miércoles, 26 de junio de 2019

DÍAS DE BODA

PUBLICADO EL MARTES 25 DE JUNIO DE 2019 EN LA VERDAD

Qué me gusta a mí una boda. Y un canapé. Y un sarao con barra libre: dadme un vodka con tónica y moveré el mundo. Y el esqueleto, que una es bailonga por afición, por devoción y por Raffaella Carrá. Las bodas son especialmente disfrutables, sobre todo para los invitados. Lo de los novios es otro cantar: viendo los enlaces de estas últimas semanas, agradezco haberme casado en el siglo pasado, en una época donde bastaba un convite medio en condiciones, un cartón de Marlboro para repartir entre los asistentes y un tío con un pinfanillo para amenizar la fiesta. Si me tengo que casar ahora, me dan las siete plagas: poco menos que tienes que llamar a la Fura dels Baus para que te organice la fiesta. O al Circo Ringling. Cierto es que cada uno se gasta los cuartos como le da la gana, y si a ti te luce una noria porque eres de bodón verbenero, pues aquí paz y después gloria. Qué fantasía todo. 

Pero, además de la boda de Ramos y Rubio, estos días hemos tenido la de Ainhoa Arteta, la de María Pombo y la de la Esteban. Demasié. A lo mejor por eso Pedro Sánchez está aplazando su casorio con Pablo Iglesias, porque no quiere que le hagan sombra. O porque no se ponen de acuerdo en el tipo de celebración: Sánchez quiere una boda sencillita, informal, de cooperación, e Iglesias un bodón de coalición, con sus langostinos, su jamón de pata negra, su solomillo Wellington y su tarta nupcial de seis pisos. Y venga bronca. Sobre todo por los ocupantes de la mesa presidencial, que está siendo más difícil de configurar que cuando los padres de la novia están separados. Pueden pedirle consejo a Albert Rivera, que lleva más divorcios a sus espaldas que Zsa Zsa Gabor y Elizabeth Taylor juntas: primero, el de Manuel Valls y, ahora, el de Toni Roldán. Roldán se ha desilusionado, el pobre; se creía que se había casado con un morenazo con buena planta, y se ha dado cuenta de que lleva Farmatint en el pelo y alzas en los zapatos. "Este no es el producto que yo compré", ha dicho. Lo mismo me dice mi santo, que si llega a saber lo que ronco, no se casa conmigo. Que muevo hasta las cortinas, me suelta. Se ve que él no se oye por las noches.   

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