iguales, pero para qué vamos a poner en juego un matrimonio por tratar de innovar, que una empieza regalando un polo naranja y acaba en un local de intercambio de parejas: no abramos la puerta a lo desconocido. Mientras estoy en la cola para pagar, recibo una llamada de mi suegra. "Hazme un favor y cómprale algo a tu marido de mi parte", me dice. Me he echado a llorar.   

PANTOJISMO POLÍTICO

PUBLICADO EL MARTES 12 DE MARZO DE 2019 EN LA VERDAD

Hubo un tiempo en el que salías a comer con tus amigos un sábado y hablabas de lo tontos que están los críos, de las pocas esperanzas que tenías de ponerte bikini ese verano, del último libro que habías leído y de la serie que estabas viendo. Fueron años tranquilos en los que lo único que te llegaba por wasap eran felicitaciones de cumpleaños, invitaciones de comunión y memes que ya habías vito en Twitter. Ahora, no: ahora, en cuanto vas por la segunda cerveza, las conversaciones con los colegas se convierten en una suerte de debate político tenso y vociferante, de los de carajillo en la mano y palillo en la boca, mientras que por el móvil sólo recibes panfletos incendiarios destinados a ponerte de mala leche desde primera hora de la mañana. Estoy empezando a echar de menos al negro del wasap. 

Vivimos en un momento donde no hay espacio para los matices. Y una, que se ha manejado siempre en la gama cromática de los grises topo, de los azules oscuro casi negros y de los rosas palo, no sabe cómo moverse entre rojos chillones, azules eléctricos y naranjas fosforitos; una rueda cromática ácida y agresiva encaminada a encandilarte echando mano de los instintos primarios, los mismos instintos que te provocan ganas de salir a la calle con una lata de gasolina en una mano y un mechero en la otra, endevé la mierda de la Sole. Y esos son, precisamente, los días en los que hay que hacer ejercicios espirituales de democracia, en los que hay que intentar distinguir tus propios pensamientos del ruido de fondo que se ha generado interesadamente, como cuando el crío te vuelve loca pidiéndote un móvil, y joer, mamá, y que el mío está hecho polvo, y que necesito otro nuevo, y que lo necesito ya, y una tiene que aguantar la brasa a la hora de desayunar, de comer y de cenar, que estos niños son incansables. Pues eso: que estamos en un período de política adolescente, regido por las pulsiones, el griterío y la inmediatez del resultado, y no por la reflexión, el equilibrio y el diálogo. Y que estoy hasta la peineta. Del pantojismo político, digo. Del conmigo o contra mí. De la polarización política y social. Y de que intenten embutirme en un vestido que no me gusta dos tallas más pequeño. A punto estoy de que me revienten las costuras. 



EL LIBRO GORDO DE PEDRETE

PUBLICADO EL MARTES 26 DE FEBRERO DE 2019 EN LA VERDAD

Miren que me cuesta a mí escribir estas columnas: sangre, sudor, lágrimas, cinco cigarrillos y dos cafés, para ser exactos. Miren que yo escribo, y repaso, y borro, y vuelvo a borrar; total, para juntar 400 palabras de nada que mañana acabarán envolviendo media docena de huevos. Y para que, encima, me llegue un tío, con ese tumbao que tienen los guapos al caminar, y se plante un libro de más de 300 páginas. El libro gordo de Pedrete. En fin. 

Dice Stefan Zweig en sus memorias (y eso sí que son unas memorias) que “Toda forma de publicidad significa un estorbo en el equilibrio natural del hombre”. Acabáramos: a Sánchez no sólo no le estorba la publicidad, sino que la busca. Desesperadamente. Y sólo desde esa búsqueda, y desde la altura himaláyica de su autoestima, se puede entender que haya perpetrado este libro, más hagiográfico, más vacío y más cursi aún que las memorias que publicó Tita Cervera en "¡Hola!". Las interesantes eran las de su ex Espartaco Santoni: cuenta que, después de una noche de sexo salvaje con Tita, ella se levantó con las hemorroides tan inflamadas que “parecían un ramo de uvas”. O las memorias de Alfredo Landa, que le costaron enemistarse con media profesión y que fueron escritas maravillosamente por Marcos Ordóñez: en ellas describe con todo lujo de detalles cómo Amparo Soler Leal y Alfredo Matas le invitaron a una cama redonda con Maurice Ronet. Eso sí que son líos de cama, y no contar que has cambiado el colchón de la Moncloa.

Tampoco lo es el asunto de Albert Rivera con Malú: una generación que se levantó una mañana desayunándose con el idilio entre Boyer y Preysler, ya no se sorprende de nada. Ni siquiera de que Jesús Calleja y Mercedes Milá presenten las memorias de un presidente del gobierno. Ni de que Sánchez justifique su llamada a "Sálvame" afirmando en el libro que él tiene"amigos varones, profesionales de reconocido prestigio en sus ámbitos, que ven ese programa". El "Yo tengo amigos que ven Sálvame" de Pedro Sánchez es tan tonto como el "Yo tengo amigos de izquierdas" de Carmen Lomana. A estas alturas, lo único que nos dejaría picuetos sería ver a Sánchezsentado un sábado en el "Deluxe". Pero no lo hará. Le da miedo Conchita la poligrafista. Toma, y a mí.